Cómo evitar sufrir un ictus

Luis Miguel Oliveiras
El ictus no avisa. Una persona puede encontrarse perfectamente bien y minutos después la sangre deja de irrigar su cerebro. Es el comienzo del fin. Ante los primeros síntomas, por leves que sean, y que siempre son repentinos, cada segundo cuenta.

Un ligero hormigueo, falta de fuerza en el brazo o en la pierna en un lado del cuerpo.

Gesto torcido al intentar sonreír.

Dificultades para entender a los demás.

Incoherencias al hablar.

Pérdida de visión en un lado del campo visual.

Pérdida de la postura normal al andar.

Dolor de cabeza súbito e insoportable.

Náuseas, vómitos.

Sensación de vértigo o desequilibrio.

Una de cada seis personas sufrirá un ictus a lo largo de su vida, y muchas de ellas quedarán incapacitadas o morirán. No deje su vida al azar y lea ahora esta importante información. Reduzca a cero su riesgo de infarto o ictus
Todos tenemos que morir. ¿Pero cuándo? ¿De qué? Para unas preguntas tan angustiosas tienen respuesta las frías estadísticas.

Y son ellas quienes dicen que es probable que usted muera a consecuencia de un infarto. O quizá de un ictus. O tal vez de una embolia pulmonar.

Porque las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en nuestro país, y más a partir de cierta edad.

¿No le parece sorprendente que pese a las técnicas de resucitación cardiopulmonar, las ambulancias, los desfibriladores, las cirugías cardíacas cada vez más sofisticadas, pese al uso masivo de estatinas contra el colesterol, de pastillas para la hipertensión… sigamos año tras año en el mismo punto, sentenciados a morir por culpa de alguna enfermedad circulatoria?

¿No será que estamos siguiendo la estrategia equivocada?
No es descabellado pensarlo, y cuando lea la información que contiene este informe, no le cabrá ninguna duda.

Porque este informe desvela la verdad sobre la hipertensión, el colesterol y la arterioesclerosis, las tres “bestias negras” de las enfermedades cardiovasculares y la única forma eficaz de tratarlas.

Son métodos probados por la ciencia aunque reniegue de ellos la medicina convencional (sí, esa misma cuyas soluciones son las que llevan a que las enfermedades cardiovasculares sean la primera causa de muerte, tanto en nuestro país como en el resto del mundo occidental).

Y lo mejor de todo es que para poner en práctica las soluciones que contiene este informe no se necesitan conocimientos médicos ni recetas de fármacos. Todo lo que hace falta es querer saber la verdad y ponerse manos a la obra.

En el más lúgubre de todos los estudios que elabora el Instituto Nacional de Estadística (INE), el de las causas de mortalidad, el palmarés se repite y las enfermedades cardiovasculares encabezan la lista año tras año.

Pero usted puede librarse.

Y esa es la razón por la que este Informe confidencial es imprescindible para quienes quieren quitarse la venda de los ojos. Para quienes aspiran a salvar su vida y no morir de un infarto o un ictus. Y lo mejor de todo...

Este Informe confidencial es GRATIS para quienes lo soliciten hoy
Las copias que tenemos de este informe exclusivo son muy limitadas, así que debe asegurarse de conseguir la suya. Un poco más adelante le contaré cómo recibir la suya directamente en su domicilio (y además gratis), pero antes, por favor, siga leyendo.

El sistema circulatorio es una de las maravillas del cuerpo humano. Como sabe, se encarga de transportar el oxígeno y los nutrientes a las células y recoger sus desechos metabólicos, que se van a eliminar después. Lo forman el corazón y los vasos sanguíneos, incluyendo las arterias, las venas y los capilares.

Bajo el nombre de “enfermedades cardiovasculares” se habla de desórdenes del corazón y de los vasos sanguíneos (del cerebro, de los miembros superiores o inferiores o del propio corazón). En definitiva, de coágulos de sangre que se desprenden y se quedan en los vasos del corazón o los pulmones, produciendo embolias; o de hemorragias en los vasos cerebrales o coágulos que terminan produciendo un ictus, o de una presión excesiva de la sangre en las arterias que puede producir infartos o hemorragias cerebrales...

Situaciones que, si usted no hace nada para remediarlo, podrían llevarle a la tumba.

¿Tiene la tensión alta? ¿toma medicación para controlarla?
Si ha contestado afirmativamente a alguna de estas preguntas, es imprescindible que conozca lo que este informe va a contarle, porque de ello puede depender su vida. Literalmente.

El corazón bombea alrededor de 100.000 veces al día, y las arterias son las encargadas de transportar la sangre oxigenada desde el corazón al resto del cuerpo. La presión que soportan es enorme. Pero no es una corriente constante. Cuando el corazón se contrae (sístole) y bombea sangre, se eleva la presión en las arterias, y cuando entra en fase de relajación (diástole) la presión desciende.

Por eso al tomar la tensión siempre se dan dos cifras: la presión sistólica (la más alta, cuando el corazón bombea), y la presión diastólica (la más baja, cuando el corazón se relaja entre dos latidos).

En condiciones normales, la presión sistólica –la alta– debería estar por debajo o en torno a 120 mmHg (en pacientes hipertensos llega a duplicarse). Y la diastólica –la baja– debería ser inferior a 80 mmHg. (1)

En situación normal, relajada, los valores de la presión sanguínea no deberían ser nunca superiores a 135/85 mmHg. Cuando son superiores, llega el diagnóstico: hipertensión.

