Si la "resistencia a la insulina" continúa, la respuesta del páncreas se incrementa produciendo más insulina hasta llegar al temido hiperinsulinismo y producir el agotamiento de la glándula, provocando hiperglucemia.
Ya hemos comentado que la hiperglucemia mantenida va afectando a todos los territorios del organismo, impregnando las células de una especie de melaza, que las hace pegajosas. En concreto los glóbulos rojos, que son los encargados de llevar el oxígeno a todas las células del cuerpo, se van quedando pegados unos a otros y forman microembolias, que obstruyen el cauce de los capilares de manera que el oxígeno ya no puede llegar hasta las células.
Esta situación provoca la muerte de las células por anoxia y puede ser irreversible cuando afecta a órganos tan importantes como la retina, los riñones, el corazón, el cerebro… En general podemos afirmar que afecta a todos los órganos acelerando su decadencia ante la imposibilidad de renovación celular y forzando un envejecimiento prematuro.
Realmente el panorama de los diabéticos, que no se deciden a controlar sus cifras de glucemia es muy sombrío, si no se corrige adecuadamente el círculo vicioso de: Exceso de glucosa (hiperglucemia), exceso de insulina (hiperinsulinismo), intolerancia a la glucosa y diabetes.