Andrea Gila: “No me sorprendió ver cómo la leche materna se adaptaba a la edad gestacional, sino al sexo del recién nacido”

Alicia Serrano
08/03/2022 La enfermera Andrea Gila se vio obligada a pedir limosna para terminar su tesis doctoral, y para ello recurrió a una campaña de crowdfunding a través del Programa Precipita, de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (Fecyt).

En mayo de 2021 terminó su tesis, Composición de la leche materna en el primer mes de lactancia: influencia de factores maternos y neonatales, cuya conclusión global es que los macronutrientes y antioxidantes de la leche materna en el primer mes de lactancia están modulados por factores maternos y neonatales que adaptan su contenido a las necesidades fisiológicas del neonato, mientras que los ácidos grasos están más influenciados por la dieta materna.

La tesis está centrada en la lactancia y la salud de los recién nacidos prematuros. El objetivo de este proyecto multidisciplinar–en el que también participaron fisiólogos, una química de alimentos y una neonatóloga- era analizar la composición de la leche materna (sobre todo se centró en los compuestos bioactivos) para comprobar las diferencias entre la de una madre cuyo parto ha tenido lugar de forma prematura y a término. También se valoró la influencia de distintos factores, como la edad materna, la alimentación, la composición corporal o el estrés, en la composición de esa leche.

Como enfermera, Gila aportó una visión más social al proyecto, centrándolo en realizar intervenciones a las madres lactantes para mejorar su salud y las de sus recién nacidos. Ahora, sin embargo, no puede recuperar la ilusión con la que empezó en la investigación, por lo que el pasado mes de diciembre decidió hacer un parón en su carrera investigadora y académica, aunque no sabe si será temporal o definitiva.

PREGUNTA: ¿Por qué decidiste hacer una tesis en la que se comprobaba la calidad de la leche materna en función de la edad gestacional del bebé?

RESPUESTA: Siempre me ha interesado y llamado la atención el inicio de la vida. Desde el embarazo, el parto, la lactancia y los primeros meses de vida. Antes de graduarme en Enfermería, hice el TFG sobre cómo afectaba la malnutrición materna a la salud del recién nacido, y durante esa etapa aprendí que existen muchos factores durante el embarazo y los primeros 1.000 días de vida que pueden condicionar la salud y la calidad de vida en la etapa adulta.

Cuando decides hacer la tesis doctoral, es importante ver qué líneas de investigación tienen los grupos con los que quieres trabajar, y también qué se sabe y qué no. Yo encontré que, dentro de mi área de interés que era el inicio de la vida y cómo mejorar la salud de los recién nacidos, había mucha evidencia de que la lactancia materna era muy beneficiosa para todos ellos, pero en especial los prematuros, al nacer más inmaduros y ser más vulnerables.

Dentro de esa evidencia, había numerosos estudios que describían cómo cambiaban los macronutrientes de la leche materna en función de el periodo de lactancia, de la edad gestacional o del momento de la toma. Sin embargo, había poca información acerca de cómo todos esos factores y otros relacionados con el día a día de las mujeres tras el parto afectaban a los micronutrientes de la leche materna, especialmente los compuestos bioactivos.

Estos compuestos bioactivos son los que le dan esas propiedades tan beneficiosas a la leche materna, por lo que decidí centrar mi estudio en los antioxidantes y en los ácidos grasos con actividad biológica, así como en los recién nacidos prematuros, que tienen más riesgo de sufrir alguna patología durante los primeros días y/o meses de vida.

P: ¿Cuántas madres han participado?

