Ante el exceso de insulina, reaparece como defensa la llamada resistencia a la insulina, que reduce la eficacia de la misma y obliga al páncreas a incrementar, todavía más la producción de insulina potenciando de nuevo el hiperinsulinismo.
Parece contradictorio pero conviven en el diabético tipo 2: un exceso de glucosa (hiperglucemia), con un exceso de insulina (hiperinsulinismo) y una persistente resistencia a la insulina.
Si la hiperglucemia se mantiene durante tiempo suficiente, se destruyen por intoxicación las células del hipotálamo, que son las encargadas de regular los niveles de glucosa en sangre y se produce una “glicosilación” de todas las células y proteínas del organismo. El análisis de la glicosilación de la hemoglobina se usa para evaluar en los diabéticos el deterioro promedio de los últimos tres meses por el exceso de glucosa en sangre (hiperglucemia).
La impregnación excesiva de glucosa en los hematíes (efecto melaza) les hace perder flexibilidad, los hace pegajosos y los incapacita para realizar su función de transferir el oxígeno a las células, que empezarán a sufrir de hipoxia y morirán prematuramente. Este es el auténtico drama que sufren los diabéticos de manera progresiva, sobre todo, en la retina, en los riñones, en el cerebro, en el corazón, etc… si no logran reducir su (hiperglucemia). Sigue...