Revisión de Artículos: Trastornos de la conducta alimentaria y la ingesta de alimentos

Dr. José J. Mendoza Velásquez

4 de agosto de 2017 Existe una tendencia a la normalización de los trastornos de la conducta alimentaria. La representación en filmes y películas biográficas como Perfect body (1987), The Karen Carpenter story (1989), Sharing the secret (2000), Malos hábitos (2007), y más recientemente To the bone, estrenada en la plataforma de Netflix este año, permite a la población y a los profesionales de la salud percatarse de su existencia.

Sin embargo, estas representaciones están reservadas para casos de gravedad, excluyendo todos aquellos que los médicos consideramos "no graves" o "temporales". Tomando en cuenta que los trastornos de la conducta alimentaria y de la ingestión de alimentos (DSM 5) tienen un importante efecto en el organismo, especialmente cuando se presentan con gravedad extrema o en pacientes en un periodo crítico de desarrollo, la mejor forma de disminuir el impacto negativo de los mismos es el diagnóstico preciso y temprano.



Asistencia y tratamiento de los trastornos de la conducta alimentaria en niños y adolescentes

En este artículo, las alteraciones alimentarias están enfocadas en algunas de las más frecuentes en los grupos de edad de la infancia y la adolescencia, que son anorexia nerviosa (AN), trastorno evitativo-restrictivo de la ingestión de alimentos, bulimia nerviosa (BN), y trastorno por atracón (TA).
Los trastornos de la conducta alimentaria y de la ingestión de alimentos son un problema grave en la salud pública. Gran parte de los periodos críticos del desarrollo ocurren en la infancia y en la adolescencia, situación que nos obliga a interesarnos en el incremento sustancial de los trastornos de la conducta alimentaria en este grupo de edad. Cuando no son detectados en forma oportuna pueden causar deterioros en la salud física, la cognición y el desarrollo psicosocial.
Consisten en alteraciones de la conducta, relacionada a los actos presentes durante la alimentación, y pueden estar asociadas o no al peso, al interés por la comida, o la ausencia de este, a la evitación fóbica del alimento, o algunos elementos sensoriales vinculados al acto de alimentarse, y que derivan en modificaciones de la ingesta, sean actos de restricción, compulsión o evitación.
Estos trastornos son resultado de múltiples componentes del sistema, y también producen efecto en ellos. Alteraciones en la salud física, el desarrollo psicosocial, emocional y cognitivo, así como la formación de la autoestima, hacen de estos trastornos una línea de estudio particular, y obligan tanto a pediatras/médicos, como a personal de la salud mental, a ser interdisciplinarios en el tratamiento.
La existencia de diversos trastornos distintos a la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa en el DSM 5, es el resultado de comprender estas diferencias humanas. Múltiples conductas se han ido estableciendo, asociadas a trastornos previamente caracterizados, y lo que antes se consideraba únicamente un diagnóstico de gravedad, hoy es una oportunidad cuando se diagnostica en el tiempo correcto.
La incidencia de estos trastornos ha permanecido estable en las últimas décadas. Sin embargo, existe un subdiagnóstico para los casos más atípicos. Entre los ejemplos de atipicidad en estos diagnósticos, se encuentran los trastornos de la conducta alimentaria y la ingestión de alimentos en personas con sobrepeso o peso normal. El incremento en la obesidad en este mismo periodo, asociado a la relación entre obesidad y enfermedad, podría estar relacionado con el reciente aumento de casos de bulimia nerviosa y trastorno por atracón, que son los diagnósticos más frecuentes en pacientes con sobrepeso. La prevalencia total de los trastornos de la conducta alimentaria es de aproximadamente 13%.
Aun cuando el artículo trata con cierta profundidad cada trastorno, el resumen del abordaje de los mismos sería el siguiente:
El tratamiento es multidisciplinario: La participación del médico, el pediatra y el psiquiatra, debe ir acompañada de una intervención psicológica definida, tanto individual como familiar, un plan establecido acorde al grupo de edad y las condiciones individuales del paciente, diseñado por nutriólogos, así como enfermeras y otros terapeutas sensibilizados al trastorno.
El tratamiento está totalmente relacionado al abordaje, y se enfoca a la reducción de los síntomas asociados a la conducta alimentaria. El uso de antipsicóticos de segunda generación está reservado a casos graves de ansiedad o síntomas obsesivos, más que para ganancia de peso en anorexia nerviosa, situación en la que ni risperidona ni olanzapina han dado resultado. La evidencia para el uso de antipsicóticos en estos trastornos, principalmente en anorexia nerviosa, no es contundente.
El uso de inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina es importante principalmente en la comorbilidad, sin embargo, su eficacia en población crónica y con pesos bajos no es clara en anorexia nerviosa. En bulimia nerviosa y trastorno por atracón, el uso de altas dosis de fluoxetina podría ser útil para reducir los periodos de ingesta en atracón. La terapia cognitivo-conductual ha mostrado más evidencia de eficacia en estos trastornos.
El uso de auxiliares diagnósticos es necesario por las alteraciones cardiovasculares asociadas, sobre todo si se planea utilizar algún fármaco, ya que algunos de estos podrían modificar el intervalo QTc.
La hospitalización en áreas psiquiátricas será reservada a trastornos mentales, como ideación suicida o intento suicida, o lesiones autoinfligidas.Revisión sistemática de la calidad de vida relacionada a la salud, y gasto económico en trastornos de la conducta alimentaria y la ingesta de alimentos

