El ejercicio puede revertir los efectos cardiacos negativos de la vida sedentaria

Patrice Wendling

15 de enero de 2018 DALLAS, EUA. Dos años de ejercicio iniciado en la mediana edad pueden restaurar la elasticidad del corazón en adultos previamente sedentarios, y prevenir el desarrollo de insuficiencia cardiaca con fracción de eyección preservada (ICFEP), sugieren los resultados de un estudio aleatorizado.

 

"Si analizamos los estudios de pacientes con insuficiencia cardiaca con fracción de eyección preservada, todos muestran corazones pequeños y rígidos con aumentos muy rápidos en la presión durante el ejercicio, y vasos sanguíneos rígidos con acoplamiento ventriculoarterial deteriorado; lo que este tipo de entrenamiento físico hizo, fue revertir el proceso que conduce a la insuficiencia cardiaca con fracción de eyección preservada", manifestó en una entrevista el Dr. Benjamin Levine, autor principal, de la University of Texas Southwestern Medical Center, en Dallas, Estados Unidos.

El Dr. Levine y sus colaboradores han demostrado previamente que los adultos de edad avanzada sedentarios tienen ventrículos izquierdos rígidos, pequeños, y similares a los de pacientes con insuficiencia cardiaca con fracción de eyección preservada, mientras que los atletas de mayor edad que compiten, y que entrenaron al menos 6 días a la semana durante su vida, tienen ventrículos izquierdos grandes, semejantes a los de una persona saludable de 30 años de edad.

Sin embargo, cuando los investigadores sometieron a adultos de edad avanzada sedentarios (edad promedio: 70 años) a 1 año de entrenamiento con ejercicio de intensidad moderada, de 5 a 6 veces por semana, encontraron poco efecto sobre la rigidez del ventrículo izquierdo; otro trabajo sugirió que el corazón realiza la transición al fenotipo envejecido con menor plasticidad cardiaca en la mediana edad.

"Observamos que el hecho de comenzar a los 70 años era demasiado tarde, y quizás 1 año demasiado poco, por tanto, después de definir en qué etapa del proceso de envejecimiento comienza esta rigidez, nos dimos a la tarea de encontrar el punto óptimo, y ver si es posible revertirlo. Esa fue la esencia de este estudio", explicó el Dr. Levine.

Con ese fin, 61 adultos sanos, sedentarios, de mediana edad (45 a 64 años), fueron asignados aleatoriamente a 2 años de entrenamiento de yoga y equilibrio, o a un entrenamiento de ejercicio supervisado de 4 a 5 veces por semana, para un total de aproximadamente 150 a 180 minutos.

El entrenamiento incluyó de tres a cuatro sesiones de ejercicio moderado, entre 30 y 45 minutos durante los primeros 3 meses, con frecuencia o duración aumentada cada mes. Luego se agregaron intervalos aeróbicos, que consistieron en las denominadas sesiones 4 × 4 (4 minutos de ejercicio a 95% de frecuencia cardiaca máxima [FC], seguidos de 3 minutos de recuperación activa a 60% a 75% de frecuencia cardiaca máxima, repetidos 4 veces). Cada día de intervalo fue seguido por un día de recuperación, que incluyó de 20 a 30 minutos de caminata o actividad aeróbica ligera.

Para el sexto mes, el grupo de ejercicios estaba entrenando de 5 a 6 horas por semana, incluidas dos sesiones de intervalos, una sesión larga (>1 hora), y otra de 30 minutos a intensidad moderada, lo que significaba que el participante podría sudar, y aun así sería capaz de mantener una conversación. También se prescribieron de una a dos sesiones semanales de entrenamiento de fuerza.Los participantes comenzaron una fase de mantenimiento a los 10 meses, con ajustes en el entrenamiento para reflejar los resultados de las pruebas. Para conservarlo atractivo y evitar lesiones, se alentó a los participantes a usar una variedad de equipos de ejercicios, y realizarla al aire libre.

La mayoría de las sesiones de ejercicio no se supervisó, pero todas fueron rastreadas con monitores de frecuencia cardiaca. La adherencia al programa de ejercicios fue de 88% a los 2 años, con un total de 53 participantes completando el estudio de 2 años, dirigido por el Dr. Eric Howden, del Baker Heart and Diabetes Institute, en Melbourne, Australia, que fue publicado el 8 de enero en Circulation.

A los 2 años, la captación máxima de oxígeno (VO2máx), una medida de la capacidad de ejercicio, aumentó 18% en el grupo de ejercicio, y disminuyó -1,0% entre los controles (5,3 frente a -0,3 ml/kg/min; p <0,0001).

La rigidez del ventrículo izquierdo, calculada por la curva ajustada de la curva volumen-presión diastólica, se redujo en el grupo de ejercicio (constante de rigidez: 0,072 - 0,051; p = 0,0018), sin cambios en los controles (constante de rigidez: 0,063 - 0,062; p = 0,8).

