Si aplicamos el I. M. C. a personas de gran masa muscular o de mucha masa ósea (atletas, culturistas o individuos con gran estructura ósea), vamos a obtener resultados erróneos o, al menos, equívocos, porque pueden tener incrementado su peso total, sin presencia de excesos de grasa y al dividir este valor por los centímetros de su altura al cuadrado, mostrarán un Índice de Masa Corporal elevado, sin ser obesos. Al contrario ocurre con las personas de escasa musculatura o exigua masa ósea, que pueden tener una grasa superior a la ideal y presentan un (I. M. C.) falsamente correcto.
En la práctica diaria para el control individual del sobrepeso o de la obesidad, el método de medición I.M.C. no nos ofrece un instrumento útil para la valoración y vigilancia de este problema. En los casos concretos y particulares, debemos buscar soluciones más sensibles y fiables para poder atender a nuestros clientes o para el propio autocontrol.
Este índice también ha tenido que ser ajustado y diferenciado para hombres y mujeres adultos, porque generalmente los hombres y las mujeres poseemos diferentes masas óseas y musculares por razones biológicas obvias, además de las importantes diferencias de peso estimuladas por la actividad física.