Impacto de la pandemia de la COVID-19 en la salud mental de niños y adolescentes españoles Entrevista a la Dra. Azucena Díez

Andrea Jiménez

1 de septiembre de 2021 La población infantil y juvenil es la que menos ha sufrido la enfermedad física por la COVID-19, pero los pediatras han lanzado la voz de alarma ante el impacto psicosocial de la pandemia que está empezando a saturar las consultas y las urgencias hospitalarias. Los expertos advierten que los trastornos de conducta alimentaria, de ansiedad, depresión y las autolesiones e intentos de suicidio adolescente han duplicado los casos de urgencias psiquiátricas infantiles.

A principios de verano la Asociación Española de Pediatría (AEP) reaccionaba ante la saturación de las urgencias por morbilidad psicosocial detectada en los hospitales pediátricos españoles y reclamaba más recursos asistenciales. La organización pedía, además, el reconocimiento de la especialidad de Psiquiatría Infantil y de Adolescencia en España, único país de Europa junto a Bulgaria donde no existía. El pasado 3 de agosto en el BOE se publicaba la aprobación de este título específico.

En opinión de la Dra. Azucena Díez, presidenta de la Sociedad de Psiquiatría Infantil de la AEP y directora de la Unidad de Psiquiatría Infantil y Adolescente del departamento de Psiquiatría y Psicología Médica de la Clínica Universidad de Navarra, se trata "una maravilla de noticia que ha puesto muy contentos tantos a psiquiatras como pediatras. ¡Va a mejorar muchísimo la calidad en la atención a los menores con problemas relacionados con problemas de salud mental!".

La AEP prevé que en los próximos 2-3 años surja un aumento brusco de todo tipo de consumos de tóxicos en jóvenes en lo que ya se denomina "los nuevos locos años 20"…
Al principio, durante el confinamiento, descendieron mucho las intoxicaciones por sustancias y alcohol porque los menores no tenían acceso a ellos. Ahora las cifras vuelven a las de antes, pero con dos cambios notables. Por un lado, el horario donde se atienden: si antes las intoxicaciones etílicas se daban de madrugada, ahora suceden por la tarde-noche. Por otro lado, en la consulta he observado un patrón en menores de beber a solas. Esto se da en adolescentes impulsivos y en busca de experiencias que está provocando que la forma de consumir sea más grave.

¿Cómo pueden los padres prevenir estas situaciones?
Si antes de la pandemia la comunicación ya era muy importante, ahora lo es todavía más. Existe una tendencia, en general, a que el sistema tradicional de comunicación se haya perdido en algunas familias. Al haber estado los niños expuestos a más situaciones de soledad, porque no iban al colegio y los padres salían a trabajar, estaban menos controlados y han hecho más uso y abuso de pantallas y redes sociales.Un consejo es que los padres ofrezcan oportunidades para charlar de cualquier cosa con sus hijos. A veces, por la falta de tiempo, solo nos dirigimos a ellos para dar órdenes. Hay que hablar de temas que sean de su interés, aunque no del nuestro, y aunque creamos que ellos no quieren hablar. Conviene que los miembros de la familia compartan tiempo y espacios.

¿Hay una edad a la que se es especialmente vulnerable el desarrollo de trastornos mentales?
La adolescencia es una edad vulnerable. Desde la temprana, cuando aparecen los caracteres sexuales secundarios, hacia los 12 años como media, hasta el final de la adolescencia. Los niños en edad escolar entre 6 y 12 años tienen menos riesgo de desarrollar psicopatologías de una situación de estrés.

¿Influye el sexo en la salud mental?
En general la depresión, la ansiedad y los trastornos de la conducta alimentaria afectan más a mujeres. Estos últimos lo hacen a cualquier edad, mientras que la ansiedad y la depresión es igual en niños y niñas hasta que inician desarrollo puberal. A partir de ahí es hasta cuatro veces más frecuente en mujeres.

En cambio, los trastornos del neurodesarrollo, como son el déficit de atención e hiperactividad, los trastornos del espectro autista son más frecuentes en varones, al igual que la psicosis y la esquizofrenia.

