¿Relación entre microbiota intestinal y covid-19?

Por Dra. Celia Marina Gonzalo Gleyzes
16/11/2020 Desgraciadamente, la pandemia por covid-19 progresa, pero nuestros conocimientos en cuanto a tratamientos y factores de riesgo implicados van aumentando. Sabemos que la edad (envejecimiento), la hipertensión arterial, la obesidad, la dislipemia (alteraciones del colesterol y de los triglicéridos) y la diabetes mellitus nos hacen más vulnerables al virus.

En este sentido, destacamos una publicación en el 'Virus Research' que formula una hipótesis sobre la relación entre la microbiota intestinal y el covid-19.
El ser humano alberga 1.014 microorganismos en su flora intestinal, que está compuesta por bacterias, arqueas, virus y hongos. En personas sanas dominan las actinobacterias, los firmicutes, las proteobacterias y los bacteroidetes. La microbiota tiene un papel muy importante en nuestra salud por sus efectos protectores, tróficos y metabólicos.
Se establece una relación de intercambio entre esos microbios y el huésped: ellos consiguen un hábitat y nosotros una ayuda para la digestión y la inmunidad frente a algunos patógenos.
Covid-19, intestino y pulmón
El covid-19 utiliza los receptores de la enzima conversora de angiotensina 2 (ECA2) para penetrar en las células, receptores que se expresan en diversos tejidos. Algunos pacientes infectados presentan, por ejemplo, episodios de diarrea durante días. El pulmón albergaría también microorganismos (flora). La idea del eje intestino-pulmón viene del hecho de que la microbiota intestinal afecta a la salud pulmonar, siendo esta una relación bidireccional. Muchos estudios han demostrado que las infecciones respiratorias se asocian a un cambio en la flora intestinal. El proceso de envejecimiento se acompaña de pérdida de esas bacterias 'buenas', propiciando un estado de disbiosis. Este desequilibrio se asocia a la aparición de enfermedades y a probables cuadros por covid-19 más severos.
Bacterias y sistema inmune
La microbiota tiene la capacidad de modular el sistema inmune para que presente respuestas pro o antiinflamatorias, teniendo consecuencias sobre la aparición de enfermedades. Es la búsqueda del equilibrio perfecto.
Evitar una respuesta frente a una infección por coronavirus (microbiota sana) puede ser fundamental para limitar una serie de reacciones inmunitarias excesivas que eventualmente serían perjudiciales para los pulmones y para otros órganos vitales. Un ejemplo de la relación de las bacterias con el sistema inmune se observa en los ancianos que reciben Bifidobacterium lactis, en los que aumentan los leucocitos mononucleares y la actividad antitumoral de las células NK.
Papel de la alimentación
Citaremos unos ejemplos:
El consumo de prebióticos como la inulina, la polidextrosa y la fibra de maíz mejoran la inmunidad, la diversidad de bacterias y la digestión.
Integrar en la dieta carbohidratos no digeribles presentes en cereales integrales permite la reducción de la citoquina proinflamatoria IL-6 y de la resistencia a la insulina.
La degradación de la fibra por las bacterias intestinales aumenta la producción de ácidos grasos de cadena corta en el torrente sanguíneo, protegiendo los pulmones de una inflamación alérgica.
La dieta baja en grasa lleva a un aumento de las bifidobacterias en las heces (efecto positivo).
En estudios en animales con una alimentación rica en grasa o azúcar se observó una tendencia a la disrupción del ritmo circadiano.
Los yogures con probióticos reducen los enteropatógenos E.coli y Helicobacer pylori.
Estrategias
Lo ideal sería analizar la microbiota individual para adaptar una dieta especial y utilizar los probióticos (cepas de bacterias vivas) en personas vulnerables que ya tengan una disbiosis, en personas sanas como medida preventiva y en pacientes ya infectados y debilitados. Es cierto que se trata de un campo que todavía requiere más investigación, pero algunas evidencias son claras. En la lucha contra el covid-19, los médicos y los dietistas prestarán una valiosa ayuda en su prevención.
Celia Marina Gonzalo Gleyzes es licenciada en Medicina por la Universidad Autónoma de Madrid. Actualmente es facultativo especialista en Endocrinología y Nutrición, subespecialización en Medicina Antienvejecimiento, Preventiva y en Terapia de Reemplazo Hormonal Bioidéntico en la clínica Neolife de Madrid.