"Nunca es tarde para empezar a hacer actividad física"

Matías A. Loewy

2 de diciembre de 2020 BUENOS AIRES, ARG. La edad avanzada, los antecedentes de sedentarismo y las comorbilidades no son impedimento para programar un plan de actividad física individualizado que permita reducir la fragilidad, prolongar la autonomía y mejorar la calidad de vida, sostuvo una cardióloga y médica del deporte en el 46° Congreso Argentino de Cardiología (SAC) 2020, que tuvo lugar de manera virtual del 19 al 21 de noviembre.

"Nunca es tarde para empezar a hacer actividad física", aseguró la Dra. Karina García, vicepresidenta del distrito Jujuy, de la Sociedad Argentina de Cardiología y presidenta del distrito Jujuy de la Federación Argentina de Medicina del Deporte.

En su exposición, la Dra. García enfatizó que la edad biológica no es igual a la cronológica y que puede haber gran diferencia entre ambas, según factores como carga genética, manejo del estrés, grado de entrenamiento y nutrición.

Los cambios en el envejecimiento se basan en la disminución de la reserva funcional, sobre todo la pérdida de masa muscular (entre 2% y 8% por década), y el descenso del gasto metabólico, lo que aunado a las comorbilidades, forma un "combo" importante para aumentar el riesgo de síndrome de fragilidad: deterioro multisistémico que aumenta la vulnerabilidad y es muy común en los adultos mayores inactivos, señaló la Dra. García.

Hacer actividad física a lo largo de la vida es un pilar para retrasar la declinación de las capacidades funcionales y mantener la curva por encima del umbral de discapacidad hasta edades avanzadas. "La inversión que se hace en el cuerpo es como un plazo fijo", comentó la Dra. García a Medscape en español.

Sin embargo, incluso para quienes tienen larga historia de sedentarismo no todo está perdido. "Siempre hay espacio para la actividad física, solo hay que acomodarlo a cada paciente. Hay que encontrar la motivación y encender la chispa de querer hacer algo", manifestó la especialista.

La Dra. García destacó que los programas de entrenamiento en ese segmento etario tienen que asentarse en trabajar distintos parámetros:

Resistencia y capacidad aeróbica. "Va a mejorar la función cardiaca a expensas de disminuir las resistencias periféricas y además nos va a ayudar a manejar la hipertensión, la distribución de grasas y el perfil metabólico", sostuvo.

Fortalecimiento y musculación. "El tono muscular es fundamental por las pérdidas que aparecen después de los 30 años. Trabajarlo es fundamental para que los sujetos puedan tener una vida independiente", enfatizó.

Equilibrio y flexibilidad. "Se le puede entrenar indirectamente, con prácticas como taichi o yoga que mejoran las amplitudes articulares y la coordinación. Su práctica es fundamental para prevenir caídas", destacó.El protocolo ideal no existe
Un consejo para incentivar el ejercicio en los adultos mayores es prescribirlo como si fuera un fármaco. En atención primaria, incluso entre cardiólogos, hay "lapicera (bolígrafo) fácil" para indicar fármacos, porque temen a la complicación más que a la falta de ejercicio, puntualizó la Dra. García. "Así como nos entrenamos para tratar un aneurisma o cualquier otra patología, hay que hacerlo para indicar la actividad física", instó.

"La prescripción de ejercicio físico no es un tratamiento 'coadyuvante' que los médicos suelan recomendar, y cuando lo hacen no lo realizan de manera afortunada. Del mismo modo que no todas las medicinas curan el cáncer, el ejercicio físico no solo consiste en caminar o nadar, ni es el mismo para todas las personas", manifestó a Medscape en español Mikel Izquierdo, doctor en ciencias de la actividad física y el deporte, investigador responsable del grupo de Ejercicio Físico, Salud y Calidad de vida, del Centro de Investigación Biomédica Navarrabiomed, en Pamplona, España.

El ejercicio físico "debería prescribirse de manera individualizada y precisa, como se hace con los fármacos", añadió el Dr. Izquierdo, quien también dirige el Departamento de Ciencias de la Salud de la Universidad Pública de Navarra.

Para la Dra. García, el protocolo ideal no existe: "El mejor protocolo es aquel que se realiza", dijo, y recomendó conocer el estado previo de salud del paciente, realizar un chequeo médico básico y una prueba de esfuerzo que permite medir la capacidad de equivalentes metabólicos que alcanza. "Podemos medir qué intensidad de esfuerzo es seguro para el paciente, y en función de esos resultados, determinar cuál es su capacidad funcional y frecuencia segura para un plan de entrenamiento", señaló.

