La dieta mediterránea y la actividad física podrían ayudar a mejorar las funciones cognitivas y la memoria

Irene Pardo

7 de octubre de 2021 Un estudio publicado en Clinical Nutrition ha obtenido evidencias de que seguir una dieta mediterránea durante más de un año es beneficioso para la salud cardiovascular, la memoria y la prevención o retraso del deterioro cognitivo en la vejez, forma parte de una submuestra aleatorizada del ensayo PREDIMED-PLUS. [1,2]

Estudio de PREvención con DIeta MEDiterranea-Plus. Participan 23 centros de investigación españoles para investigar los efectos de la dieta mediterránea tradicional con restricción de energía, intervención conductual y un incremento de la actividad física, en la prevención de enfermedades cardiovasculares y la pérdida de peso.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2016 de la población mundial adulta: 39% tenía sobrepeso y 13% obesidad. Estos datos representan un problema de salud mundial, ya que el sobrepeso y la obesidad están relacionados con un aumento del riesgo de padecer diabetes de tipo 2, síndrome metabólico, enfermedades cardiacas y muchos tipos de cáncer.[3]

El estudio fue liderado por investigadores del Grupo de Psiquiatría y Salud Mental del Institut d’Investigació Biomèdica de Bellvitge (IDIBELL) y el Hospital Universitari de Bellvitge e investigadores del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM-Hospital del Mar), todos del CIBER de Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (CIBER OBN), en Barcelona, España.

En los resultados se observaron diferencias en el rendimiento cognitivo alcanzado dependiendo del sexo (las mujeres obtuvieron peores resultados), la edad y la presencia de diabetes. Por ello, los investigadores animan a seguir investigando para mejorar las intervenciones basadas en recomendaciones dietéticas y realizarlas de forma más personalizada para cada paciente.

Este subestudio, PREDIMED-Plus-cognition, tenía cuatro objetivos principales: evaluar qué perfiles cognitivos se asociaban con alcanzar la meta de una reducción de 8% del peso corporal, examinar su relación con la dieta mediterránea, estudiar los posibles cambios en el rendimiento cognitivo después de 1 y 3 años después de la intervención con esa dieta e identificar qué características individuales podrían influir en la diversidad de los cambios cognitivos para estudiar la presencia de asociaciones dentro del sujeto entre la cognición y el índice de masa corporal, la actividad física, el síndrome metabólico y la calidad de vida.

Seguimiento del cumplimiento de la dieta mediterránea y sus posibles efectos
La submuestra incluyó a 487 participantes (50% mujeres y 50% hombres) procedentes de Cataluña y Valencia, de una edad media entre los 55 y los 75 años en el caso de los hombres, de entre 60 y 75 años en el de las mujeres. Los participantes presentaban obesidad o sobrepeso y, al menos, tres criterios de síndrome metabólico (hipertensión, niveles elevados de triglicéridos y bajos de lipoproteínas de alta densidad (HDL), altos niveles de glucosa en sangre y obesidad central).[4]Los participantes del grupo de intervención (n = 240) debían seguir una dieta mediterránea con restricción de energía, realizar una terapia conductual e incrementar su actividad física durante tres años, mientras que al grupo de control (n = 247) solo se les recomendó seguir la dieta mediterránea tradicional.

A cada participante se le realizó una evaluación neuropsicológica al inicio del estudio y pasados el primer y tercer años. La evaluación incluyó el rendimiento cognitivo, mediante pruebas de memoria auditiva a corto y largo plazo, praxis visoconstructiva, memoria visoespacial a corto y largo plazo y de percepción visual. Por otro lado, también se realizaron pruebas para medir la velocidad de procesamiento, la inhibición y la atención, las capacidades de toma de decisiones y la inatención, la impulsividad, la atención y vigilancia sostenidas. Por otro lado, se evaluó el cociente intelectual premórbido.

El cumplimiento de la dieta mediterránea se evaluó con un cuestionario er-MEDAS (energy-restricted Mediterranean Adherence Screener) de 17 ítems, la actividad física con los cuestionarios de actividad física en el tiempo libre de Minnesota (VREM) y la Evaluación rápida del nivel de actividad física (RAPA) y la severidad de posibles síntomas depresivos con el Inventario de depresión de Beck-II (BDI-II). La calidad de vida se midió con la versión española del cuestionario SF-36.

Diferencias obtenidas entre los participantes del estudio
Solo un tercio de los participantes del grupo de intervención consiguió llegar al objetivo de perder un 8% de peso pasados el primer y tercer años. Los que tuvieron más probabilidades de lograrlo fueron aquellos con mejores resultados en memoria verbal, mejor tiempo de reacción y mejor capacidad de toma de decisiones al inicio del estudio. Esos resultados coinciden con los de otros estudios, ya que se necesita una fuerte capacidad de planificación y autocontrol para limitar el consumo de calorías, también una buena memoria para consolidar el conocimiento sobre los beneficios de la dieta mediterránea y la práctica de ejercicio.[5]

En el primer año el cumplimiento de la dieta mediterránea fue el factor que más influenció en la asociación entre la memoria verbal a largo plazo inicial y el objetivo de perder 8% del peso, mientras que en el tercer año influyó en menor grado y pudieron afectar más otros factores circunstanciales de cada participante. Debido a ello, los investigadores proponen realizar una intervención más personalizada dependiendo de las características cognitivas y necesidades de los pacientes, ya que podría ser más efectiva.

Por otro lado, algunas capacidades cognitivas como la memoria verbal y visoespacial a corto y largo plazo, la atención selectiva y sostenida, la inhibición y la praxis visoconstructiva mejoraron en la mayor parte de la muestra después del primer y tercer años de seguimiento.

Se encontraron diferencias en las mejoras cognitivas y mayor cumplimiento de la dieta mediterránea dependiendo del sexo, la edad y la presencia de diabetes. Las mujeres mejoraron menos la cognición global al cabo de 3 años, también obtuvieron menores resultados en relación a la calidad de vida y la actividad física. Por ello, los investigadores inciden en la necesidad de estudiar la respuesta a las intervenciones en el estilo de vida según el sexo.

Los participantes más mayores y los que padecían diabetes fueron los que peores resultados obtuvieron en la evolución de la memoria al cabo del primer y tercer año, lo que coincide con estudios anteriores en los que se ha observado evidencias de un mayor riesgo de padecer demencia si se sufre diabetes y un peor rendimiento cognitivo si se sufre diabetes tipo 2.