SOLUCIONES RACIONALES A LA OBESIDAD

Casi todas las dietas diseñadas para reducir el exceso de grasa se centran en dos condiciones: A.- Reducir la cantidad de calorías en la comida y B.-Aumentar el gasto de calorías con más ejercicio físico.  Esta pareja de gendarmes puede conseguir parte del objetivo, pero puede provocar efectos indeseables al actuar “por la brava” y no corregir el origen del problema.

Dyética propone dos soluciones inteligentes, sin riesgo para la salud:

1ª: Reducir las entradas directas e indirectas de grasa: (alimentos con exceso de aceite o grasa) y (desequilibrios entre hidratos y proteínas), sin limitar la ingesta de los hidratos y las proteínas. Debemos lograr que nuestro organismo gaste la grasa que acumuló sin provocar alteraciones metabólicas y esto se consigue reduciendo tanto la ingesta de aceites añadidos, como las grasas que acompañan a las proteínas.

2ª: Gastar los excesos de grasa, (aumentando la actividad, si es posible). El ejercicio físico, que necesita de un buen combustible para su correcto desarrollo es un magnifico aliado para ser utilizado como quemador de grasas.

En síntesis “hay que aprender a comer”, es decir, estudiar el nuevo entorno alimentario y ajustarlo a las exigencias genéticas de nuestra especie.  De esta sencilla forma conseguimos perder el tejido adiposo excedente, sin reducir el aporte de los azucares ni el de las proteínas. De estos únicamente tendremos que asegurar para cada comida cantidades suficientes y proporcionadas, acompañados de la menor cantidad de grasa, que garantice la palatabilidad necesaria, es decir una fórmula ideal para reducir las reservas de grasa.(Ver). Sigue...

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CELULITIS Y RETENCIÓN HÍDRICA

La celulitis es más frecuente en el sexo femenino que en el masculino y, dentro del sexo femenino, se da con mayor frecuencia en unos tipos anatómicos que en otros. Las mujeres con las caderas más anchas, suelen tener con mayor frecuencia celulitis en muslos y glúteos. Parece que podría deberse a que, al ser sus trocánteres algo más largos, permiten una menor concentración de las masas musculares en glúteos y muslos, dejando mayor espacio de almacenamiento a líquidos intersticiales y adipocitos, aumentando en consecuencia las posibilidades de asentamiento del material celulítico.

Por supuesto que en las personas que mantienen una actividad física superior la celulitis es mucho menos frecuente, aunque anatómicamente puedan estar predispuestas.

El otro elemento fundamental para la formación de la celulitis es el aumento del líquido intersticial, es decir, el que está entre las células y los vasos sanguíneos y linfáticos. Es el líquido que está en tierra de nadie, ni dentro de las células ni dentro de los vasos y su destino es mantener el equilibrio iónico e hídrico  de las células y evacuar su detritus a través de los vasos sanguíneos. Para esta última función es necesaria la colaboración de las masas musculares, quienes con su movimiento masajean las venas, consiguiendo el drenaje, mediante un complejo sistema de válvulas. También y aun a pesar de la actividad muscular y del equilibrio hormonal, se puede producir una retención hídrica relacionada con una alimentación pobre en proteínas, cuyo relativo déficit reduce la presión oncótica necesaria para la reabsorción y posterior eliminación de los líquidos excedentes por el riñón.

 

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¿SOMOS CULPABLES POR ENGORDAR?

Muchas personas sufren si no pueden o, mejor dicho, no saben controlar su sobrepeso, llegando a situaciones extremas de angustia y desesperación. Algunas creen que engordan por culpa del placer que sienten al comer y se lo recriminan constantemente. Hay quienes parecen convencidas de que la vida debe ser un “valle de lágrimas”, al que hemos llegado para s de ahí que se haya establecido y generalizado el dicho popular: “Todo lo bueno o es pecado o engorda”.

Frente a esta errónea y nefasta creencia debemos reaccionar, observando y analizando el comportamiento de los seres vivos de cualquiera de las especies que poblamos la tierra. Ningún individuo renuncia al placer de comer porque forma parte de su instinto de supervivencia y es inherente a la satisfacción de sus necesidades alimenticias, por ello el deleite derivado de la comida a lo largo de la vida, cada vez más, está siendo considerado como el más amplio y continuado de los placeres terrenales. ¿A caso nos parece reprobable la sonrisa placentera de un bebé lactante, cuando esta saciando su apetito?. 

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MITOS QUE NO ME ENGORDAN

Otro mito que circula libremente entre la población, preocupada por su sobrepeso, es culpabilizar a la ingesta de agua durante las comidas, como si por arte de magia el agua aportar calorías y pudiera convertirse en grasa. Si esto fuera posible podríamos tener una fuente de energía extraordinaria a precio del agua corriente.

Si consideramos la leche materna como la comida más natural y completa para el ser humano, admitiremos que sus nutrientes están disueltos en agua, que es absolutamente necesaria para el organismo. Por otro lado el agua es acalórica antes, durante y después de las comidas, no se degrada en el organismo, no aporta ninguna energía, ni puede transformarse en hidratos, proteínas o grasas.

También se le han atribuido a la siesta los incrementos en el porcentaje de grasa. Bien es cierto que durante el reposo físico el gasto de energía disminuye, adoptando valores de tipo basal con el consecuente ahorro energético, pero de ahí no se puede deducir que el descanso sea el causante del sobrepeso.

Como en el caso anterior debemos afirmar que la siesta no puede convertirse en grasa porque no es un alimento, ni a ella se le puede atribuir causalidad directa en el aumento del tejido adiposo, aunque es cierto que si comparamos el gasto realizado durante la siesta con el consumo energético de un paseo alternativo o el de una práctica deportiva, sí encontraremos diferencias.

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CAUSAS QUE SÍ ME ENGORDAN

Existe gran disparidad de opiniones respecto a las causas que originan el incremento del peso, desde quienes atribuyen el sobrepeso al placer de comer, los que lo relacionan con el orden en la ingesta de los alimentos, con la presencia de agua en las comidas y los que creen que la ingesta de grasas es la única causa a la que se puede atribuir la obesidad y se esfuerzan en reducirlas al máximo.

Otros atribuyen su problema a la falta de suficiente ejercicio y se proponen programas de actividad física a veces inalcanzables. La realidad es que gran parte de los obesos, siguen  engordando cada día más, sin llegar muchas veces a comprender las razones de ese aumento.  Vamos a tratar de averiguar las autenticas causas, que nos están haciendo obesos a más del 50 % de la población en el primer mundo.

La Escuela de Salud Dyética defiende que “engordamos por comer mal” y “no por comer más”. No es de recibo aceptar que seamos la única especie animal que engorde por saciar su hambre y que deba dejar los platos a medio comer si quiere evitar el fantasma de la obesidad, ni  que debamos machacarnos en el gimnasio para mantener una figura normal.

 Observando la naturaleza salvaje, que se nutre libremente, sin prejuicios ni esquemas alimenticios artificiosos, vemos que ni a herbívoros como los búfalos ni a carnívoros como los leones,  nadie les limita su comida, ellos comen a placer hasta que se sienten saciados, tampoco nadie les obliga a hacer ejercicios físicos adicionales y curiosamente mantienen su peso en condiciones óptimas.

¿No será que ellos sí saben alimentarse correctamente siguiendo el ejemplo de sus ancestros y, o aplicando el instinto propio de su especie?

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