Con los juegos de mesa el cerebro sale ganando

Batya Swift Yasgur

7 de enero de 2020 Los juegos de mesa pueden proteger contra el deterioro cognitivo e incluso mejorar la función cognitiva en personas de edad avanzada, señala nueva investigación.[1]

Los resultados de un estudio longitudinal grande mostraron que la mayor frecuencia con que se practican juegos de mesa, también conocidos como juegos analógicos, parece proteger contra el deterioro cognitivo.

Incluso entre individuos de 70 a 80 años, los que practicaban más juegos de mesa experimentaron menos deterioro de la memoria y otros parámetros cognitivos que sus contrapartes que no lo hacían, o lo hacían con menos frecuencia.

"Los juegos de mesa podrían tener un efecto moderado sobre la disminución saludable de las capacidades cognitivas, pero este estudio no fue una intervención, de manera que no tenemos evidencia de una relación causal segura", indicó a Medscape Noticias Médicas el autor principal, Drew M. Altschul, Ph. D., becario de investigación en epidemiología cognitiva, de University of Edinburgh, en Reino Unido.

"Los juegos de mesa pueden verse como una faceta de un estilo de vida sano que consta de otras modificaciones de la conducta que puede hacer una persona, como realizar más ejercicio, no fumar, no beber en exceso, y consumir alimentos más sanos, todo lo cual podría ser beneficioso para el envejecimiento cognitivo sano", destacó.

El estudio fue publicado el 18 de noviembre en la versión digital de Journals of Gerontology: Psychological Sciences.

Serie de datos excepcional
"El aleccionamiento computarizado del cerebro es un tema controversial por el momento, lo mismo que los efectos de los juegos analógicos sobre las funciones cognitivas, aunque se han estudiado mucho menos estos últimos", agregó Altschul.
Los estudios previos sobre los juegos analógicos han sido limitados porque no han analizado los cambios cognitivos en el curso del tiempo, o no han efectuado el ajuste con respecto a efectos de confusión.

Los investigadores utilizaron datos de la Cohorte de nacimiento de Lothian de 1936 (LBC 1936), una muestra poblacional de 1.091 individuos inicialmente sanos que nacieron en 1936.

A los 11 años de edad, a los participantes se les aplicó una prueba de inteligencia administrada en grupo (Moray House Test-12) que incluía clasificación de palabras, proverbios, objetos espaciales y aritmética.

Los participantes recibieron pruebas cognitivas y de salud en cuatro rondas:

Edad: 70 (n = 1.091).

Edad: 73 (n = 866).

Edad: 76 (n = 697).

Edad: 79 (n = 550).La cohorte de Lothian 1936 "es excepcional porque contamos con medidas de muchas variables a una edad temprana, al igual que muchas pruebas cognitivas a partir de la octava década, y una variable en la cual los participantes nos decían con cuánta frecuencia practicaban juegos de mesa", dijo Altschul.

Los criterios de inclusión fueron que los participantes no tuvieran demencia ni trastorno cognitivo; se excluyó del análisis a 11 participantes de 70 años de edad, y a otros 37 porque habían desarrollado demencia o alteración cognitiva entre los 70 y 79 años de edad.

A los participantes de 70 años de edad se les preguntó con cuánta frecuencia jugaban (por ejemplo, cartas, ajedrez, bingo o crucigramas). En la ronda 3 (76 años de edad) los investigadores también evaluaron si los individuos informaron algún aumento en la frecuencia de jugar entre los 70 y 76 años, y si era relevante, el grado del cambio.


Los posibles factores de confusión fueron variables sociodemográficas (género, años de escolaridad y clase social); otras actividades en las cuales los participantes podrían haber participado, y factores de riesgo patológicos para el deterioro cognitivo (antecedente de hipertensión, ictus, diabetes, o enfermedad cardiovascular).

"Resultados clave"
A los 70 años de edad, 33% de los participantes informó jugar diariamente o casi todos los días, y 20% menos de una vez al año, o nunca. Los participantes restantes quedaron en un punto intermedio.

Una gran parte de los participantes informó jugar diariamente; el segundo grupo más numeroso de participantes informó jugar menos de una vez al año o nunca, una distribución en forma de U, según describieron los investigadores.