R: El estudio lo llevamos a cabo en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid, y reclutamos a madres que tenían a su hijo ingresado en el Servicio de Neonatología (especialmente prematuros) y a madres que acababan de dar a luz, en el Servicio de Maternidad (madres a término con hijos sanos). En total reclutamos 63 madres, entre los meses de octubre de 2019 a agosto de 2020. Sin embargo, fueron finalmente seleccionadas 55 madres para llevar a cabo el estudio. Esas 55 mujeres nos cedieron, de forma totalmente altruista, 5 mL de leche materna a los días 7, 14 y 28 postparto. Además, nos cedieron una muestra de saliva, les medimos la composición corporal y rellenaron cuestionarios psicológicos y nutricionales exhaustivos. A los neonatos, se les hizo un seguimiento antropométrico durante el primer mes de vida.

Las muestras de leche materna recogidas en el Hospital Clínico San Carlos se analizaron en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid, en el Instituto de Investigación en Ciencia de la Alimentación (CIAL) de Madrid y en el Beth Israel Deaconess Medical Center en Boston.

P: Comenzaste planteándote la hipótesis de que los compuestos bioactivos de la leche materna están modulados por factores maternos y neonatales, que adaptan su contenido a las necesidades del neonato. ¿Qué es lo que más te sorprendió de la investigación?

R: La leche materna es un alimento vivo, dinámico. Que la composición de la leche se adaptaba a las necesidades de los recién nacidos prematuros es algo que, después de leer tanta bibliografía, podía llegar a intuir. El problema es que hay tantos factores confusores a la hora de estudiar la composición de la leche materna, que necesitábamos cubrir y estudiar tanto factores neonatales (edad gestacional, z-score, estado de salud, sexo, talla, peso, circunferencia de la cabeza…) como maternos (edad, alimentación, composición corporal, actividad física, estado psicológico, periodo de lactancia…) para entender mejor cuáles eran aquellos factores más determinantes de la composición de la leche materna.

La leche de madres con recién nacidos varones tiene mayores niveles de proteínas, capacidad antioxidante total y ácidos grasos esenciales para el desarrollo neurológico que la leche de las que han dado a luz a una niña

En este estudio, analizamos distintos antioxidantes enzimáticos (catalasa y SOD), no enzimáticos (GSH, grupos tioles) y la capacidad antioxidante total de la leche materna con dos métodos diferentes (ABTS y FRAP). Además, analizamos biomarcadores de daño oxidativo a proteínas (grupos carbonilo) y a lípidos (MDA + HNE). Con respecto a los ácidos grasos, estudiamos los de la ruta del omega-3 y omega-6, los monoinsaturados y los saturados.

Los recién nacidos, según su edad gestacional, se clasifican en: término (37 – 41 semanas de gestación), prematuros tardíos (32 – 36 semanas de gestación), prematuros moderados (28 – 31 semanas de gestación) y prematuros extremos (antes de la semana 28 de gestación). La madurez de los sistemas antioxidantes del feto se completa en el tercer trimestre de gestación, así como la formación de los depósitos de ácidos grasos, por lo que aquellos que nacen de forma prematura van a tener esos sistemas inmaduros y van a tener mayor riesgo de desarrollar patologías relacionadas con el estrés oxidativo.

Además, el parto es un acontecimiento que provoca mucho estrés oxidativo y que aumenta la producción de especies reactivas de oxígeno en el recién nacido, al pasar de un ambiente intrauterino pobre en oxígeno a un ambiente extrauterino rico en oxígeno. Por ello, estos recién nacidos prematuros, más vulnerables al estrés oxidativo, requieren que esos antioxidantes que no son capaces de producir por sí mismos, se le administren de forma exógena, y la mejor forma de hacerlo es mediante la leche materna. En nuestro estudio pudimos observar como, a menor edad gestacional, mayores eran los niveles de antioxidantes y de ácidos grasos con actividad biológica en la leche materna. Es decir, la leche materna estaba adaptada a esa mayor necesidad de compuestos bioactivos cuanto mayor era el grado de prematuridad del recién nacido.