Los peligros de la hipertensión son muchos: desde dolores de cabeza o malestar general hasta sufrir un infarto de miocardio, un accidente cerebrovascular (ACV), insuficiencia cardíaca, insuficiencia renal, ceguera…

Por supuesto, ante una presión sanguínea desorbitada lo principal es bajarla, para lo cual el médico tiene a su disposición una buena cantidad de fármacos.

Pero no tiene ningún sentido -óigame bien: ninguno- medicarse permanentemente contra la hipertensión sin haber llevado a cabo antes un plan de acción para devolver la presión arterial a sus valores normales de forma natural.

Es cierto que tomar una pastilla al día es fácil y parece poca cosa, y realmente uno consigue prácticamente olvidarse de que tiene la tensión alta. ¡E incluso lo cubre la Seguridad Social!

Pero los medicamentos que esté tomando (sean éstos del tipo diuréticos, betabloqueadores, antagonistas de los canales del calcio, bloqueadores del sistema renina–angiotensina o antagonistas de los receptores α1…) no son ni mucho menos inocuos (basta con echar un vistazo al prospecto que los acompaña). Y además no “curan” la hipertensión, lo único que hacen es mantenerla dentro de unos límites de forma artificial a costa de alterar el metabolismo del organismo, convirtiendo la hipertensión en una enfermedad crónica.

Así que lo primero que encontrará en este Informe confidencial del que le estoy hablando es algo tan sencillo y tan espectacular a la vez como poder reajustar su hipertensión, manteniéndola bajo control, tenga la edad que tenga y de forma más eficaz que con cualquier medicamento. Y por supuesto sin dañinos efectos secundarios.

Si usted, es hipertenso, toma medicación para controlar la tensión, o no sabe que lo es (le ocurre al 50% de los hipertensos).Debe leer este informe. Su vida puede depender de ello.

Arterioesclerosis: arterias obstruidas y la gran farsa del colesterol
Con el paso de los años, las arterias se van deteriorando, volviéndose más gruesas y rígidas. Se reduce el ml-3 por el que circula la sangre, lo que genera problemas cardiovasculares.

En esta situación, las arterias pueden quedar obstruidas (por ejemplo, por un coágulo de sangre que no consigue atravesar esa arteria tan estrecha), quedando sin sangre la zona que hay detrás de la obstrucción, con las consecuencias que todos sabemos (angina de pecho, infarto, ictus, hemorragia retiniana, etc.).

En la arterioesclerosis también influyen otras causas, como el humo del tabaco, la contaminación atmosférica o una mala alimentación, entre otras, pero aunque usted procurara alejar todos los factores externos, el simple hecho de ir cumpliendo años va deteriorando sus arterias. El gran problema es que a la arterioesclerosis sólo se le suele prestar atención cuando ya ha causado la enfermedad cardiovascular, ignorándola mientras se ha estado gestando silenciosa, lenta pero implacablemente.

Y a día de hoy no existe ningún tratamiento médico que haya demostrado ser eficaz para curarla. Porque lo que le debe quedar muy claro desde ya es que los medicamentos para el colesterol no son eficaces para reducir la arterioesclerosis.

Dicho de otra forma: si usted toma medicamentos para el colesterol (estatinas), no está disminuyendo necesariamente su riesgo de sufrir un infarto o un ictus, que le pueden dejar hemipléjico, paralítico o matarle.

Además, los medicamentos que hacen bajar el colesterol (estatinas o ezetimiba), acarrean riesgos importantes.

Estatinas: innecesarias y muy tóxicas
Antes de que siga leyendo, quiero ir con la verdad por delante: las estatinas son la gran farsa en el campo de la salud. Aunque reduzcan las tasas sanguíneas de colesterol, son medicamentos inútiles, no deberían tomarse, y sobre todo tóxicos.

¡Es como si el colesterol, ese lípido que se encuentra presente de forma natural en nuestro cuerpo, estuviese ahí únicamente para obstruirnos las arterias y por eso hubiera que acabar con él caiga quien caiga...!

Desde luego, si usted toma estatinas, haría bien en asustarse, mucho más que del simple hecho de tener alto el colesterol. Paradójicamente, incluso podrían llegar a aumentar su riesgo de crisis cardíaca…

Cuando lea el Informe confidencial que tenemos listo para enviarle, descubrirá que el auténtico enemigo no es el colesterol, sino… ¡las estatinas!

Así, bajar artificialmente los niveles de colesterol puede alterar la capacidad de la mayoría de las funciones de las membranas celulares, ya sea el transporte de nutrientes o la comunicación entre órganos.

¿Qué podría suceder –por ejemplo– si los receptores de los neurotransmisores del cerebro, que nos permiten estar atentos y memorizar, fuesen menos activos? Pues que las capacidades de memorización entrarían en declive… y eso es exactamente lo que se constata en numerosas personas que consumen estatinas.

Y este es sólo uno de sus efectos, pues está demostrado que también aumentan el riesgo de hemorragia cerebral, diabetes, ceguera, trastornos sexuales, problemas renales y hasta cáncer, entre otros.

Por lo tanto, si usted toma medicamentos para bajar los niveles de colesterol en sangre (estatinas), está claro que debería reconsiderarlo.

Debe leer atentamente el Informe confidencial que hemos preparado y sentarse a hablar con su médico.