"Si observan la curva, esta se aplana y se desplaza hacia la derecha, y eso es exactamente lo que se ve en un corazón atlético", indicó el Dr. Levine. "Así que esto no solo es estadísticamente significativo, sino también fisiológicamente significativo".

"Es una reversión extraordinaria de la rigidez que se produce en el corazón con la vida sedentaria."

El entrenamiento físico aumentó el volumen telediastólico del ventrículo izquierdo, en comparación con la intervención control (7,1 frente a -1,0 ml/ m2; p <0,001), mientras que la presión en cuña pulmonar (PCP) permaneció sin cambios, permitiendo un mayor volumen sistólico para cualquier presión de llenado en el grupo de ejercicio (pre/posejercicio p = 0,001; condición de carga p = 0,0075).

El entrenamiento físico redujo la frecuencia cardiaca de los participantes de 63 a 58 latidos por minuto (p = 0,0003), mientras que la frecuencia cardiaca se mantuvo constante a 64 latidos por minuto en el grupo de control. La presión arterial no se modificó en ninguno de los grupos.

En un comentario para Medscape, el Dr. Carl "Chip" Lavie (director médico de rehabilitación cardiaca y prevenciónde Ochsner Health System, en Nueva Orleans, Estados Unidos), quien no participó en la investigación, manifestó que el estudio fue pequeño, y sus desenlaces no eran tan fuertes, aunque su fuerza radica en el hecho de que fue un ensayo controlado aleatorizado con mejoras significativas en la capacidad de ejercicio.

"Una mejora de 18% en el VO2máx es bastante relevante, considerando que la mejora promedio en el VO2máx en el estudio HF-ACTION fue solo un aumento de 4% o 5%". La mejora en la rigidez del ventrículo izquierdo debería traducirse en una reducción del riesgo de insuficiencia cardiaca con fracción de eyección preservada, pero esto es teórico", señaló el especialista.

El Dr. Lavie también mencionó que se necesitan más estudios para determinar si la adherencia al programa de ejercicio de 2 años se traduce en reducciones importantes en desenlaces de datos duros, como eventos de insuficiencia cardiaca, u hospitalizaciones y mortalidad.

Los ensayos respaldados por la industria son poco probables. Sin embargo, la evidencia epidemiológica sugiere que cada incremento de 1 equivalente metabólico en la capacidad de ejercicio se asocia con una reducción de 13% de la mortalidad por todas las causas, y de 15% en la mortalidad por enfermedades cardiovasculares. Una frecuencia cardiaca más baja también se ha vinculado con reducciones en la mortalidad, independientemente de los niveles de condición física.Las limitaciones del estudio consistieron en la evaluación de las curvas de presión del ventrículo izquierdo mediante el uso de presión en cuña pulmonar (PCP) media como un sustituto de la presión telediastólica del ventrículo izquierdo; inscribir voluntarios dispuestos y capaces de participar en un entrenamiento de ejercicio intensivo, y la cohorte predominantemente de raza blanca (alrededor de 80%), que puede restringir la generalización de los hallazgos a otros grupos raciales, escriben los autores.

En cuanto a la interrogante de que los adultos sedentarios de mediana edad cumplan con el entrenamiento de ejercicio intensivo, el Dr. Levine señaló que pueden hacerlo si consideran el ejercicio como parte de su rutina diaria, como bañarse o cepillarse los dientes, y si la decisión es apoyada por el sistema de salud.

"Recuerde, el envejecimiento sedentario prepara el escenario para la insuficiencia cardiaca con fracción de eyección preservada al causar un corazón pequeño y rígido", señaló. "Debido a que nuestra intervención de ejercicio revirtió esta fisiopatología, y la insuficiencia cardiaca con fracción de eyección preservada es una enfermedad problemática y común, los esfuerzos para reducirla en una población que envejece deberían considerarse de alta prioridad".

"En lugar de simplemente cubrir costos por medicamentos, lo que nuestro complejo sistema médico-industrial debería pagar es la infraestructura para apoyar la realización de actividad física. ¿Por qué se le debe pagar al fisioterapeuta por un paciente después de una operación de rodilla, pero no se le paga cuando alguien tiene actividad física reducida en el Physical Activity Vital Sign ?", continuó el especialista.

Grandes grupos médicos, como Kaiser Permanente California, ya están usando el Physical Activity Vital Sign en sus registros médicos electrónicos para alertar a los pacientes sobre el asesoramiento en actividad física, y Southwestern Medical ha hecho lo mismo. Una reciente declaración científica de la American Heart Association, en la que el Dr. Levine y el Dr. Lavie han sido coautores junto a otros médicos, también enfatiza la importancia de valorar la aptitud cardiorrespiratoria como parte de la evaluación global de la salud individual.[2]

"Considero que el impulso está creciendo para rastrear la actividad física, para mejorar el ejercicio. Pueden opinar lo que quieran, pero el entrenamiento físico se encuentra entre las herramientas más poderosas que tenemos".

Este estudio recibió apoyo de una subvención del National Institute on Aging. El Dr. Levine también recibió apoyo en parte de American Heart Association Strategically Focused Research Network. El Dr. Lavie ha declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente.