EFECTOS DEL PREDOMINIO INSULÍNICO

Al no poder ser neutralizada la insulina por la acción compensadora de su hormona complementaria el glucagón, las células pasan hambre y no pueden utilizar los depósitos de glucógeno almacenados en el hígado y músculos, que se van transformando en grasa y acumulándose como consecuencia del constante dominio de la insulina,.

Paralelamente las células hambrientas sufren de estrés y provocan como respuesta la producción de adrenalina e hidrocortisona, que liberan los depósitos de glucosa, guardados para las emergencias en los músculos, hasta su agotamiento. Mientras se van incrementando las reservas de grasa, por transformación del glucógeno hepático en grasa, coexistiendo situaciones de auténtica hambre con incrementos sucesivos de peso por la acumulación de grasas.

También está impedida la utilización de las grasas almacenadas, porque el exceso de insulina frena la producción de la enzima lipasa, imprescindible para iniciar la descomposición de las grasas y su normal conversión en el combustible idóneo para la realización de múltiples funciones de orden físico-químico.   

En síntesis el exceso de insulina facilita la formación de grasa y su acumulación en la zona abdominal. Esta grasa incrementa en su propio seno el metabolismo de las hormonas sexuales femeninas, provocando por ejemplo, una notable feminización en los varones, al transformar los andrógenos en estrógenos, mientras en la mujer reduce la fertilidad y facilita la aparición de varios tipos de cáncer (Ver)Sigue.

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FACTORES QUE INCREMENTAN LA INSULINA

La producción de insulina está directamente estimulada por la presencia de glucosa en la sangre, derivada esta de la ingesta de los hidratos de carbono.

La respuesta pancreática será tanto más rápida cuanto mayor sea la facilidad de absorción de los hidratos y su conversión en glucosa. Por ello se ha estudiado y comprobado que no todos los hidratos se comportan de la misma forma a la hora de transformarse en glucosa.  

Podemos clasificar los hidratos de carbono según su velocidad para ser absorbidos y transformados en glucosa en: hidratos simples o complejos y de absorción lenta, media o rápida. 

Como norma general podemos afirmar que tanto los hidratos de carbono que vayan acompañados de proteínas y fibras, como es el caso de algunas bayas silvestres, las verduras de hoja y los brotes tiernos, así como aquellos que además tienen grasas en su composición, como las semillas y los frutos secos, serán más lentamente absorbidos por el organismo y en consecuencia no elevarán de forma brusca la glucemia ni provocarán reacciones exageradas por excesiva producción insulínica. 

Cuanto más simple y elaborado sea el hidrato de carbono, más fácil y rápida será su absorción y más brusca la presencia de glucosa en la sangre. En consecuencia también será mayor la producción de insulina, como respuesta normal por parte del páncreas ante el exceso de glucosa en sangre (hiperglucemia).

Por el contrario, cuanto más complejos sean los hidratos en su estructura o cuanto más mezclados estén con las proteínas y las grasas, más difícil será desdoblarlos y hacerlos simples para poder convertirlos en glucosa, con la correspondiente respuesta moderada del páncreas en la producción de insulina. Sigue...

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LA REGULACIÓN DE LA GLUCEMIA

Recordemos que en nuestro cuerpo hay unos 60 billones de células que necesitan alimentarse constantemente de glucosa y de oxígeno. Ambos nutrientes vehiculizados por la sangre deben mantener unos niveles suficientes, de forma que si caen por debajo de los límites vitales, las células pasan hambre, protestan y mueren.

De ahí que nuestro organismo disponga de mecanismos complementarios para garantizar su subsistencia de forma continuada.

Respecto a la glucosa, es el hambre y más concretamente el deseo de algo dulce el mecanismo que, a través de la comida, procura la ingesta de los hidratos para ser transformados rápidamente en glucosa. Si no se dispone de estos alimentos y la necesidad apremia, el sistema entra en fase moderada de estrés (Ver), aumenta ligeramente la producción de hidrocortisona que comienza a volcar al torrente sanguíneo los depósitos de glucosa, presentes en la masa muscular como solución provisional de emergencia. Mientras tanto esta señal de alerta estimula todos los sentidos para la búsqueda de alimentos, ricos en hidratos y de preferencia dulces, frutas, raíces y cereales.

