Miedo, incertidumbre y ansiedad: las secuelas de la pandemia más difíciles de olvidar

10-03-2021 La crisis del coronavirus ha ocasionado una situación de estrés generalizado, pero, por si fuera poco, muchas personas han tenido que pasar por situaciones especialmente traumáticas derivadas de las restricciones.

En el primer aniversario de la pandemia, el balance es que convivir con ella ha sido para la población de a pie como un enfrentamiento diario contra lo insólito, mientras que la prioridad absoluta de las administraciones se ha basado en dar una respuesta sanitaria a los contagios, y, si acaso, a minimizar los daños de la crisis económica. Rara vez durante todos estos meses se ha puesto el foco en el enorme impacto social que está suponiendo una crisis como la de 2020, que va camino a convertirse, dicho sea de paso, también en la de 2021. Como sabiamente dice Mafalda en una de sus viñetas, una vez más lo urgente no deja tiempo para (todo) lo importante.

El temor a enfermar y la incertidumbre en el futuro a la que la ciudadanía está sometida ocasiona una situación de estrés generalizado difícil controlar. Estamos expuestos a situaciones que nunca hubiéramos imaginado, frente a las que, por si fuera poco, nos sentimos indefensos: la posibilidad de contagio, la separación obligada de los seres queridos, la soledad, la desinformación (por ejemplo, sobre la vacuna y el temor a que ocasione efectos adversos) o el exceso de información sobre situaciones desagradables.

Todo ello, narra Vicente Gassul, coordinador del Grupo de Salud Mental de SEMERGEN, "hace mella en la salud psicológica de la población". Esto, sumado a los duros meses de confinamiento que vivimos en marzo, abril y mayo, "han dejado unas secuelas difíciles de olvidar para todos".

Bien lo saben los miembros de la Asociación de Afectados por el Coronavirus (Asacovid), una entidad que desde el principio lleva al pie del cañón ayudando a todo el que lo necesita a hacer frente a la pandemia y todas sus consecuencias, ofreciéndoles desde información, hasta apoyo psicológico y asesoramiento legal. Amparo Trinidad, portavoz y responsable de comunicación, explica que ahora mismo sin duda la principal preocupación es la pérdida de empleo y ERTEs. A raíz de los cuales hay una gran parte de los afectados que necesitan ayuda psicológica, aparte de las secuelas físicas y emocionales.

Problemas psicológicos como trasfondo

De hecho, más del 60% de los casos que contactan con Asadcovid acaban derivándose a un psicólogo o a cualquier tipo de atención psicológica. También, en temas económicos, trabajan con despachos asociados por toda España a los que los derivan para ver si se los puede ayudar de cierta manera. "Esas cosas las tramitamos como asistencia jurídica, pero siempre en consonancia con la psicología. De hecho, se está trabajando un montón con la psicología positiva y se está aplicando con los afectados por el covid, analizando primero el efecto exterior que te ha acarreado el lugar en el que estás ahora psicológicamente, y no variar eso porque no depende de ti, pero sí que trabaja para que no te afecte en extremo y no te limite otras parcelas de tu vida", remarca Trinidad.

Si bien a lo largo de estos meses comenta que ha cambiado mucho el tipo de consultas. Al principio eran ordinarias: pérdida de billetes, anulación de viajes, bajas del gimnasio, etc. "En ese momento lo que estaba pasando nos quedaba grande y queríamos soluciones a lo que a nosotros nos estaba afectando", señala. Luego hay un salto "muy gordo" al momento que empezaron a fallecer personas en las residencias de ancianos. "Ahí entra mucha gente a pedir asesoramiento por familiares. El paso siguiente que recuerdo es tema aseguradoras, defunciones, etc. De abril a junio damos mucha asistencia y mucho soporte jurídico a consultas de ese tipo, y también a despidos y ERTEs".

En verano el tema estrella fue la movilidad, porque la gente quería volver a casa, aunque la portavoz reconoce que hubo un bajón considerable de consultas. Hasta septiembre, que empezaron a surgir dudas sobre todo relacionada con la vuelta al cole. "Y desde Navidad a ahora hay como un mix de todos los problemas. Ayer por ejemplo recibí una llamada de una chica cuyo hermano vive solo en otra ciudad, y quería ver qué papeles necesitaba para ir a acompañarlo durante una operación. Estamos hablando de cuestiones humanas", relata.

En cualquier caso, al final muchos de esos dilemas tan cotidianos acaban derivando en consecuencias psicológicas. "Todo lo relacionado con abogados, deudas, etc., a la gente le genera ansiedad. Y todo eso implica alguna recaída psicológica. Es muy difícil que una persona que no tiene dinero para comer a fin de mes no esté deprimida", incide.

Sobre situaciones derivadas de las restricciones que hayan sido impactantes para la población, como no haber podido despedirse de sus allegados fallecidos, estancias en soledad en los hospitales, etc., cuenta que al principio eran muy muy frecuentes. "Pero nosotros en la burocracia no podemos entrar. Esto es un poco la improvisación. Nosotros suavizamos un poco las cosas como podemos. Entendemos que necesitan ayuda psicológica y se la prestamos, e incluso les damos otras vías para, por ejemplo, celebrar el último adiós a sus seres queridos, como Recordari, una plataforma para homenajear a las personas que se han ido en compañía de los demás familiares y amigos".

Siempre intentando transmitir la idea de que adaptarse a cualquier situación es primordial para pasar página. "A lo mejor hay otras maneras para despedirte de un ser querido que no contemplábamos hasta ahora", reflexiona la portavoz de Asacovid.

Además, cuando nadie le daba importancia a las secuelas porque eran, como manifiesta Trinidad "muy básicas", Asacovid empezó a detectar problemas de movilidad, de pérdida de memoria, de retención de palabras, etc. De ellos, destaca el de una mujer de 38 años que se comunicó después de pasar el covid lamentando "que se olvidaba de cosas básicas como ir a recoger a sus hijos al colegio". Y como ese, dice, han registrado un montón de secuelas parecidas. Cree que a la larga esto será un problema, puesto que los datos sobre las huellas que deja el coronavirus en algunas personas se toman con el baremo de los ingresos. "Pero estamos hablando de que le 60 o el 70% de la gente que ha pasado la covid lo ha hecho en su casa, con lo cual, no hay un seguimiento de sus secuelas. Y las tienen", subraya.