“Somos el país que más hipnóticos consumimos: algo estamos haciendo mal”

María R. Lagoa
15/09/2023 Ana Teijeira, presidenta del congreso de la Sociedad Española del Sueño, invita además a ser proactivos con los mayores: "Vemos pocos mayores de 70 años en las unidades del sueño".

Los cambios en el sueño a partir de los 60-65 años se producen en prácticamente el cien por cien de la población. Son modificaciones que no tienen por qué perjudicar un sueño de calidad.

Sin embargo, también es cierto que las enfermedades del sueño son más prevalentes en esta etapa de la vida. Por tanto, la Sociedad Española de Sueño (SES), que está celebrando su congreso anual en Toledo, conmina a los profesionales de la medicina a tener una actitud proactiva con los mayores y realizar un despistaje para discernir si los cambios se encuentran dentro de un marco de un envejecimiento saludable o son patológicos.

“En el primer caso, hay que explicar al paciente cuáles son las modificaciones que nuestro sueño sufre con el paso del tiempo, que se producen por razones fisiológicas y que no obedecen a ninguna patología”, explica Ana Teijeira, presidenta del congreso de la SES de Toledo.

A partir de los 60-65 años, disminuye el tiempo total de sueño. Aunque hay estudios que apuntan que cada año se pierden diez minutos, Teijeira sitúa esa reducción desde una media de 8-9 horas en la edad adulta a una de 7-8 horas en una edad más avanzada.

Despiertos a las seis de la mañana
Otros cambios habituales son la fragmentación del sueño, es decir, pequeños despertares a lo largo de la noche y que se adelanten las fases horarias: “Se duermen antes y, por tanto, se despiertan antes. Es verdad que a algunas personas les produce cierta desazón despertarse a las seis de la mañana, pero entra dentro de lo normal”.

La consecuencia de todo ello es que se incrementan las siestas voluntarias durante el día, pero no deben derivar en una mala calidad del sueño. La siesta es beneficiosa porque potencia el rendimiento cognitivo de los mayores, pero ha de ser corta, no más larga de 40 minutos.

Más proactivos ante las alertas
Despertar con cansancio, sufrir somnolencia durante todo el día, ronquidos intensos, trastornos de memoria, un contenido del sueño muy inquieto o movimientos bruscos durante el sueño REM, son señales de alerta que pueden indicar que subyace una enfermedad del sueño.

En este sentido, el médico debe tener una actitud más proactiva. “Somos el país que más hipnóticos consume, esto denota que algo estamos haciendo mal. Y por otro lado, vemos pocos pacientes de más de 70 años en las unidades del sueño, una proporción inferior en relación a la prevalencia que tiene que haber de estas enfermedades en esa etapa”, lamenta Teijeira.

La presidenta del congreso de la SES considera que la comunidad médica trabaja poco el sueño: “Preguntamos poco y debemos hacerlo igual que se hace con los niños en atención primaria”.

Recuerda que dormir bien es necesario para un envejecimiento saludable, ayuda a eliminar tóxicos cerebrales, a consolidar la memoria, está relacionado con el sistema hormonal y con el cardiovascular: “Dormir mal favorece la hipertensión y la diabetes”.

Efectos secundarios de hipnóticos
Estudios europeos cifran en un 60% la prevalencia del insomnio a partir de los 65 años, y entre un 20% y un 60% la de la apnea.

La SES advierte de un posible abuso de la farmacología para tratar el insomnio, una patología frecuente en la edad madura, pero que no necesariamente requiere medicación: “La terapia cognitivo conductual del sueño es el tratamiento de elección según la Sociedad Europea del Sueño y la Academia Americana del Sueño porque es eficaz”.

Comenta esta especialista que algunos hipnóticos tienen efectos secundarios en la edad madura que hay que tener en cuenta. Es el caso de las benzodiacepinas, que se utilizan también para la ansiedad, “y que tienen un importante impacto en la somnolencia y en las alteraciones de memoria”. Asimismo, los hipnóticos Z pueden incrementar el riesgo de caídas que ocasionen fracturas.

“Debemos realizar una buena valoración riesgo/beneficio, porque el objetivo es mejorar la calidad de vida y, si un anciano se cae y se rompe la cadera, no lo conseguimos, hacemos justo lo contrario”, recomienda la presidenta del congreso.

En caso de no existir otras opciones y ser necesarios, lo mejor es prescribir la menor dosis posible durante el menor tiempo posible.