Alberto no escribió una bibiografía por el momento

LA DIABETES Y EL ESTRÉS

Cuando soportamos una situación de estrés, nuestro sistema hormonal se altera y se paralizan la mayor parte de sus funciones, estableciéndose situaciones de emergencia.

Para controlar la diabetes es determinante la eliminación de cualquier forma de estrés y ansiedad, a menudo imbricada con una autentica sensación de hambre, que suele ir unida a crisis de hipoglucemia relativa, muy frecuente en los diabéticos.

Ante una situación de emergencia, se pone en marcha la producción de las hormonas del estrés, uno de los sistemas de defensa más ancestrales de los seres vivos, dejan de funcionar la mayoría de las hormonas habituales y se da preferencia a la adrenalina y a la hidrocortisona.

La adrenalina aumenta la frecuencia cardiaca y sube la tensión arterial, preparando al corazón para una situación de ataque o de defensa y la hidrocortisona vacía los depósitos de glucosa al torrente sanguíneo. Sube la glucemia y como reacción inmediata se aumenta la producción de insulina, el consumo de oxígeno y la formación de radicales libres, a la vez que se paraliza la formación de las nuevas células para la renovación.

También se colapsan las hormonas autocrinas necesarias para el funcionamiento metabólico normal, se frena la diuresis y se retienen todos los líquidos posibles, en previsión de ulteriores restricciones hídricas.

El resultado es una paralización de todos los sistemas metabólicos, un aumento del deterioro orgánico y un retroceso en la renovación celular, que son incompatibles con el mantenimiento de la salud a medio plazo.

Es el estrés un factor limitante, cuando no excluyente de cualquier intento de recuperación, de ahí la necesidad de liberarse de esta auténtica rémora para poder reiniciar la normalización de los procesos metabólicos, pues con frecuencia vemos fracasar las mejores terapias antidiabéticas, mientras persiste más o menos de forma latente algún problema acuciante para el enfermo. Sigue...

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¿SE HEREDA LA DIABETES?

El principal culpable de la diabetes del adulto, es el hiperinsulinismo, entendido como una exagerada producción de insulina por parte del páncreas, ante la presencia continua de elevados niveles de glucosa en sangre. Aun teniendo el hiperinsulinismo un origen hereditario, también es cierto que no llega a expresarse en los pacientes predispuestos genéticamente, mientras la glucemia se mantiene en los valores normales, merced al equilibrio del primordial eje hormonal “Insulina/Glucagón”. 

Si la ingesta de hidratos de carbono está acompañada en las proporciones adecuadas con la de proteínas, se garantiza una producción equilibrada por parte del páncreas, tanto de la insulina, como del glucagón. Ambas hormonas se neutralizan entre sí, la generación de insulina se contrarresta con la del glucagón, evitándose así los efectos devastadores de la hiperproducción insulínica.

El hiperinsulinismo al principio suele provocar hipoglucemia en las personas predispuestas. Estas situaciones de hipoglucemia incitan al paciente a buscar alguna compensación y saciar su hambre de “algo dulce”, tomando más hidratos para elevar sus niveles de glucosa. Ante la nueva subida de la glucemia se vuelve a incrementar la producción de insulina, que reducirá de nuevo los niveles de azúcar y así se forma un círculo vicioso que conduce a un persistente hiperinsulinismo.

Cuando en los individuos predispuestos genéticamente se mantiene durante un tiempo suficiente el exceso de insulina, junto con un exceso de grasa, el organismo se defiende y se hace resistente a la insulina, que en exceso es una hormona muy agresiva.

Esta resistencia complica más el cuadro, puesto que persiste la situación de hambre celular, unida a la obesidad y a la hiperglucemia, junto con el exceso de insulina y una creciente intolerancia al exceso de glucosa en sangre. Sigue...

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¿EL EJERCICIO SOLUCIONA LA DIABETES?

Sabemos que un ejercicio físico moderado y lúdico mejora el control metabólico porque  aumenta la captación y consumo de glucosa por parte del músculo, disminuyendo en parte la hiperglucemia, a la vez que normaliza la tensión arterial y reduce el sobrepeso.

