TRATAMIENTO DE LA APNEA

En primer lugar se debe intentar reducir la o las causas que han dado origen al problema de la apnea, por ejemplo: cambiando la postura durante el sueño, haciéndolo de lado o boca abajo, reduciendo o dejando definitivamente el tabaco, prescindiendo de las bebidas alcohólicas y perdiendo los excesos de grasa, sobre todo los acumulados en el cuello, etc.

Si sospechamos que los tranquilizantes, los sedantes u otros fármacos para dormir pueden estar relacionados con alguno de los síntomas detectados, deberemos suspenderlos provisionalmente y observar las respuestas del organismo. 

Si no fuera posible controlar la apnea del sueño con estos sencillos procedimientos, se utilizará algún dispositivo que aplique presiones positivas a las vías aéreas y las mantenga abiertas durante el descanso, suministrando una mezcla de oxígeno y aire a través de la nariz. Este aparato denominado CPAC (del inglés Continuous Positive Airway Pressure) insufla aire a presión e impide que se cierren las vías respiratorias.

Algunas personas deciden someterse a intervenciones quirúrgicas en las que se les extirpa la úvula y se les refuerza el paladar blando mediante cicatrizaciones, con el fin de evitar el cierre de las vías aéreas. Si la intervención tiene éxito se reducen también los ronquidos, derivados de las vibraciones del paladar blando al paso del aire inspirado.

Los odontólogos utilizan dispositivos bucales, capaces de reducir la apnea y los ronquidos en algunos individuos. Otras soluciones quirúrgicas se suelen emplear para ensanchar las vías aéreas superiores y excepcionalmente en las personas con apnea grave del sueño se pueden llegar a necesitar una traqueostomía, que asegure una comunicación directa y permanente de la tráquea a través del cuello. Sigue...

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¿CÓMO SE DIAGNOSTICA LA APNEA?

Como los síntomas aparecen durante el sueño, suelen ser los convivientes quienes detectan el problema, alarmados por los fuertes ronquidos, ahogos, despertares bruscos y sobre todo por las pausas respiratorias.

En los casos más graves se dan crisis de apnea incluso de día, llegando a interferir en el rendimiento y hasta en la prevención de la seguridad laboral.

La apnea la sufren al menos un 4% de la población general y va en constante aumento en relación con el continuo incremento de la obesidad.

Sus efectos negativos están justificados por la falta de sueño profundo de los pacientes, que tienden a quedarse dormidos en los momentos más delicados e improcedentes, como en el trabajo o durante la conducción de vehículos. 

Otros síntomas relacionados son las cefaleas, el sueño, el cansancio diurno, el descenso en la actividad mental y hasta la insuficiencia cardiopulmonar por incapacidad de eliminar el anhídrido carbónico y de oxigenar la sangre.

La apnea del sueño se diagnostica habitualmente apoyándose en las descripciones realizadas por los convivientes, en concordancia con los síntomas del paciente, pero la confirmación del diagnóstico y la mejor evaluación de los casos se llevan a cabo en los laboratorios para el estudio del sueño, donde se diferenciará la apnea obstructiva del sueño, de la apnea de origen central. Sigue...

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¿A QUÉ LLAMAMOS APNEA DEL SUEÑO?

Etimológicamente “apnea*” significa falta o privación de aire y se atribuye a un conjunto de problemas, que cursan con  alteraciones en el ritmo de la respiración.

Esta respiración se detiene repetidamente (hasta 500 o 600 veces) durante el sueño y es suficiente como para provocar un marcado incremento del anhídrido carbónico en la sangre, con el consiguiente déficit en la oxigenación del cerebro. 

El origen de la Apnea suele deberse habitualmente a fenómenos obstructivos a nivel de la garganta o en las vías respiratorias superiores. Lo más frecuente es observar en los pacientes con apnea del sueño un aumento del volumen en el diámetro del cuello por acumulación de grasa o de otras estructuras, aunque con menor frecuencia también puede darse una apnea de origen central, como consecuencia de una alteración funcional en los centros cerebrales que controlan la respiración. 

