En primer lugar se debe intentar reducir la o las causas que han dado origen al problema de la apnea, por ejemplo: cambiando la postura durante el sueño, haciéndolo de lado o boca abajo, reduciendo o dejando definitivamente el tabaco, prescindiendo de las bebidas alcohólicas y perdiendo los excesos de grasa, sobre todo los acumulados en el cuello, etc.
Si sospechamos que los tranquilizantes, los sedantes u otros fármacos para dormir pueden estar relacionados con alguno de los síntomas detectados, deberemos suspenderlos provisionalmente y observar las respuestas del organismo.
Si no fuera posible controlar la apnea del sueño con estos sencillos procedimientos, se utilizará algún dispositivo que aplique presiones positivas a las vías aéreas y las mantenga abiertas durante el descanso, suministrando una mezcla de oxígeno y aire a través de la nariz. Este aparato denominado CPAC (del inglés Continuous Positive Airway Pressure) insufla aire a presión e impide que se cierren las vías respiratorias.
Algunas personas deciden someterse a intervenciones quirúrgicas en las que se les extirpa la úvula y se les refuerza el paladar blando mediante cicatrizaciones, con el fin de evitar el cierre de las vías aéreas. Si la intervención tiene éxito se reducen también los ronquidos, derivados de las vibraciones del paladar blando al paso del aire inspirado.
Los odontólogos utilizan dispositivos bucales, capaces de reducir la apnea y los ronquidos en algunos individuos. Otras soluciones quirúrgicas se suelen emplear para ensanchar las vías aéreas superiores y excepcionalmente en las personas con apnea grave del sueño se pueden llegar a necesitar una traqueostomía, que asegure una comunicación directa y permanente de la tráquea a través del cuello. Sigue...