La microbiota emerge como factor relacionado con el riesgo cardiovascular y las alteraciones del sistema nervioso

Carla Nieto Martínez

10 de abril de 2019 MADRID, ESP. La microbiota y la epigenética son factores que cada vez se tienen más en cuenta a la hora de determinar la mayor o menor predisposición de una persona a desarrollar factores de riesgo cardiovascular.

Cuyo conocimiento arroja muchas evidencias sobre los efectos que la dieta y otros factores, como los medioambientales, tienen no solo en la salud cardiovascular, sino también en la aparición de alteraciones relacionadas con el sistema nervioso central. Esta es una de las conclusiones del XIII Congreso Internacional de Nutrición, Alimentación y Dietética, celebrado en Madrid los días 3 y 4 de abril.

"Lo que comemos no solo nos beneficia químicamente, sino también desde el punto de vista genético, y actualmente sabemos que hay una estrecha relación entre la población bacteriana intestinal, la epigenética y la enfermedad cardiovascular, lo que posiciona a la microbiota como un factor adicional y emergente a considerar, no solo como variable predictora, sino como objetivo terapéutico", afirmó el Dr. Guillermo Aldama, especialista en cardiología intervencionista del Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña, en España, durante su intervención sobre Salud Gastrointestinal.

Como explicó el Dr. Aldama, la composición de la microbiota es la que determina la forma en que se procesan los alimentos, así como la acción que a nivel genético ejercen ciertos nutrientes con propiedades cardioprotectoras. "Es el caso de los polifenoles, que poseen la capacidad de desactivar determinados genes que predisponen al desarrollo de la arteriosclerosis y, por tanto, previenen la enfermedad cardiovascular, y también del ácido fólico, que tiene un mecanismo similar".

Ahondado en el papel que desempeña la composición de la microbiota a nivel cardiovascular, los expertos coincidieron en destacar el creciente protagonismo que está adquiriendo un tipo de bacterias (firmicutes) en distintos campos, entre ellos el estudio del riesgo cardiaco. "Se sabe que las personas con niveles elevados de firmicutes en su microbiota tienen más dificultad para desactivar o 'apagar' ciertos genes relacionados con la aparición de la diabetes de tipo 2, la obesidad y la hipercolesterolemia, principales factores de riesgo cardiovascular", comentó el Dr. Aldama.

En la misma línea, el Dr. Luis Collado, director del Departamento de Medicina, y de la Cátedra UCM-CLAS de la Universidad Complutense de Madrid, declaró a Medscape en Español que los firmicutes pertenecen a uno de los géneros más estudiados de la microbiota, junto a los bacteroides, y que actualmente hay en marcha muchas investigaciones que los relacionan con los factores de riesgo cardiovascular.

"Se ha visto que las dietas ricas en grasas aumentan el nivel de firmicutes respecto al de otras bacterias intestinales, dando lugar a una disbiosis, y produciendo una endotoxemia metabólica, la cual, a su vez, favorece la entrada en el organismo de sustancias que promueven la aparición de un cuadro de inflamación muy leve, pero crónica", añadió.

Asimismo, el Dr. Collado señaló que la base patogénica de la obesidad es un proceso inflamatorio crónico que se manifiesta a nivel del tejido adiposo, lo que desde el punto de vista cardiovascular significa que la disminución del nivel de firmicutes en la microbiota implicaría la reducción del riesgo de esa endotoxemia, de obesidad, y también de diabetes de tipo 2."La estrategia de suplementar la alimentación con probióticos con el objetivo de hacer descender los niveles de estas bacterias en la flora intestinal permite actuar sobre los principales factores implicados en el síndrome metabólico en general, y en el riesgo cardiovascular en particular", destacó el especialista.

Respecto a las últimas evidencias sobre los beneficios de los probióticos en la salud cardiaca, el Dr. Collado destacó el papel que dichas sustancias pueden desempeñar en la prevención primaria de estas patologías: "Hay investigaciones, como la publicada recientemente en Nature, que apuntan a que bacterias probióticas como lactobacillus plantarum pueden modificar de forma importante factores de riesgo cardiovascular.[1] Concretamente, han demostrado reducir en 14% los niveles de lipoproteínas de baja densidad, y entre 30% y 35% las cifras de colesterol total, favoreciendo también una disminución notable en las cifras de hipertensión arterial".

Durante su intervención en la mesa redonda sobre Microbioma y Salud, el Dr. Collado presentó el proyecto Microbioma Español, iniciativa que tiene como objetivo realizar un mapeo del miocrobioma en España, y cuya fase inicial consiste en una secuenciación masiva del gen S16. En el proyecto van a intervenir 537 participantes de todas las comunidades autónomas españolas y se prevé que los primeros resultados estén disponibles dentro de 12 a 18 meses.

Actualmente solo se han realizado tres mapeos de este tipo en todo el mundo (en Estados Unidos, Europa y África) y teniendo en cuenta que, como se puso de manifiesto reiteradamente en este congreso, hay evidencias sobradas de que la dieta mediterránea resulta especialmente beneficiosa para mantener la microbiota en buen estado.

"Las conclusiones de este mapeo deberían demostrar que la microbiota de los españoles es distinta a la del resto de los países del entorno, quizá con excepción de Italia. La idea es completar el estudio haciendo una secuenciación del ADN, en una segunda fase", destacó el Dr. Collado.

El Dr. Manuel Porcar, microbioólogo y miembro del Grupo de Biotecnología y Biología Sintética del Instituto de Biología Integrativa de Sistemas de la Universidad de Valencia, durante su intervención hizo un repaso a los últimos avances sobre los factores que intervienen en la configuración del microbioma y su relación con determinadas patologías.

