EL MOVIMIENTO VITAL DE LAS PROTEÍNAS

Nuestro cuerpo dispone de más de cien mil tipos diferentes de proteínas y cada una de ellas se organiza en cadenas lineales compuestas por moléculas de aminoácidos. Estos aminoácidos, enlazados, forman eslabones flexibles o enlaces peptídicos que permiten a las proteínas moverse y adoptar gran cantidad de formas y funciones diferentes.

Dos son los factores que determinan la forma concreta que adopta una proteína. El primero, conocido como patrón físico o esqueleto en forma de collar de cuentas, está  definido por la secuencia de los aminoácidos que conforman la proteína y el segundo, el más cambiante, depende de las cargas electromagnéticas, que presenten los aminoácidos en cada momento.

Estos cambios de forma, que adoptan las proteínas generan movimientos, que sirven para realizar trabajos y funciones tales como la respiración, la digestión, la contracción muscular, etc. y cuando la señal cesa, la proteína vuelve a adoptar su conformación original extendida. 

Las células aprovechan todos los movimientos que estas máquinas proteicas generan, bien para obtener energía, utilizable en funciones metabólicas y para otros trabajos  específicos, como los arriba indicados.

Conviene tener presente que estos continuos cambios de forma, que adoptan las proteínas ocurren miles de veces por segundo y constituyen, en realidad, el movimiento básico que impulsa la vida. Sigue...

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LA LUCHA POR SOBREVIVIR

 Cada ser vivo cuenta con una información genética heredada, que, si las circunstancias le son propicias, le permite crecer, llegar a ser adulto y transmitir a los descendientes su carga genética, perfeccionada en el proceso de interacción con el medio ambiente.

Las especies bien acomodadas al entorno, si viven largo tiempo en nichos ecológicos estables, van dilapidando paulatinamente su capacidad de adaptación a nuevos cambios ambientales y quedan prisioneras de su adaptación primitiva. 

Todos los individuos de todas las especies somos oportunistas, que seguimos tratando de sobrevivir y de multiplicarnos, sirviéndonos los unos de los otros, adaptándonos y superando las condiciones, que nos proporciona el medio ambiente y de hecho el planeta tierra está plagado hasta rebosar de seres vivos microscópicos y macroscópicos (entre estos últimos nosotros), que pugnamos a muerte por sobrevivir y perpetuarnos a costa de todo y todos los que nos rodean.

 La supervivencia de cada individuo esta necesariamente ligada a la utilización, con o sin la destrucción de otros seres vivos. Es la lucha por la vida y para que unos vivan, otros deben colaborar  y, o, morir.  El pez grande habitualmente se ha comido al pez chico o lo ha utilizado para su beneficio, puesto que en esta lucha por la subsistencia y en la interacción con el medio ambiente siempre ha valido todo. El uso de la fuerza bruta, la unión y colaboración entre los más débiles, el empleo de la astucia y la inteligencia para todo tipo de estrategias, el camuflaje, la huida, el ataque, la resistencia, el uso de instrumentos, y siempre en un continuo aprendizaje para adaptarnos mejor al medio y sobrevivir.

El secreto de la supervivencia de cualquier especie ha dependido de la abundancia y de la estabilidad del medio, junto a una relativa ausencia de competencia por el mismo nicho ecológico, pues la experiencia confirma que dos especies próximas no pueden convivir en el mismo ecosistema y una de ellas acaba desplazando a la menos dotada.

El instinto de supervivencia de la especie, continuamente perfeccionado por las experiencias positivas y el aprendizaje de la comunidad han sido y seguirán siendo el estímulo base para educarnos en la comida, en el descanso  y en las actividades que llevemos a cabo, siempre a favor del individuo y de la especie.

Esa capacidad para interaccionar con el medio, obteniendo de él todos los recursos precisos para su supervivencia, es imprescindible para la perpetuación del individuo y de su especie. Sigue...

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LA VIDA NECESITA COMUNICACIÓN

En los animales multicelulares, cada célula individualmente sigue percibiendo lo que es capaz de captar su propia membrana celular de su entorno local, pero posiblemente no sepa lo que ocurre en entornos más alejados. Conforme los organismos se volvieron más complejos, hubo necesidad de repartirse las funciones, formando células especializadas encargadas del trabajo de examinar y organizar el flujo de señales del que depende la respuesta y el comportamiento subsiguiente.  