A menor edad gestacional, mayores son los niveles de antioxidantes y de ácidos grasos con actividad biológica en la leche materna

Lo que más me sorprendió, sin embargo, no fue ver cómo la leche se adaptaba a la edad gestacional, sino al sexo del recién nacido. El sexo masculino no solo es un factor de riesgo para la prematuridad, sino que cuando nace de forma prematura, tiene menores posibilidades de supervivencia que si fuese de sexo femenino. Esto se debe a que el sexo masculino es más vulnerable al estrés oxidativo que el femenino. Siguiendo la tónica de la edad gestacional y la mayor vulnerabilidad de los recién nacidos, encontramos resultados similares con el sexo masculino. Pudimos ver cómo la leche de madres con recién nacidos varones tenían mayores niveles de proteínas, capacidad antioxidante total y ácidos grasos esenciales para el desarrollo neurológico que aquellas madres que habían dado a luz a una niña. Fueron resultados muy sorprendentes ya que en la literatura no existen estudios que hablen sobre esto y tampoco era un objetivo de estudio inicial en mi proyecto de tesis.

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P: ¿Cómo afecta el estado psicológico materno a la calidad de la leche?

R: El estado psicológico materno lo medimos con tres cuestionarios diferentes que analizaban el nivel de estrés y optimismo durante el postparto, y la depresión postparto. Además, analizamos los niveles de cortisol en una muestra de saliva. Esta parte del estudio se realizó a día 14 y se hizo seguimiento a los 6 meses postparto.

Aunque no observamos ninguna relación entre los niveles de cortisol salivales con la composición de la leche materna, sí pudimos ver como las madres disminuían su nivel de optimismo del primer al sexto mes postparto, posiblemente influencia por la pandemia, y que las madres prematuras tenían mayores puntuaciones de depresión postparto a los 6 meses que las madres con parto a término, lo que nos refleja la enorme necesidad de brindar apoyo y hacer un seguimiento psicológico a las madres prematuras hasta, al menos, los 6 meses.

Andra Gila, en el laboratorio analizando diferentes muestras de leche materna.
Andra Gila, en el laboratorio analizando diferentes muestras de leche materna.
P: ¿Afecta la edad materna a la composición de la leche?

R: Aunque el estudio de la melatonina decidimos finalmente no meterla en la tesis, sí que la analizamos y publicamos los resultados en el artículo titulado Influence of Maternal Age and Gestational Age on Breast Milk Antioxidants During the First Month of Lactation.

La melatonina es una hormona que regula el ciclo del sueño, pero que también tiene un potente efecto antioxidante. En este estudio observamos cómo la concentración de melatonina en la leche materna disminuía a medida que aumentaba la edad de la madre. Es decir, la leche de madres en edades avanzadas tenía menor concentración de melatonina que la de madres jóvenes.

P: ¿Es importante la alimentación de la madre?

R: Llevar una dieta saludable y que siga el patrón de la Dieta Mediterránea es importante en todas las etapas de la vida, pero en especial en el embarazo y la lactancia. Durante estas etapas aumentan los requerimientos nutricionales y energéticos, y déficits nutricionales pueden tener consecuencias negativas en la salud de la madre y en el desarrollo del recién nacido. Durante la lactancia, esto es particularmente relevante, ya que la madre tiene que aportar nutrientes y compuestos bioactivos a la leche materna, los cuales pueden depender de su estado nutricional.

La composición lipídica y el perfil de ácidos grasos de la leche materna están muy relacionados con la dieta, por lo que es importante que las madres ingieran una dieta de calidad, ya que la grasa de la leche materna proporciona casi el 50% de la ingesta energética hasta los 6 meses de vida.

Los ácidos grasos de la leche materna son importantes reguladores del desarrollo, la función inmunológica y el metabolismo del lactante. Los ácidos grasos esenciales, incluidos los ácidos grasos poliinsaturados, son fundamentales para el crecimiento, la organogénesis y la regulación de la inflamación, siendo el ácido oleico el mayoritario en la leche.

