¿Cuántas especies hay en la Tierra?

Nosotros y las demás especies que compartimos este planeta formamos una comunidad global de diversidad, fruto de los altibajos de la vida (interacción de los procesos evolutivos y la a veces caprichosa mano de la extinción en masa). En los últimos cien millones de años se ha producido un crecimiento neto de la biodiversidad sin paralelo en la historia de la vida, a excepción de su explosivo comienzo. La Tierra posee ahora más especies que en ningún otro periodo de su historia.

 

Y ¿qué es eso de la Biodiversidad? La biodiversidad es el conjunto de todas las formas de vida, expresados como la variedad específica, genética y ecosistémica. La diversidad alfa refleja el número de especies dentro de una comunidad ecológica, la diversidad beta compara la composición de especies que hay en comunidades vecinas diferenciadas por algunas características físicas; y la diversidad gamma comprende comunidades esparcidas en un radio geográfico más amplio, muy separadas y con hábitats parecidos.

Distribución de la Biodiversidad. Un elemento de la biodiversidad es la distribución global de la vida, dónde se encuentra la mayor parte de las especies. Es chocante que sea tan desigual: es máxima alrededor del ecuador y mengua de manera gradual conforme subimos de latitud hacia los polos. Y esto es válido tanto para vertebrados e invertebrados como para vegetales, hongos y bacterias: es el llamado “Gradiente latitudinal de la diversidad”. Las pluvisilvas de los trópicos abarcan un dieciocho por ciento de la superficie terrestre del planeta, y en este pequeño espacio se encuentran más de la mitad de las especies (son los llamados “Hotspots”, o puntos calientes de biodiversidad). Y el gradiente se repite para la vida marina, incluso para las comunidades de las grandes profundidades. Cualquiera que vaya a Kenia o al Amazonas se dará cuenta de esto. Que las condiciones ambientales hayan perdurado en los trópicos sin fluctuaciones durante más tiempo, un entorno que condena a las especies a la extinción con menos frecuencia que en otras latitudes y la mayor productividad de estas zonas favorecen la formación y conservación de nuevas especies. Los trópicos son una fuente de innovación evolutiva, debido en parte a la especiación alopátrida (asiladas geográficamente) y simpátrida (en el mismo territorio). Al tener un clima más estable, el suministro de recursos también lo es, y las especies pueden permitirse el lujo de ser más quisquillosas con su comida y nicho. Esto anima a las especies especializadas a vivir en ámbitos geográficos limitados, lo que produce que en un área dada vivan más especies y se fomente la especiación. ¿Es todo esto cierto? Pues según las últimas hipótesis no del todo, ya que el verdadero motor de la evolución es la inestabilidad. La competencia y las perturbaciones ambientales potencian la evolución de más especies, al cambiar el hábitat nuevas especies se integran, y el aislamiento geográfico, al fragmentarse el ecosistema, hace que nuevas especies se especialicen en él.

Otra pauta en la distribución de las especies aparece cuando se comparan los reinos terrestre y marino. Entre la cantidad total de especies registradas, menos del quince por ciento viven en los mares; el resto vive en la Tierra. Pero se produce aquí una paradoja relacionada con el nivel de jerarquía biológica en el que se comparan los dos hábitats: hasta ahora hemos hablado de especies, pero si la comparación es al nivel de los filos, la imagen es muy diferente. De los treinta y tres filos animales, en los mares hay representantes de treinta y dos, mientras que en la tierra solo hay doce. Además, el 64% de los filos vive exclusivamente en el reino marino, y un 3% son exclusivos de tierra. Dicho de otro modo: en el mar hay muchos temas con pocas variaciones, mientras que en tierra vemos muchas variaciones sobre unos cuantos temas. Uno de los motivos inmediatos de que haya más tipos morfológicos es que la vida, incluida la pluricelular con la explosión cámbrica, empezó allí, en el mar. Otra, pero para justificar el alto número de especies en la tierra, es la complejidad espacial terrestre que no es habitual en los mares, excepto en los arrecifes de corales, que sostienen una elevada diversidad de especies. Y la más reciente tiene que ver con el tamaño y el radio de acción de las especies. Menores por término medio que las terrestres, las marinas disponen de un radio geográfico más grande, y un radio mayor por lo general quiere decir menos especies en total.


