Nuevos estudios sobre la dieta y el cáncer confirman los efectos de las verduras y la carne roja

Randy Dotinga

21 de abril de 2022 Un grupo de investigación informó que un alto consumo de verduras, especialmente lechuga, legumbres y variedades crucíferas, parecen reducir el riesgo de cáncer de hígado/enfermedad hepática. Otro equipo sugiere que el alto consumo de carnes rojas, vísceras y carnes procesadas aumenta el riesgo de cáncer gástrico.[1,2]

El par de estudios, presentado en el Congreso Anual de la American Association for Cancer Research (AACR) de 2022, ofrece más evidencia sobre el valor de las verduras y el riesgo que representa la carne roja en la prevención del cáncer.

Consumo de carnes roja y blanca y cánceres
Los hallazgos del estudio "refuerzan la idea de que evitar la carne roja y la carne procesada es probablemente bueno más allá de la prevención del cáncer colorrectal", declaró en una entrevista el autor correspondiente, Dr. Paolo Boffetta, maestro en salud pública y epidemiólogo del Stony Brook University Cancer Center en Nueva York, Estados Unidos. "El posible efecto cancerígeno puede extenderse más allá del colon".[1]

Para el estudio, los investigadores examinaron las estadísticas del estudio de cohortes de Golestan, que realiza un seguimiento prospectivo de 50.045 personas de entre 40 y 75 años del noreste de Irán. El estudio se enfoca en el cáncer de esófago debido a la alta tasa de la enfermedad en la región.

El consumo de carne roja es bastante raro ya que en la región los residentes suelen preferir el pollo, compartió en una entrevista la autora principal del estudio, Dra. Giulia Collatuzzo, médica residente de medicina ocupacional en la Università di Bologna, en Bolonia, Italia. En promedio, los participantes informaron comer 18,4 gramos diarios de carne roja y 72,1 gramos diarios de carne blanca.

Los investigadores siguieron a los participantes del estudio durante una mediana de seguimiento de 12 años, durante los cuales 369 desarrollaron cáncer de esófago y 368 desarrollaron cáncer gástrico. La carne roja solo se relacionó con más cáncer de esófago en las mujeres (hazard ratio [HR]: 1,13, intervalo de confianza de 95% [IC 95%]: 1,00 a 1,18, por cada quintil de aumento en el consumo).

El consumo general de carne roja (incluida la carne roja, las vísceras y la carne procesada) se asoció con tasas más altas de cáncer gástrico (HR: 1,08, IC 95%: 1,00 a 1,17) por cada cuartil de aumento en el consumo, al igual que el subtipo de consumo de carne roja sola (HR: 1,09, IC 95%: 1,00 a 1,18).
Según la Dra. Collatuzzo, los hallazgos sugieren que aquellos en el cuartil más alto del consumo general de carne roja pueden tener un aumento del riesgo de alrededor de 25%, en comparación con el cuartil más bajo.

En general, apuntó, los hallazgos del estudio no son sorprendentes. La falta de relación entre el consumo de carne roja y el cáncer de esófago puede deberse al hecho de que la carne solo transita temporalmente por el esófago, señaló.

Ingesta de verduras y su impacto en el cáncer
Para el estudio de cáncer de hígado/enfermedad hepática, los investigadores examinaron los registros médicos de 470.653 sujetos en el estudio NIH-AARP Diet and Health Study. Fueron reclutados de 1995 a 1996, cuando tenían entre 50 y 71 años. Durante una mediana de seguimiento de 15,5 años, 899 desarrollaron cáncer de hígado y 934 murieron de enfermedad hepática crónica.[2]La ingesta mediana de verduras en el quintil 5 (más alto) y el quintil 1 (más bajo) fue de 3,7 tazas diarias y 1,0 tazas diarias, respectivamente, comentó el autor principal del estudio, el Dr. Long-Gang Zhao, estudiante de posgrado en la Harvard University, en Boston, Estados Unidos.

Después de ajustar por posibles cofundadores, aquellos en el quintil más alto de consumo de vegetales tenían un tercio menos de probabilidades de desarrollar cáncer de hígado, en comparación con el quintil más bajo (hazard ratio [HR]: 0,66, intervalo de confianza de 95% [IC 95%]: 0,53 a 0,82, p < 0,01). Varios tipos de vegetales parecían ser los combatientes más fuertes contra el cáncer: crucíferas (brócoli, coliflor), lechuga, legumbres y zanahorias. Estos tipos de verduras también se asociaron con tasas más bajas de mortalidad por enfermedad hepática crónica (todas p < 0,01), al igual que la ingesta total de verduras para el quintil superior frente al quintil inferior (HR: 0,60, IC 95%: 0,49 a 0,74, p = < 0,01).

"Un aumento de una taza (8 oz o 225 g) en la ingesta de vegetales se asoció con una reducción de 20% en el riesgo de incidencia de cáncer de hígado y mortalidad hepática crónica", informó el Dr. Zhao.
No hubo una asociación estadísticamente significativa entre el consumo de frutas y el cáncer de hígado o la mortalidad por enfermedad hepática crónica.

Los hallazgos brindan más información sobre la dieta y la enfermedad hepática, afirmó el Dr. Zhao. "La enfermedad hepática crónica, que predispone al cáncer de hígado, es la décima causa de muerte en el mundo, provoca dos millones de muertes cada año. Comparte algunos procesos etiológicos con el cáncer de hígado. Por lo tanto, examinar tanto la mortalidad por enfermedad hepática crónica como la incidencia de cáncer de hígado en nuestro estudio puede proporcionar una imagen más general para la prevención de enfermedades hepáticas".

En cuanto a las limitaciones, ambos estudios se basan en la autonotificación sobre el consumo de alimentos, que puede ser poco fiable, y los sujetos del análisis de frutas/verduras eran principalmente de origen europeo.