No es lógico utilizar en exclusiva el ejercicio físico para reducir de forma estable la hiperglucemia, derivada de un desorden alimentario. Realizar únicamente ejercicios físicos para este fin, incluso pueden incrementar de manera indirecta los niveles de azúcar en sangre por la acción de la cortisona, si esta situación nos provoca estrés. 

El ejercicio físico, de preferencia lúdico y no competitivo, debe ser utilizado como una forma natural de mantener activo y vital el aparato locomotor, independientemente de los niveles de glucemia, que responden mucho mejor y de forma totalmente natural a la “alimentación equilibrada”.  

Paralelamente debemos recordar que la utilización de la glucosa como combustible para la realización del trabajo muscular no es su función prioritaria y debiera reservarse para el suministro de la energía a las células en general y a las  neuronas en particular, pues además de la relativa ineficiencia como combustible para la acción deportiva, derivada de su baja concentración calórica, debemos contar con las dificultades inherentes a su práctica en muchos de los pacientes impedidos o con limitaciones físicas.  Sigue...

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EL DRAMA DE LA GLICOSILACIÓN

Si la "resistencia a la insulina" continúa, la respuesta del páncreas se incrementa produciendo más insulina hasta llegar al temido hiperinsulinismo y producir el agotamiento de la glándula, provocando hiperglucemia.

Ya hemos comentado que la hiperglucemia mantenida va afectando a todos los territorios del organismo, impregnando las células de una especie de melaza, que las hace pegajosas. En concreto los glóbulos rojos, que son los encargados de llevar el oxígeno a todas las células del cuerpo, se van quedando pegados unos a otros y forman microembolias, que obstruyen el cauce de los capilares de manera que el oxígeno ya no puede llegar hasta las células. 

Esta situación provoca la muerte de las células por anoxia y puede ser  irreversible cuando afecta a órganos tan importantes como la retina, los riñones, el corazón, el cerebro… En general podemos afirmar que afecta a todos los órganos acelerando su decadencia ante la imposibilidad de renovación celular y forzando un envejecimiento prematuro.

Realmente el panorama de los diabéticos, que no se deciden a controlar sus cifras de glucemia es muy sombrío, si no se corrige adecuadamente el círculo vicioso de: Exceso de glucosa (hiperglucemia), exceso de insulina (hiperinsulinismo), intolerancia a la glucosa y diabetes.

Sin embargo recordemos que existe una solución sencilla y natural, capaz de contrarrestar de forma definitiva todo este proceso y asegurar el equilibrio Insulina /Glucagón. Se trata de reaprender a comer, asociando en todas las comidas los hidratos (origen de la glucosa) con la suficiente cantidad de proteínas (origen de los aminoácidos), en la proporción ideal para el “Homo Sapiens”:  Hidratos = 4 y Proteínas = 3. Sigue...

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LA INTOLERANCIA A LA GLUCOSA

Ante el exceso de insulina, reaparece como defensa la llamada resistencia a la insulina, que reduce la eficacia de la misma y obliga al páncreas a incrementar, todavía más la producción de insulina potenciando de nuevo el hiperinsulinismo.

Parece contradictorio pero conviven en el diabético tipo 2: un exceso de glucosa (hiperglucemia), con un exceso de insulina (hiperinsulinismo) y una persistente resistencia a la insulina.

Si la hiperglucemia se mantiene durante tiempo suficiente, se destruyen por intoxicación las células del hipotálamo, que son las encargadas de regular los niveles de glucosa en sangre y se produce una “glicosilación” de todas las células y proteínas del organismo. El análisis de la glicosilación de la hemoglobina  se usa para evaluar en los diabéticos el deterioro promedio de los últimos tres meses por el exceso de glucosa en sangre (hiperglucemia).  

La impregnación excesiva de glucosa en los hematíes (efecto melaza) les hace perder flexibilidad, los hace pegajosos y los incapacita para realizar su función de transferir el oxígeno a las células, que empezarán a sufrir de hipoxia y morirán prematuramente. Este es el auténtico drama que sufren los diabéticos de manera progresiva, sobre todo, en la retina, en los riñones, en el cerebro, en el corazón, etc… si no logran reducir su (hiperglucemia). Sigue...

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