El impacto económico y en la salud de quienes padecen alguno de los trastornos de la conducta alimentaria y de la ingesta de alimentos es cada vez más alto. La representación de este tema como un problema de salud pública hace importante esta revisión.
Este estudio realiza una revisión de toda la literatura disponible en inglés de las bases de: Medline, Embase, PsicINFO, PsycARTICLES, Academic Search Complete, CINAHL Plus, Buissiness Source Premier, y Cochrane.
En su revisión, los autores incluyeron 69 artículos, de los cuales 41 contenían mediciones a través de la escala de calidad de vida relacionada con la salud (41 para anorexia nerviosa, 17 para bulimia nerviosa, y 18 para trastorno por atracón), 20 estudios que relacionaron uso de servicios de salud (14 para anorexia nerviosa, 12 para bulimia nerviosa, y 8 para trastorno por atracón), y 17 en costos asociados a uso de servicios de salud (9 para anorexia nerviosa, 11 para bulimia nerviosa, y 2 para trastorno por atracón).
Los trastornos de la conducta alimentaria y la ingestión de alimentos son prevalentes en la patología psiquiátrica; tanto anorexia nerviosa, bulimia nerviosa y trastorno por atracón están incluidos dentro de estos, y se caracterizan por diferentes síntomas. La mayoría inicia en la adolescencia (10 a 20 años), aunque también ocurre en poblaciones de mayor edad. Por lo general están asociados a otras enfermedades físicas crónicas (como diabetes, hipertensión o úlceras) y mentales (como depresión y ansiedad). Su mortalidad es mayor que en la población sin estos trastornos y se relacionan más a conductas suicidas.
Los trastornos de la conducta alimentaria y de la ingesta de alimentos tienen mayor impacto en la disminución de la calidad de vida en los pacientes que los padecen, en comparación con la población general. Muchos de los estudios incluidos en esta búsqueda hicieron énfasis en las diferencias entre pacientes con estos trastornos, comparados contra controles sanos, encontrando una disminución en la movilidad; los pacientes con bulimia nerviosa obtuvieron menores puntajes en cuanto a salud emocional, funcionamiento social, y vitalidad, así como en las escalas de salud en general. Los pacientes con trastornos de la conducta alimentaria mostraron mayor deterioro en la calidad de vida. La comorbilidad con obesidad incrementa este deterioro. La comorbilidad con otros trastornos psiquiátricos, como ansiedad y depresión, disminuyó aún más las cifras de calidad de vida.
La presencia de estos trastornos está relacionada con un incremento en el uso de servicios de salud, y un aumento en hospitalizaciones, cuidados ambulatorios y visitas a las áreas de urgencias; los pacientes hospitalizados con mayor frecuencia son los que padecen anorexia nerviosa, debido a la severidad de la condición. Es pertinente destacar que gran parte de estos pacientes no recibía un tratamiento específico para trastornos de la conducta alimentaria, y la mayoría estaba recibiendo tratamiento por sus síntomas médicos, psiquiátricos comórbidos, y/o pérdida o ganancia de peso. El diagnóstico y codificación de este incrementaría la evidencia sobre el impacto real de estos trastornos.
El trastorno más comórbido con obesidad es el trastorno por atracón, al menos en este estudio. Esto no se debe considerar parte de la obesidad, sino asociarse y estudiarse por separado, debido a los riesgos específicos de este último y su psicopatología distinta.Locus significativo y correlaciones genéticas metabólicas descubiertas en un estudio de asociación del genoma completo de anorexia nerviosa

Los trastornos de la conducta alimentaria siempre han sido objeto de estigmatización en psiquiatría. Los medios de comunicación nos han brindado una imagen muy parcial de estos, y gran parte de los profesionales dedicados a la salud tiende a considerarlos frustrantes, o únicamente psiquiátricos.
En sus orígenes, las primeras descripciones de pacientes caquécticos sin razón aparente fueron endocrinológicas, sin embargo, la respuesta al tratamiento psiquiátrico y la frustración ante los tratamientos biológicos habían relegado esta categoría diagnóstica a un punto relativamente muerto en los avances de la neurociencia, hasta finales del siglo pasado, y al olvido de la medicina en general.
En esta investigación, concluida a finales del año pasado y publicada en este año, los autores realizaron un estudio de asociación del genoma completo de anorexia nerviosa, y lo relacionaron con otros fenotipos psiquiátricos y metabólicos.
A través del Proyecto 1000 genomas (1000GP), en 12 cohortes de casos-controles compuestas por 3495 pacientes con anorexia nerviosa, y 10.982 controles, se realizaron análisis de asociación seguidos de metanálisis entre las cohortes. Utilizando el método de Linkage Desequilibrium Score Regression, calcularon la heredabilidad común en todo el genoma (polimorfismos de un solo nucleótido, heredabilidad dividida y correlación genética) entre anorexia nerviosa y otros 159 fenotipos.
La herencia común fue consistente en gemelos, sosteniendo la susceptibilidad genética del origen del trastorno. Los autores de este trabajo encontraron una región identificada en todo el genoma en el cromosoma 12 (rs4622308), que previamente había sido relacionada a diabetes de tipo 1 y trastornos autoinmunes. También se observó una correlación genética significativa para anorexia nerviosa y esquizofrenia, inestabilidad emocional (neuroticismo), logros educativos, y lipoproteínas de alta densidad, así como correlación genética negativa entre anorexia nerviosa y fenotipos relacionados al índice de masa corporal, glucosa y lípidos.