Pero, ¿Cuántas especies hay en el mundo? Para esta sencilla pregunta, una sencilla respuesta: No sabemos ni siquiera en orden de magnitud con cuántas especies compartimos el globo. Casi todas las estimaciones están entre cinco y cincuenta millones, y algunas suben hasta cien. Hay problemas para dar una respuesta de confianza a esta pregunta.

En este mundo obsesionado por medir y calcular cosas, somos muy inconcretos en lo que se refiere a la naturaleza, de la que en última instancia dependemos. Sabemos aproximadamente cuántas estrellas hay en nuestra galaxia, la Vía Láctea: cien mil millones. Sabemos cuántas bases nucleotídicas constituyen el material genético humano: tres mil millones. Y sin embargo no podemos atribuir una cantidad segura a la diversidad de especies actuales. Actualmente hay clasificadas alrededor de 1.750.000 especies (Por ejemplo, hay 300.000 plantas, 4.300 mamíferos, 9.700 aves, 6.300 reptiles, 4.200 anfibios, 19.000 peces, 72.000 hongos -se cree que el número de especies debe superar el 1,5 millones-, 1.085.000 artrópodos -950.000 insectos descritos, aunque el número de especies debe ser superior a 8 millones-, y otras 4.000 bacterias-una ínfima parte de las más de 1 millón de bacterias que se cree que existen-). Digo alrededor de porque no hay ningún almacén central donde figuren todas las especies descritas. No deja de ser paradójico, hay un almacén central para las cadenas de ADN que se producen en los laboratorios de biología molecular de todo el mundo, pero no para los organismos de los que se ha obtenido el material genético. De los 950.000 insectos, más de la mitad son escarabajos (Un famoso epigrama de Haldane, respecto a una discusión con unos religiosos creacionistas, dice “si es verdad que Dios creó a todas las especies tal como las vemos ahora, ¿podrían ustedes explicarme esa inmoderada debilidad por crear escarabajos?”). Además de subestimar mucho la cantidad real de especies que hay en el mundo, la lista de las conocidas es parcial en muchos aspectos. Primero, refleja el interés humano por las criaturas cubiertas de pelo o plumas. Segundo, los taxónomos se concentran en las regiones templadas septentrionales del mundo, que es donde trabajan; el grueso de las especies se concentra en los trópicos y, sin embargo, por cada especie tropical que se conoce se conocen dos en latitudes del norte.


Si los astrónomos descubrieran un planeta más allá de plutón, la noticia saldría en primera plana en todo el mundo. No ocurre lo mismo cuando se descubre que el mundo es más rico de lo que se sospechaba, una realidad que es de capital importancia para la humanidad. Edwin calculó que había 30 millones de insectos contando la población de en la techumbre de las pluvisilvas tropicales, echando insecticida en una amplia muestra de árboles. Hawksworth arguye que estimación actual de 72.000 especies de hongos está 20 veces por debajo de la realidad, ya que si cada especie vascular de planta tiene seis especies de hongos, y hay 300.000 plantas, hay sin duda alrededor de 1,8 especies de hongos. Los nemátodos presentan el mismo cuadro, que pueden rebasar los 300.000. Por cada especie de artrópodo y de planta vascular hay por lo menos un nematodo, un protozoo y una bacteria especializados en parasitarios.

Conocerlas todas. Debería estar claro que sea la suma de especies 30, 50 o 100 millones, casi toda la vida es tropical y es invisible. El mundo de las plantas y los vertebrados de nuestra experiencia cotidiana no es sino una fracción de la diversidad de la vida. Vemos la forma de la biodiversidad, con relativamente pocos organismos grandes y relativamente muchos organismos pequeños, y entendemos que este rasgo tiene que ver en parte con el flujo de energía de las comunidades ecológicas. Los biólogos han tardado 240 años en identificar y describir 950.000 especies de insectos. Si de verdad hay 30 millones, todavía les quedan a los taxónomos de insectos diez mil años de actividad por delante. Para hacer una lista completa de plantas de todo el continente americano, trabajando a ritmo histórico, tardarían cuatro siglos. Y no solo es contar especies, es describirlas. Cada ficha es una forma de vida única, el legado de cientos de millones de años de evolución del que ni somos más que una parte. Pero es algo digno de la ciencia, y más aún, es digno de la humanidad. Como especie sensible, tenemos que conocer hasta donde podamos "el sinfín de formas bellísimas", como dijo Darwin, con que compartimos la tierra.