Algunos participantes cambiaron sus hábitos de jugar entre los 70 y 76 años, y 160 jugaban más que lo que lo habían hecho antes de los 70 años de edad.

Un análisis de regresión demostró que la actividad que incluye juegos de mesa se relacionaba positivamente con la función cognitiva a los 70 años de edad (coeficiente b estandarizado = 0,094; t = 4,07; p < 0,001). Factores como función cognitiva superior a la edad de 11 años, género femenino, clase social más alta y nivel de escolaridad más alto también se relacionaron con mejor función cognitiva a los 70 años de edad.

Además, quienes jugaban más esta clase de juegos durante ese periodo experimentaron cambio positivo en la función cognitiva, con cambios "visibles" entre los individuos que eran jugadores con más frecuencia frente a menos frecuencia (coeficiente b estandarizado = 0,095; t = 4,07; p < 0,001), hallazgo que los investigadores llamaron "resultado clave".

Factores como menor función cognitiva a los 11 años de edad, género femenino, clase social más alta y nivel de escolaridad más alto se asociaron a un cambio cognitivo positivo que se calculó equivalente a una ganancia de aproximadamente 1,42 puntos similares al coeficiente intelectual por desviación estándar en la actividad de juegos.

Utilizando un modelo de relación esperada en el curso de la vida entre las variables, los investigadores encontraron que la función cognitiva a los 11 años de edad "tiene una relación ulterior positiva con nivel de escolaridad, clase social y función cognitiva a los 70 años de edad, así como jugar".

Incluso después del ajuste con respecto a las asociaciones directas e indirectas de funcionamiento a los 11 años de edad, escolaridad y clase social, jugar más se asoció todavía a mejor función cognitiva a los 70 años de edad (coeficiente b estandarizado = 0,083; z = 3,24; p = 0,001).

"En este modelo hubo una ganancia de 1,25 puntos similares al coeficiente intelectual de los 11 a los 70 años de edad por aumento de desviación estándar en practicar juegos analógicos", comentaron los autores.

Aunque hubo un deterioro cognitivo medio hasta la octava década en todos los participantes, el deterioro fue "más grave" en jugadores menos frecuentes.Sin embargo, otro resultado clave obtenido utilizando modelos de curva de crecimiento latente demostró que jugar más se asociaba a menos deterioro de la función cognitiva general de los 70 a los 79 años (b = 0,068; z = 2,523; p = 0,012).

En particular, la reducción del deterioro fue significativa para los subdominios de memoria y velocidad de procesamiento (b = 0,204; z = 3,114; p = 0,002; y b = 0,110; z = 2,689; p = 0,007, respectivamente) pero no alcanzó la significancia para los otros dominios.

Por lo que respecta al coeficiente intelectual, una desviación estándar de aumento en practicar juegos analógicos se asoció a una reducción de 1,02 puntos menos en la capacidad cognitiva general, y una reducción de 3,06 puntos menos en la capacidad de memoria entre los 70 y 79 años de edad.

"Para el público general, jugar podría ayudar al envejecimiento cognitivo, y sin duda no dañaría", agregó Altschul.

Divertido, económico y útil
En su comentario sobre el estudio a Medscape Noticias Médicas, Ria Vaportzis, Ph. D.,conferencista en psicología, de School of Social Sciences, University of Bradford, en West Yorkshire, Reino Unido, señaló que la muestra del estudio es excepcional.
"No hay muchos datos disponibles que nos permitan analizar la función cognitiva de las personas durante un periodo tan prolongado; básicamente se analiza toda la vida de las personas, lo cual no es algo que podamos reproducir fácilmente". Sin embargo, "es difícil hacer alguna recomendación práctica con base en los hallazgos, dado que algunos datos fueron recopilados en forma retrospectiva", añadió Vaportzis, quien no intervino en el estudio.

No obstante, "los juegos analógicos están disponibles en general, pueden ser una actividad económica y divertida que puede mantener a las personas activas desde el punto de vista mental y social, de manera que lo fundamental es que no dañan, y hay ciertos datos indicativos de que pueden ser beneficiosos".

Altschul estuvo de acuerdo.

"Los juegos son una manera económica de divertirse, pasar tiempo con los seres queridos, y pueden tener un efecto positivo para la salud del cerebro", finalizó.