A veces se pueden sumar ambos procesos, dado que la apnea obstructiva provoca bajas concentraciones de oxígeno en sangre y altas de anhídrido carbónico. Cuando actúan de forma prolongada, pueden reducir la sensibilidad cerebral, alterar su funcionalidad y hasta mantener una responsabilidad directa en los ataques cardíacos nocturnos. Sigue...

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¿QUÉ ENTENDEMOS POR NARCOLEPSIA?

La narcolepsia es una alteración del sueño, caracterizada por una necesidad imperiosa de dormir en forma de crisis recidivantes, durante las horas de vigilia, y pueden ir acompañadas de cataplejía, parálisis del sueño y alucinaciones.

Se desconoce la causa directa de la narcolepsia, pero como este trastorno suele presentarse en personas con antecedentes familiares, se sugiere que existe una predisposición genética.  

Los síntomas de la narcolepsia suelen aparecer durante la adolescencia o al comienzo de la edad adulta, sin una enfermedad desencadenante previa y se mantienen con mayor o menor intensidad durante toda la vida. La crisis de sueño puede aparecer en cualquier momento y esa necesidad de dormir resulta muy difícil de superar, pudiendo resistirse solo de forma temporal. 

Al día pueden producirse varias crisis con una duración igual o inferior a una hora, presentándose con mayor frecuencia en situaciones monótonas como la conducción por autopistas, conferencias, reuniones, espectáculos aburridos, etc.

El despertar del sueño narcoléptico es semejante al del sueño normal y aunque el paciente puede encontrarse bien tras despertarse de una crisis puede necesitar dormirse al poco tiempo.

La mayoría de las personas con narcolepsia sólo presentan algunos de los síntomas generales, pero un pequeño porcentaje puede manifestar un trastorno denominado cataplejía, que consiste en una parálisis momentánea sin pérdida de consciencia, como reacción frente a emociones fuertes por disgustos, temores, alegrías, sustos,  sorpresas, etc.

El paciente puede presentar debilidad en las extremidades superiores o inferiores, dejando de sujetar lo que tenga entre las manos e incluso cayéndose al haber perdido el equilibrio. La parálisis del sueño también puede aparecer en algunas personas, que intentan moverse y no pueden hacerlo, por tener impedida su movilidad aún después de despertarse. Otros síntomas como intensas alucinaciones, ilusiones ópticas y auditivas, se han descrito fundamentalmente al inicio del sueño y con menor frecuencia, al despertar.

Como no se han detectado cambios en el cerebro ni alteraciones en los análisis, el diagnóstico se apoya básicamente en los síntomas, aunque hay que tener en cuenta que los fenómenos de cataplejía, parálisis del sueño y alucinaciones se presentan en niños y también en adultos sanos que no tienen trastornos del sueño. En caso de duda el paciente deberá ser estudiado por especialistas del sueño, mediante el registro de su actividad eléctrica cerebral con un electroencefalograma. Sigue...

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¿A QUÉ LLAMAMOS HIPERSOMNIA?

Llamamos hipersomnia al aumento de las horas destinadas al sueño, que superan en más del 25 por ciento el tiempo de sueño estimado como normal para una persona.

Su prevalencia es mucho menor que la del insomnio y cualquier persona sana puede sufrir de una hipersomnia puntual durante algunas noches o días, por procesos infecciosos con manifestaciones clínicas o subclínicas y también a consecuencia de situaciones previas de agotamiento físico o psíquico, que generalmente han conllevado privaciones de sueño. 

Si la hipersomnia se prolongara sin una justificación coherente, pudiéramos estar ante un síntoma de algún otro trastorno como ansiedad, depresión, abuso de hipnóticos, falta de oxígeno, exceso de anhídrido carbónico, etc., que a su vez pueden estar relacionados con otros problemas como la apnea del sueño, enfermedades respiratorias, trastornos cerebrales, narcolepsia, etc..

Si la hipersomnia no tiene una explicación fácil puede orientarnos hacia un trastorno psiquiátrico o un problema neurológico (como encefalitis, meningitis o un tumor en la cabeza) y serán susceptibles de una exploración neurológica más profunda por parte de los especialistas, mediante pruebas como la tomografía axial computadorizada (TAC) o una resonancia magnética (RM). Sigue...

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