La composición en ácidos grasos de la leche es particularmente relevante en los recién nacidos prematuros, ya que la madre proporciona los ácidos grasos al feto mediante transferencia placentaria en torno a la semana 32 de gestación, por lo que los prematuros extremos y moderados presentan unos depósitos de ácidos grasos deficitarios. Por ello, resulta esencial administrárselos a través de la lactancia materna.

La concentración de melatonina en la leche materna disminuye a medida que aumenta la edad de la madre

Según los resultados obtenidos en la tesis doctoral, la dieta materna no parece influir en los macronutrientes, antioxidantes ni en los biomarcadores de daño oxidativo de la leche materna, mientras que la ingesta de ácidos grasos en la dieta se ve reflejada en el perfil lipídico de la leche.

P: ¿Cuál es la conclusión global de tu tesis?

R: Aunque es una tesis muy amplia, y se tratan tres áreas principales: composición de la leche materna, estado nutricional y estado psicológico de la madre durante la lactancia, la conclusión global de la tesis sería que los macronutrientes y antioxidantes de la leche en el primer mes de lactancia están modulados por factores maternos y neonatales que adaptan su contenido a las necesidades fisiológicas del neonato, mientras que los ácidos grasos están más influenciados por la dieta materna.

P: ¿Ha sido duro investigar en condiciones precarias?

R: Mi tesis empieza con el apartado de agradecimientos, y la primera frase me la he dedicado a mí misma: “qué lejos has llegado para lo poco que confiabas”. Y esto lo escribí porque durante la tesis tuve varios momentos de querer tirar la toalla. La tesis, y cualquier etapa de formación, es un aprendizaje. Lo que no sabía, es que el aprendizaje de la tesis no era la lactancia, ni los antioxidantes ni los prematuros. El aprendizaje era yo. El resultado de los 3 años de tesis doctoral era mi crecimiento personal.

La tesis es dura, es una lucha constante contigo misma, en la que aparecen más problemas y obstáculos que éxitos. Y aprender a lidiar con ello, aunque a la larga es algo gratificante, en el momento supone una gran presión. Y si encima tienes una autoexigencia tan grande como la mía, puede ser un coctel molotov de emociones. Y no precisamente positivas o agradables. Te planteas si eres capaz, si tiene sentido, si te gusta tanto como para sentir esa ansiedad. Y sí, sí era capaz, sí tenía sentido, sí me gustaba tanto.

Y analizándolo con tiempo, me di cuenta de que había otro problema: tenía un trabajo por el que no cobraba, y cuando lo conseguí, no me permitía llegar a fin de mes. Los contratos predoctorales son, en su gran mayoría, precarios. La precariedad agota tanto como el estrés, aumenta la ansiedad, dificulta la conciliación y consigue que el trabajo que tanto te gustaba, que tanta ilusión te hacía, empiece a provocarte lo contrario.

He estado tres años esforzándome al máximo para conseguir un CV brillante, para ser capaz de acreditarme por la ANECA y competir por una plaza de profesora de universidad al terminar el doctorado. Ese sobreesfuerzo desde el principio hizo que necesitase ayuda psicológica semanal, y estaré eternamente agradecida porque sé que no tiré la toalla gracias a pedir ayuda. Y todo esto considerándome una privilegiada, ya que yo he tenido unos directores brillantes que me han ayudado a tener el CV que tengo hoy en día, nunca he sentido competitividad con otros doctorandos y tenía un trabajo casi asegurado al terminar. Sin duda he sido una afortunada.

Pero incluso con eso, una vez terminé la tesis, me vino de golpe todo el cansancio que arrastré durante los 3 años que duró mi tesis, que no era consciente hasta que paré. Y no he podido recuperar la ilusión con la que empecé en la investigación, por lo que el pasado mes de diciembre decidí hacer un parón en mi carrera investigadora y académica, no sé si temporal o definitiva.