"Hoy sabemos que la composición del microbioma oscila a lo largo de la vida, y que en ella intervienen tanto factores internos (genética) como externos. Entre estos últimos destaca el papel de los fármacos. Es sabido el papel devastador que los antibióticos tienen sobre la microbiota, pero lo que no es tan conocido es el efecto desequilibrante de otros fármacos como los antihistamínicos, del que curiosamente no se advierte en los prospectos".

"Otro factor externo determinante es la dieta, y en este sentido, todos los especialistas coinciden en que mantener una microbiota sana pasa por potenciar el componente vegetal a través de la ingesta abundante de frutas y verduras, siguiendo el patrón de la dieta mediterránea", agregó.

El Dr. Porcar también aludió a las últimas evidencias sobre el efecto directo que tiene la ingesta de proteínas de origen vegetal por un lado, en el aumento de microrganismos beneficiosos como las bifidobacterias o los lactobacilos y, por otro, en la disminución de aquellos que tienen un efecto negativo sobre la microbiota, como los firmicutes.

"En cambio, el consumo abundante de grasas y proteínas de origen animal que caracteriza al estilo de alimentación típico de un grupo amplio de la sociedad actual produce justo el efecto contrario, aumentando los niveles de firmucutes y disminuyendo los de las bifidobacterias positivas", puntualizó el clínico. Asimismo, señaló que prácticamente todas las semanas se publica un nuevo estudio que demuestra la relación entre la microbiota y alguna enfermedad. Hace tiempo se estableció su vinculación con patologías digestivas como la enfermedad inflamatoria intestinal o la enfermedad de Crohn; "los estudios realizados al respecto demuestran que cuanto mayor es la diversidad de la microbiota, menores son los síntomas de estas patologías, y también con otras ‘extradigestivas’, como la psoriasis".

El microbiólogo reconoció la dificultad que plantean los estudios relacionados con la microbiota en lo que respecta a definir una relación de causa-efecto: "En algunos casos se establece esta relación, por ejemplo, en las enfermedades intestinales, en las que hay un aumento de microrganismos como fusobacterium (que produce erosión en el epitelio intestinal) y una disminución de otros como bacteroides y clostridium (que reducen la inflamación), pero esta asociación no siempre es tan obvia".

Esta opinión fue compartida por el Dr. Guillermo Álvarez Calatayud, de la Sección de Gastroenterología y Nutrición Infantil del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, y presidente de la Sociedad Española de Probióticos y Prebióticos, quien señaló que aún no está del todo claro si la disbiosis es la causa o la consecuencia de las enfermedades relacionadas con la microbiota:

"En el caso de los firmicutes se trata de un grupo de bacterias con más preponderancia en las personas con obesidad, pero esto no significa que quienes las tienen en una proporción mayor de la considerada ideal respecto a los bacteroidetes, 60/40, vayan a desarrollar necesariamente esta patología, es decir, todavía no sabemos con certeza si la obesidad y otras enfermedades implicadas en la composición de la microbiota son causa o consecuencia de la mayor presencia de firmicutes", informó el Dr. Álvarez.

En opinión del Dr. Álvarez, hasta ahora el ámbito en el que se tienen más evidencias de la modulación de los firmicutes mediante el empleo de probióticos es el de las enfermedades digestivas (sobre todo en muchos tipos de diarrea, enfermedad inflamatoria intestinal y alergias), "pero actualmente las líneas de investigación más potentes se dirigen, por un lado, al campo de la obesidad, y por otro, a los trastornos del comportamiento, como el autismo en los niños y la enfermedad de Alzheimer en las personas de edad avanzada".

En este sentido, el Dr. Porcar comentó que una de las líneas más novedosas que se está llevando a cabo es el denominado eje intestino-cerebro (gut brain axis), que es la relación entre la diversidad de los microbios presentes en el tubo digestivo y las alteraciones relacionadas con el sistema nervioso, incluidas las enfermedades mentales y los trastornos del comportamiento.

El especialista explicó cómo los estudios realizados en este sentido han demostrado que en los ratones que carecen de microbiota intestinal la respuesta al estrés es menor; que las infecciones intestinales producidas por determinados patógenos generan respuestas en el sistema nervioso central similares a las que ocurren en algunos casos de depresión; que el microbioma de las personas con autismo es distinto al de quienes no padecen este problema, y que existen evidencias de que algunos probióticos tienen efectos positivos sobre el sistema nervioso.

El Dr. Porcar comentó a Medscape en Español que más que el desarrollo de probióticos dirigidos específicamente a pacientes con depresión (campo de investigación que está en ciernes), la base sobre la que se está trabajando activamente es la relación entre las alteraciones de la microbiota y algunas patologías psiquiátricas y del sistema nervioso, "así que es previsible que el siguiente paso sea plantearse si con la utilización de una determinada bacteria, o la combinación de bacterias, puede lograrse que estos pacientes tengan una microbiota similar a la de una persona sana, como ya se hace a nivel digestivo, en el caso de las diarreas".

El experto explicó que hay algunas bacterias que producen ácido gamma-aminobutírico, un neurotransmisor que tiene un efecto antidepresivo: "Teniendo en cuenta que algunas de las bacterias que producen esta sustancia son probióticas, resulta muy tentador plantearse la hipótesis de, en un futuro, poder recurrir a microrganismos en vez de a fármacos como los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina para tratar la depresión".

"Existen muchas líneas de investigación emergentes en este campo, algunas de ellas muy avanzadas, así que todo apunta a que pronto veremos este tipo de probióticos con una aplicación claramente dirigida al ámbito de la salud mental", concluyó el especialista.

Los Dres. Porcar, Collado y Álvarez Calatayud han declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente.