Evidencia sólida de que el ejercicio reduce el riesgo de Parkinson en las mujeres

Pauline Anderson

26 de mayo de 2023 La actividad física se ha relacionado con una disminución significativa del riesgo de enfermedad de Parkinson en las mujeres, según muestran los resultados de un estudio prospectivo a largo plazo.[1]

Los investigadores encontraron que entre casi 99.000 mujeres que participaron en el estudio E3N en curso, aquellas que hacían ejercicio con mayor frecuencia tenían hasta 25% menos de riesgo de enfermedad de Parkinson que sus contrapartes menos activas.

Los resultados resaltan la importancia de hacer ejercicio temprano en la mediana edad para prevenir la enfermedad de Parkinson más adelante, dijo a Medscape Noticias Médicas el investigador del estudio Dr. Alexis Elbaz, Ph. D., director de investigación del Institut National de la Santé et de la Recherche Médicale (Inserm), en París, Francia.

Esto es especialmente crítico, ya que no existe cura ni tratamientos modificadores de la enfermedad. Los fármacos que están disponibles están destinados a la reducción de los síntomas. "Encontrar formas de prevenir o retrasar la aparición del Parkinson es realmente importante, y la actividad física parece ser una de las posibles estrategias para reducir el riesgo", apuntó el Dr. Elbaz.

El estudio fue publicado en versión electrónica el 17 de mayo en Neurology.[1]

¿Efecto protector directo?
Los resultados de investigaciones previas que examinaron la relación entre la actividad física y la enfermedad de Parkinson han sido inconsistentes. Un metanálisis mostró una asociación estadísticamente significativa entre los hombres, pero un vínculo no significativo en las mujeres.

Los investigadores señalaron que algunos de los hallazgos de estudios anteriores pueden haberse visto afectados por la causalidad inversa. Dado que los síntomas no motores, como el estreñimiento, y los signos motores sutiles, como los temblores y los problemas de equilibrio, pueden presentarse años antes del diagnóstico de enfermedad de Parkinson, los pacientes pueden reducir su actividad física debido a dichos síntomas.

Para abordar la eliminación de este posible factor de confusión, los investigadores utilizaron análisis de "retraso", en los que se omiten los datos sobre los niveles de actividad física en los años cercanos al diagnóstico de enfermedad de Parkinson.

El estudio se basó en datos de E3N, un estudio de cohortes en curso de 98.995 mujeres, nacidas entre 1925 y 1950, y reclutadas en 1990, que estaban afiliadas a un plan de seguro de salud nacional francés que cubre principalmente a maestros. Las participantes completaron un cuestionario sobre estilo de vida e historial médico al inicio y cuestionarios de seguimiento cada 2 o 3 años.

En 6 de los cuestionarios, las participantes proporcionaron detalles sobre diversas actividades recreativas, deportivas y domésticas, por ejemplo, caminar, subir escaleras, jardinería y limpieza. Los autores atribuyeron los valores del equivalente metabólico de la tarea a cada actividad y multiplicaron los equivalentes metabólico de la tarea por su frecuencia y duración para obtener una puntuación de actividad física.Los casos de enfermedad de Parkinson definitivos y probables se determinaron a través de diagnósticos médicos autonotificados, solicitudes de fármacos para el Parkinson y registros médicos, con diagnósticos verificados por un panel de expertos.

Los investigadores estudiaron la relación entre la actividad física y el inicio de la enfermedad de Parkinson en un estudio de control de casos anidados que contó con 25.075 mujeres (1.196 casos de enfermedad de Parkinson y 23.879 controles) con una edad media de 71,9 años. Encontraron que la actividad física fue significativamente más baja en los casos que en los controles a lo largo del seguimiento.

La diferencia entre casos y controles comenzó a aumentar a los 10 años antes del diagnóstico (p de interacción = 0,003). "Cuando observamos las trayectorias de la actividad física en las pacientes con enfermedad de Parkinson y en los controles, vimos que, en los 10 años anteriores al diagnóstico, la actividad física disminuyó a un ritmo más pronunciado en los controles. Creemos que esto se debe a que esos sutiles síntomas prodrómicos hacen que las personas hagan menos ejercicio", comentó el Dr. Elbaz.

En el análisis principal, que tuvo un retraso de 10 años, 1.074 mujeres desarrollaron enfermedad de Parkinson incidental durante un seguimiento medio de 17,2 años. Los que se encontraban en el cuartil más alto de actividad física tenían un riesgo 25% menor de enfermedad de Parkinson frente a los que se encontraban en el cuartil más bajo (Hazard ratio [HR] ajustado: 0,75, intervalo de confianza [IC] de 95%: 0,63 a 0,89).

El riesgo de enfermedad de Parkinson disminuyó con el aumento de los niveles de actividad física de forma lineal, acotó el Dr. Elbaz. "Así que hacer incluso un poco de actividad física es mejor que no hacer nada".

Los análisis que incluyeron tiempos de retraso de 15 y 20 años tuvieron resultados similares.

Los análisis de sensibilidad que se ajustaron por la dieta mediterránea y la ingesta de cafeína y lácteos también produjeron resultados comparables. Esto también fue cierto para los análisis que se ajustaron por comorbilidades como el índice de masa corporal, la hipertensión, hipercolesterolemia, diabetes y enfermedades cardiovasculares, todas las cuales pueden afectar el riesgo de enfermedad de Parkinson.

"Esto da peso a la idea de que la diabetes o las enfermedades cardiovasculares no explican la relación entre la actividad física y la enfermedad de Parkinson, por lo que la hipótesis más probable es que la actividad física tiene un efecto protector directo sobre el cerebro", subrayó el Dr. Elbaz.

Los estudios han demostrado que la actividad física afecta la plasticidad cerebral y puede reducir el estrés oxidativo en el cerebro, un mecanismo clave involucrado en la enfermedad de Parkinson, agregó.

La actividad física es una intervención de bajo riesgo, económica y accesible. Pero el estudio no fue diseñado para determinar los tipos de actividad física que protegen más contra la enfermedad de Parkinson.

La principal limitación del estudio es que utilizó actividad física autonotificada en lugar de medidas objetivas como acelerómetros. Además, los participantes no eran necesariamente representativos de la población general.

Evidencia robusta
En un editorial adjunto, la Dra. Lana M. Chahine, profesora asociada del Departamento de Neurología de la University of Pittsburgh, en Pittsburgh, Estados Unidos, y el Dr. Sirwan K. L. Darweesh, Ph. D., del Radboud University Medical Center en el Donders Institute for Brain, Cognition and Behaviour del Center of Expertise for Parkinson and Movement Disorders, en Nijmegen, Países Bajos, señalaron que el estudio "proporciona pruebas sólidas" de que la actividad física reduce el riesgo de enfermedad de Parkinson en las mujeres.[2]

"Estos resultados muestran que el campo se está moviendo en la dirección correcta y brindan una justificación clara para las pruebas de ejercicio para prevenir o retrasar el inicio de la enfermedad de Parkinson manifiesta en individuos en riesgo", escribieron.

El estudio destaca los "huecos" en el conocimiento que merecen una mayor atención y que "se justifica una mayor comprensión de cuánto varían los efectos sobre la enfermedad de Parkinson según el tipo, la intensidad, la frecuencia y la duración de la actividad física", explicaron los editorialistas.

Otra información que falta es cómo se puede mejorar la precisión de la evaluación de la actividad física más allá de la autonotificación. "La tecnología de sensores portátiles ahora ofrece el potencial para evaluar la actividad física de forma remota y objetiva en ensayos de prevención", agregaron.

Otras áreas que deben explorarse se relacionan con los mecanismos por los cuales la actividad física reduce el riesgo de enfermedad de Parkinson y en qué medida los efectos de la actividad física varían entre los individuos, añadieron la Dra. Chahine y el Dr. Darweesh.

El Dr. Michael S. Okun, director ejecutivo del Fixel Institute for Neurological Diseases de la University of Florida Health, en Gainesville, Estados Unidos, y asesor médico de la Parkinson's Foundation, comentó para Medscape Noticias Médicas que los hallazgos son "significativos e importantes". Con base en solo un puñado de estudios previos, se asumió que la actividad física estaba asociada a un diagnóstico reducido de Parkinson solo en los hombres, dijo el Dr. Okun. "El conjunto de datos actual es más grande, incluye resultados a más largo plazo e informa al campo que el ejercicio puede ser importante para reducir el riesgo de enfermedad de Parkinson tanto para hombres como para mujeres".