¿RECUPERACIÓN POST ESTRÉS?

Una vez superado el reto y resuelto el problema, todo debe volver a la normalidad y a las condiciones previas a la amenaza. Esta acción-reacción del ser humano, si es completa y se resuelve en sí misma, no provoca desordenes, ni pasa mayores facturas posteriores. Sin embargo, cuando la amenaza es meramente psicológica, persistente e intangible, como la que se da en una situación de crisis laboral o de tensión en las relaciones sociales o familiares, la reacción frente al estrés sí se pone en marcha, pero no de forma puntual, breve y fisiológica, sino de manera solapada, insidiosa y continuada. 

La orquestación hormonal y las respuestas cardio-pulmonares y musculares correspondientes han cumplido su objetivo de proteger al organismo frente a la situación conflictiva y todo debiera volver a la normalidad y restablecerse la calma.

Cuando el proceso orgánico, instaurado frente a la amenaza, no termina resolviéndose mediante las reacciones fisiológicas normales, se acaba agotando el mecanismo hormonal y se lesiona inexorablemente todo el organismo.

Las personas con estrés crónico sufren de ansiedad, insomnio, depresión, alteraciones gastrointestinales, debilidad y disminución de las defensas, a la vez que son más sensibles y susceptibles de padecer enfermedades metabólicas, cardiovasculares e incluso cáncer. Sigue...

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PREÁMBULOS DE LA DEPRESIÓN

El origen de las depresiones, al menos como factor desencadenante, parece estar ligado a situaciones previas de ansiedad y estrés continuados. Frente a las situaciones complicadas nuestro organismo responde fisiológicamente para superar los conflictos.

Cuando sufrimos una circunstancia adversa nuestro sistema pone en marcha la “reacción de alerta”, trata de controlar todos los eventos que se desarrollan en el entorno, agudiza los sentidos, analiza los “inputs” recibidos, aumenta la atención, reduce o anula el descanso y trata de estar preparado para superar cualquier emergencia que pueda surgir. 

La reacción fisiológica del organismo frente a las situaciones de estrés tanto para él como para su prole, es tan antigua como la especie humana y obedece a unos patrones de comportamiento totalmente primitivos.

Es una respuesta positiva y coherente, que implica a todo el sistema de emergencia: se liberan múltiples hormonas para provocar unas fuertes contracciones musculares, que nos facultan para saltar y correr, aumentan la capacidad y la frecuencia cardiacas, se incrementa la presión arterial, se acelera el flujo sanguíneo, se acrecienta la frecuencia respiratoria, etc. y todos los demás órganos y sistemas del cuerpo posponen sus funciones, prestando todos sus recursos y dando prioridad a la resolución del problema principal que motivó la alarma. Sigue...

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SÍNTOMAS DE DEPRESIÓN CLÍNICA

Entre los síntomas de la depresión Diccionario* destacan: Un estado de ánimo irregular (irritable o apático), pérdida de ilusión por las actividades habituales, problemas de insomnio por exceso o defecto, alteraciones en la forma de alimentarse con aumento o pérdida de peso, fatiga general con pérdida de energía, sentimientos de culpabilidad, inutilidad, menosprecio de uno mismo, baja autoestima, falta de concentración, lentitud, inactividad, inhibición de las actividades cotidianas, sensaciones de soledad, abandono o desesperanza y hasta pensamientos reiterativos de huida, muerte o suicidio. 

La depresión clínica puede desencadenarse ante factores exógenos como el estrés puntual o crónico, originado por decepciones sentimentales, desgracias, tragedias, experiencias frustrantes, malas noticias, etc. También puede precipitarse por el consumo de determinadas sustancias tóxicas, como el alcohol, las drogas y hasta por ciertos medicamentos, máxime en personas con cierta labilidad de origen genético o incluso educacional y puede llegar a provocar, desde una incapacidad laboral, por falta de interés, baja productividad e incompatibilidad socio-laboral, hasta el suicidio. Sigue...

