La importancia de una dieta saludable para una buena salud mental

Dr. José J. Mendoza Velásquez

9 de noviembre de 2021 Hola, soy el Dr. José Mendoza Velázquez, médico especialista en psiquiatría, grabando desde México para Medscape en español. Hoy hablaremos de la necesidad de hacer conciencia en la importancia de la nutrición en la salud mental.

De manera particular, creo que la nutrición es una gran herramienta con la que podemos contar para mejorar nuestro bienestar.

Una mala nutrición es un factor directamente relacionado con la percepción de malestar, que implica mayor facilidad para el desarrollo de este, que generalmente es mental, el cual, al acumularse a o largo del tiempo puede favorecer la aparición de síntomas relacionados con la enfermedad mental.

Todos sabemos que la mala nutrición puede ser un factor causal en las modificaciones transitorias del estado de ánimo y hemos aprendido que mejorar la dieta puede ayudar a proteger no solo la salud física, sino también la salud mental.

Podemos partir de algunos puntos específicos:

Una dieta saludable (que integre los diferentes grupos nutricionales, líquidos) está asociada con una mejor salud mental, en comparación con los patrones de alimentación "no saludables" (con predominio de un solo grupo).

Los efectos de ciertos alimentos o patrones de la dieta, como la cantidad de carbohidratos y su efecto sobre la glucemia, la activación inmunitaria y el microbioma intestinal, pueden ser responsables de cambios cognitivos transitorios o del estado de ánimo.

Es necesaria más investigación para comprender los mecanismos que vinculan la alimentación y la salud mental y determinar cómo convertirlos en herramientas desde la nutrición para mejorar la salud mental.

Las dietas que integren todos los elementos son mejores que aquellas altamente cargadas de carbohidratos; estos patrones son saludables, ya que conviene mencionar que los alimentos altos en carbohidratos también están relacionados con alteraciones glucémicas. La depresión y la ansiedad son las afecciones de salud mental más comunes en todo el mundo y la primera es una de las principales causas de discapacidad. Además, la frecuencia de síntomas subclínicos de depresión y ansiedad es aún más alta y afecta el bienestar y el funcionamiento y necesita ser abordada a través de estrategias preferentemente no farmacológicas.


En los últimos años la relación entre la nutrición y la salud mental ha ganado interés considerable y ya es histórica la investigación epidemiológica que ha observado que el cumplimiento a patrones dietéticos saludables como los mediterráneos (alto consumo de frutas, verduras, nueces y legumbres, consumo moderado de aves, huevos y productos lácteos y solo el consumo ocasional de carne roja) se asocia con un riesgo reducido de enfermedades cardiovasculares y depresión, así como del desarrollo de enfermedad de Alzheimer.En cuanto a la carne roja, en nuestro país su consumo se vincula con determinado estatus y repito: no se trata de no consumirla, sino de hacerlo esporádicamente.

La dieta no solo es energía, existe la causalidad inversa entre la dieta y la salud mental derivada de las alteraciones en la elección de alimentos o preferencias en respuesta a nuestro estado psicológico temporal, a través de "alimentos reconfortantes" en momentos de bajo estado de ánimo o cambios en el apetito debido al estrés, que parecieran "mejorar" nuestro ánimo. Es importante recordar que nada es necesariamente excluyente en una dieta balanceada, siempre que conserve las proporciones del balance.

Además, las personas con enfermedades mentales no necesariamente tienen las posibilidades cognitivas y sociales para conservar una dieta balanceada, esto incluye los determinantes económicos y ambientales de la salud.

El desarrollo de iniciativas de salud pública que aborden eficazmente los factores de riesgo establecidos de comorbilidades físicas y mentales es una prioridad para mejorar la salud de la población.

Es necesario seguir trabajando para mejorar nuestra comprensión de las complejas vías a través de las cuales la dieta y la nutrición pueden influir en el cerebro.