Si este mecanismo no es suficiente para resolver el problema, se incrementa la situación de alarma y un nuevo incremento de la hidrocortisona actúa sobre las células del organismo haciéndoles producir la lipocortina, una proteína que va a reducir drásticamente el metabolismo general con el consiguiente ahorro de recursos y va a forzar una especie de autofagia, es decir la transformación de las propias estructuras musculares, generalmente las menos utilizadas y vitales, en el nutriente glucosa para intentar paliar el hambre celular. Sigue...

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OTROS EFECTOS POR DÉFICIT DE GLUCOSA

Si persiste la falta de glucosa en sangre, se incrementa el hambre y el organismo sigue autodestruyéndose para conseguir glucosa y poder alimentar los órganos más vitales.

En consecuencia se va deteriorando también el sistema inmunitario, reduciéndose las defensas de tal forma que puede ser invadido con mayor facilidad por microorganismos oportunistas capaces de provocar infecciones y llegar hasta la muerte por déficit o por agotamiento de las células defensoras.

Así el organismo puede sobrevivir temporalmente, alimentando prioritariamente a los órganos vitales, aun a costa de la destrucción de otros elementos menos importantes en pro de la supervivencia del individuo. De hecho en la naturaleza impera la ley de la demanda y del servicio al más fuerte, de forma que el órgano que no reclama no recibe, el que no llora no mama, el que no se mueve se atrofia y viceversa. 

En nuestro medio afortunadamente no se dan las hambrunas totales aunque si parciales o intermitentes, como ayunos descontrolados, dietas de inanición, situaciones de anorexia nerviosa, etc., que pueden provocar auténticos problemas de  salud más relacionados con desordenes y desequilibrios en la aportación de los macronutrientes que por carencias absolutas de los mismos. Sigue...

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HABLEMOS DE LOS CORTICOIDES

La hidrocortisona, cortisona o cortisol es la hormona que se considera representante del grupo de los corticoides o corticosteroides. Estas hormonas son producidas básicamente por la corteza de las glándulas suprarrenales, a petición de la hipófisis, mediante un estimulador hormonal llamado ACTH.

La cantidad de cortisona, como la de la mayoría de las hormonas, ha de mantenerse dentro de unos límites precisos, puesto que nuestro organismo se resiente si persisten niveles anormales de cualquier hormona, tanto por defecto como por exceso.

La presencia de la cortisona es imprescindible para la vida, sin ella la tensión arterial se desploma, las células mueren de hambre al no recibir los niveles de glucosa necesarios, se altera el equilibrio de los electrolitos en la sangre (aumenta el potasio y disminuye el sodio), persiste una sensación de fatiga continua y en general se pierde cualquier capacidad de adaptación al medio. A este déficit de hidrocortisona se le conoce como enfermedad de Addison.

Cuando hay cortisona en exceso los síntomas son diferentes y en parte contrapuestos a los referidos anteriormente: se eleva la tensión arterial por encima de los valores normales por el predominio de las hormonas vasoconstrictoras, aumentan exageradamente los niveles de glucosa en sangre, se retienen líquidos por aumento del sodio y la pérdida de potasio, se pone el metabolismo a la defensiva, frenando cualquier proceso constructivo y renovador de las células.

Esta situación conduce inexorablemente a la “no renovación celular” y en consecuencia a la pérdida de la masa muscular, adelgazamiento de la piel, retraso en la restauración de las lesiones, incremento de la perdida de calcio (osteoporosis), disminución de las defensas y consecuentemente al aumento de las infecciones, además de aumentar las reservas con la formación y almacenamiento de la grasa a nivel abdominal. A este conjunto de síntomas y signos lo conocemos como: Síndrome de Cushing. Sigue...

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