Otra estrategia importante es consensuar con el paciente qué tipo de actividad prefiere realizar. "¿Quiere hacer deporte o una actividad recreativa? ¿Nadar o tomar clases de baile? ¿Con qué intensidad? Hay que trabajar con la escala de Borg para que el mismo paciente determine si la carga es muy intensa, o por el contrario, es insuficiente y requiere adaptación", expresó la Dra. García.

En diálogo con Medscape en español, la Dra. García precisó que se puede empezar con una caminata de baja intensidad, incluso sacando a pasear a un perro, con breves recorridos en bicicleta, con algunas horas semanales de clase de baile, o en personas con exceso de peso y problemas articulares, con actividad en la piscina, "primero caminando, después flotando".

A medida que las personas sientan las mejoras y ganen confianza, se pueden intensificar la frecuencia e intensidad del ejercicio, con supervisión del profesional especializado. La Dra. García también sugirió asesoramiento nutricional y no olvidarse de indicar la hidratación: "Entre 25 y 40 ml de agua por kilogramo es suficiente", dijo.

Los beneficios del ejercicio en edades avanzadas han sido documentados en muchos estudios. En un editorial que firmó con dos colaboradores a inicios de 2020 en BMJ, el Dr. Izquierdo citó una intervención multicomponente española de 12 semanas que combinó ejercicios de resistencia con otros para entrenar el balance y la marcha en adultos de edad avanzada frágiles institucionalizados (edad promedio: 92 años).[1,2] El entrenamiento mejoró numerosos indicadores de capacidad física y masa muscular, y redujo el riesgo de caídas.

El Dr. Izquierdo, quien es director científico de un programa multicomponente VIVIFRAIL, para promover el ejercicio después de los 70 años y participará en el XVII Congreso Argentino de Gerontología y Geriatría, sostiene que el objetivo para cualquier adulto debe ser realizar al menos 30 minutos diarios de actividad física moderada, quemar al menos 150 kcal diarias, andar 10.000 pasos diarios o incluir de manera combinada ejercicios de fortalecimiento muscular, actividades de equilibrio y control, y ejercicios de estiramiento y movilidad articular.[3]"Sin embargo, en el caso particular de las personas mayores, o aquellas que tengan sobrepeso o diabetes, es necesario complementar esos ejercicios con los de fuerza muscular. En personas mayores de 65 años lo idóneo es complementar los ejercicios de resistencia o aeróbicos con ejercicios de fuerza y flexibilidad", recomendó.

Diseñados para moverse
El Dr. George Lundberg (87 años), editor de Medscape, aseguró en una columna de mayo de 2019 que se puede ser adulto de edad avanzada sin ser frágil. Y relató que iba tres veces a la semana a un centro de fitness durante una hora, para hacer entrenamiento de resistencia, ejercicios de balance y coordinación (incluyendo la coordinación ojo-mano), flexibilidad (elongación) y ejercicio aeróbico, buscando un promedio de 7.000 pasos diarios (muchos de ellos, hacia atrás). "Obviamente, mientras trato de mantener el peso estable pesándome todos los días en la balanza a la misma hora", escribió.

No debemos olvidar que estamos "diseñados para movernos" y que el ejercicio no es solo para niños y adultos jóvenes: las personas de edad avanzada pueden adaptarse al ejercicio físico y merecen beneficiarse de él, insistió el Dr. Izquierdo.

"Los médicos generales deben aconsejar a todos los pacientes, independientemente de la edad, ser lo más activos posible. Las facultades de medicina deberían enseñar a los estudiantes que el músculo esquelético sigue siendo un tejido muy plástico y adaptable a lo largo de la vida humana. Nunca es demasiado tarde y nunca se es demasiado mayor para contraer los músculos", aseguró.

Para la Dra. García, el lugar del ejercicio como indicación médica gana protagonismo en la medida que el profesional no se concentre solo en la patología y pueda ver al individuo en su totalidad. Y recordó que la actividad física no solo tiene efectos positivos en los planos cardiovascular, metabólico, neurológico, inmunológico y osteoarticular, sino que también "disminuye la depresión y facilita la inserción en un ambiente social que permite mejorar relaciones y vínculos".

"No se puede evitar envejecer, pero no es obligatorio vivir como un viejo ", concluyó.