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¿A QUÉ LLAMAMOS DEPRESIÓN?

Decimos vulgarmente que una persona tiene depresión cuando presenta un conjunto de síntomas de tristeza, melancolía, infelicidad, abatimiento, falta de interés en participar de las actividades habituales, aislamiento, decaimiento, irritabilidad, etc.

Cualquiera de nosotros ha podido sentir puntualmente sensaciones parecidas durante períodos cortos, pero la consideración de depresión clínica requiere que estos sentimientos interfieran en la vida diaria, durante un período de tiempo más prolongado. 

Cada vez es más frecuente entre la población del primer mundo encontrar personas diagnosticadas de depresión. Se calcula que afecta a más del 20 % de las personas adultas y el tiempo de duración de cada episodio oscila entre 6 meses y varios años.

Vivimos en una sociedad estresada, se nos exige que todo se lleve a cabo de forma precisa y en el menor tiempo posible, para así cumplir más objetivos. Este vivir en constante tensión y estrés nos provoca sensaciones de agobio, de insatisfacción y de incapacidad, al comprobar constantemente que no llegamos a las metas propuestas y que “siempre nos quedan cosas por terminar o por hacerlas mejor”. Sigue...

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COMENTARIOS SOBRE PARASOMNIAS

Durante el descanso pueden ocurrir sueños y actividades físicas, realizadas de manera inconsciente, que no se suelen recordar, siendo más frecuentes en los niños que en los adultos.

Es muy habitual que al inicio del sueño, aparezca alguna sacudida breve e involuntaria por el cuerpo, generalmente en las piernas y en algunos adultos también se puede producir un rechinar de los dientes (bruxismo), que puede llegar a desgastarlos intensamente.

Algunas personas pueden también desarrollar movimientos periódicos, sufrir pesadillas, tener parálisis del sueño y hasta breves alucinaciones, aunque los estados de sonambulismo, los golpes con la cabeza, los terrores nocturnos y las pesadillas son más frecuentes en los niños, no olvidar que las crisis epilépticas pueden manifestarse a cualquier edad. 

Un trastorno bastante común llamado síndrome de las piernas inquietas, que suele presentarse poco antes de dormir, es bastante frecuente entre las personas mayores de 50 años, cuando están sometidas a situaciones de estrés. No está del todo clara la causa de este trastorno, pero suele resolverse a base de ejercicios de relajación o tomando algún tranquilizante menor antes de acostarse.

Durante las fases del sueño REM se pueden producir las pesadillas, que son trastornos asociados con frecuencia a estados febriles, situaciones de cansancio excesivo o tras la ingesta de bebidas alcohólicas. Afectan tanto a los niños como a los adultos y son sueños particularmente crudos y aterradores, seguidos de un despertar brusco. En cambio los terrores nocturnos, que también son episodios de temor con gritos y agitación y se pueden acompañar de sonambulismo, se dan fuera de la fase REM.

El sonambulismo es más frecuente al final de la niñez y durante la adolescencia, induce a caminar durante el sueño sin darse cuenta de ello. Estas personas en estado de sonambulismo no sueñan y su actividad cerebral se parece más a la de un individuo despierto que a la del dormido. Los sonámbulos pueden tropezar con obstáculos, murmurar repetitivamente y en su mayoría no suelen recordar el episodio. No existe un tratamiento específico para el sonambulismo y se recomienda no despertar al sonámbulo bruscamente, pero puede ser útil dejar encendida una luz, despejar el camino retirando obstáculos u objetos con los que pueda dañarse y cerrar con llave ventanas y puertas de fácil acceso. 

En síntesis tratamos de asegurar un Descanso suficiente que es imprescindible para conseguir gestionar nuestra salud, considerada como un proceso dinámico, dependiente de la interacción equilibrada con los otros pilares básicos: La Alimentación (Ver), La Actividad (Ver) y La Motivación (Ver).

 

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