En los medios de comunicación ya se habla de la salud mental como la próxima pandemia que va a llegar…
Después de crisis económicas, como la del 2008 o catástrofes, como la epidemia del SARS o fenómenos masivos de migración, guerras, tsunamis… se ha visto que aumentaban mucho todo tipo de problemas relacionados con la salud. La crisis económica en la que se han sumido muchas familias va a ser otro factor de riesgo para su desarrollo. Además, la crisis del coronavirus tiene características que no han tenido otras, como ser global. Se ha sufrido en todos los hogares del mundo y es probable que se resienta en la salud.

Antes de la crisis de la COVID-19, los expertos ya estimaban que entre el 40 y el 60% de los motivos de consulta atendidos por los profesionales de Atención Primaria estaban relacionados con la Salud Mental. De los mismos, solo el 10% de los casos acababa derivado a las Unidades de Salud Mental especializadas, lo que hace evidente el peso de la salud mental en el primer asistencial. ¿Son suficientes los recursos?
Ahora mismo hacen falta pediatras de Atención Primaria, son pocos los especialistas que sepan abordar bien los problemas de los adolescentes. Algunos médicos tienen formación en problemas psicosociales, pero otros no. Por otro lado, es difícil coordinar equipos de primaria y de salud mental porque están ubicados en sitios distintos, por la presión existencial que hay.

Un dato importante es que los centros privados donde se atienden problemas de salud mental proliferan y tienen mucho trabajo. Esto hace pensar que los servicios especializados de salud mental de la seguridad social son insuficientes.Los trastornos de la conducta alimentaria que se están valorando en la actualidad son más graves y requieren más ingresos que antes de la pandemia. ¿Qué explicaría esto?
Hay datos de varios hospitales tanto en España como de otros países que indican que los trastornos de la conducta alimentaria que se están viendo a raíz de la pandemia son más y más graves. Si antes una paciente con un problema de anorexia perdía de media 10 kilos, ahora pierde 20: una pérdida del porcentaje corporal total multiplicado por dos.

Además, cada vez hay más casos que requieren ingresos. En la Unidad del Niño y el Adolescente de la Clínica Universidad de Navarra hemos tenido una media de 8 a 9 casos de pacientes ingresadas, cuando normalmente eran 2 o 3. Ha aumentado la necesidad de atención especializada y las listas de espera en los hospitales públicos están creciendo.

Las niñas y adolescentes vulnerables a desarrollar un trastorno de la conducta alimentaria, anorexia normalmente, suelen tener un tipo de personalidad y funcionamiento alto, con muy buen rendimiento académico, y que además realizan varias extraescolares. Tienen el tiempo muy ocupado porque poseen muchas inquietudes y son muy perfeccionistas. Al verse encerradas en casa sin poder realizar estas actividades ellas mismas me han dicho en consulta que ese tiempo lo dedicaron a "cuidarse más".

Con la pandemia se alcanzaron "niveles récord" de ansiedad o depresión en niños y adolescentes. Según la Fundación Anar, durante el confinamiento se disparó la ideación suicida hasta en un 244,1% ¿Invisibiliza nuestra sociedad esta problemática, sobre todo cuando hablamos de menores?
Existe un tabú al hablar del suicidio en general y en los adolescentes en particular. El suicidio es la segunda o tercera causa de muerte en jóvenes menores de 18 años. Es un problema real con mayor mortalidad que otras enfermedades y los accidentes de tráfico. Los datos son variables, pero hay una tendencia al aumento y veremos qué ocurre después de la pandemia, todavía es pronto para valorar si la pandemia se ha podido relacionar con más suicidios. Lo que sí ha habido son más atenciones en urgencias por gestos o intentos de suicidio.

Existen muchos factores detrás de estos datos: personas vulnerables que han estado en una situación de crisis, el aislamiento social, el miedo, la pérdida de seres queridos, sufrir crisis económicas en la familia. Otro factor es la falta de atención psiquiátrica a la que estaban acostumbrados y que el confinamiento interrumpió provocando después una avalancha de consultas de pacientes que habían empeorado. 

Es importante que todos trabajemos para concienciar de que el suicidio en menores es una realidad que se puede trabajar y prevenir con las campañas adecuadas.