Estas células se constituyen y organizan en una red nerviosa y en una central para el procesamiento de la información, que llamamos Sistema Nervioso Central, cuya función es coordinar el diálogo de señales con el organismo global, donde cada célula individual acata las decisiones de la autoridad que procesa las señales del medio.

Existen discrepancias importantes entre los estudiosos sobre los mecanismos que iniciaron y siguen impulsando este imparable proceso evolutivo hacia formas orgánicas cada vez más complejas, entre las que se encuentra la especie humana.

Recordemos que pertenecemos a una de los 50 millones de especies que en la actualidad poblamos la tierra. Continuamente se descubren nuevas especies, se notifica la desaparición de otras y se sabe que en la actualidad están en peligro de extinción unas 16.000 especies más.

Para la mayoría de científicos el “Instinto de Supervivencia” (Ver) y la “Interacción con el Medio Ambiente” (Ver), que se expresa en los individuos en la búsqueda de recursos para vivir, reproducirse y perpetuarse, son los elementos que condicionan la lucha por la vida y se trasmiten por medio de la herencia genética.

Según la microbióloga Lynn Margulis el verdadero motor que posibilitó la evolución de las especies es lo que ella llama la Simbiogénesis es decir la cooperación entre dos seres vivos distintos, que se benefician mutuamente en su lucha por la supervivencia, hasta fundirse en un solo ser más complejo y mejor adaptado, los seres pluricelulares. Sigue...

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EL ORIGEN DE LA VIDA

Parece ser que hace unos 4.000 millones de años surgió el primer ser vivo que pobló la tierra y fue un ser unicelular, capaz de diferenciarse del medio, protegiéndose con una membrana semipermeable, a partir de cuyos poros podía relacionarse con el medio exterior.

Desde la aparición de ese único ser primitivo se pasa a la agrupación y formación de colonias entre ellos, a la asociación, interacción y fusión con otros seres unicelulares, formándose los seres pluricelulares. Así comienza entre los individuos y sus respectivas especies una evolución imparable de la cual formamos parte también los seres humanos.

Se calcula que hace setecientos millones de años algunas células optaron por agruparse en comunidades multicelulares, dando origen a animales y plantas, pero estas nuevas asociaciones siguieron utilizando las mismas moléculas señal coordinadoras que usaban los organismos unicelulares.

Los organismos multicelulares sobreviven con muchos menos genes de los que en un principio se calculaba, porque se utilizan los mismos elementos genéticos para una gran variedad de funciones. Es como emplear únicamente las siete notas musicales y sus cinco intervalos para poder componer todas y cada una de las infinitas sinfonías posibles.  Sigue...

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EL PAPEL DE LA SEROTONINA

El estrés Diccionario* intenso y sobre todo si es continuado provoca un desequilibrio en el eje hormonal dopamina - serotonina con marcada depleción de los depósitos de esta última hormona, que es la encargada de frenar y modular en las sinapsis nerviosas los impulsos que recibe nuestro cerebro. 

Estos impulsos en ausencia de serotonina, nos aturden y ahogan por su cantidad, intensidad y falta de discriminación, impidiendo una valoración serena y armonizada de las situaciones y circunstancias que nos sobrevienen. 

Todos los días de nuestra vida estamos produciendo serotonina Diccionario* para nuestro consumo a partir de unos elementos tan sencillos como la comida y el sueño, que son los primeros que se resienten en las situaciones de estrés.

Un aminoácido esencial, elemento habitual en las proteínas de nuestras comidas y conocido como triptófano Diccionario* es la materia prima, necesaria para fabricar la hormona serotonina. Esta hormona es capital para poder alcanzar y mantener el equilibrio mental, pero curiosamente este proceso de transformación del triptófano en serotonina se lleva a cabo en el tracto gastrointestinal y durante las fases más profundas del sueño.

Es fácil comprender que, tanto a la alimentación como al sueño, se les reconozca y se les atribuya su papel de elementos reparadores y de la misma forma podemos entender la aparición de la depresión en las personas que, por alguna circunstancia adversa de la vida, descuidan la alimentación (Ver) y, o, el descanso (Ver).

Hay que garantizar una ingesta equilibrada con suficientes proteínas y lograr dormir, como mínimo, las 8 horas diarias para asegurar el triptófano y su adecuada transformación en serotonina. Sigue...

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