Reconocer y evaluar la desnutrición en síndrome coronario agudo es fundamental para reducir el riesgo de mortalidad

Patrice Wendling

19 de agosto de 2020 La desnutrición es frecuente en pacientes hospitalizados con síndrome coronario agudo independientemente del peso, y aumenta las posibilidades de eventos cardiacos mayores y muerte años más tarde, señala nueva investigación.[1]

Investigadores efectuaron seguimiento a 5.062 pacientes consecutivos con síndrome coronario agudo (mediana de edad: 66,2 años) durante un promedio de 3,6 años, y evaluaron tres índices de biomarcadores nutricionales: la puntuación de Control del Estado Nutricional (CONUT), el Índice de Riesgo Nutricional (NRI) y el Índice de Pronóstico Nutricional (PNI).

Los resultados demuestran que hasta 59,5% de los pacientes tenía algún grado de desnutrición, y entre 8,9% y 39,5% desnutrición moderada o grave.

Aunque la desnutrición fue más común en pacientes con peso subnormal, una proporción sustancial de los que tenían un índice de masa corporal superior a 25 kg/m2 también estaba desnutrida (48,2% de acuerdo con el CONUT, y 57,8% de acuerdo con el NRI).

"En el paciente con peso subnormal tal vez se pueda pensar que es posible, pero naturalmente, en personas con peso normal y sobrepeso es muy difícil comprenderlo. Esto fue lo que nos resultó más sorprendente", comentó a Medscape el Dr. Sergio Raposeiras Roubín, Ph. D., del Hospital Álvaro Cunqueiro en Vigo, España.

La desnutrición se asocia a pronóstico desfavorable en insuficiencia cardiaca, valvulopatía y fibrilación auricular, pero su papel en el síndrome coronario agudo se ha visto limitado a algunos estudios pequeños, señaló. No obstante, recientemente un estudio demostró que la desnutrición es predictor independiente de la mortalidad por todas las causas en pacientes de edad avanzada con síndrome coronario agudo.[2]

En el presente estudio la desnutrición se relacionó con pronóstico desfavorable, independientemente de la puntuación de riesgo en GRACE (Global Registry of Acute Coronary Events), el índice de masa corporal, la función del ventrículo izquierdo, la revascularización coronaria, u otros factores de riesgo, informaron los autores en el número del 18 de agosto de Journal of the American College of Cardiology.[1]

En comparación con un buen estado nutricional, el riesgo ajustado para muerte por todas las causas se incrementó con la desnutrición moderada y grave en cada índice, respectivamente:

CONUT: 2,02 (IC 95%: 1,65 - 2,49) y 3,65 (IC 95%: 2,41 - 5,51).

NRI: 1,40 (IC 95%: 1,17 - 1,68) y 2,87 (IC 95%: 2,17 - 3,79).

PNI: 1,71 (IC 95%: 1,37 - 2,15) y 1,95 (IC 95%: 1,55 - 2,45).

El riesgo de eventos cardiovasculares adversos mayores en caso de desnutrición moderada y grave siguió un patrón similar en cada índice:

CONUT: 1,69 (IC 95%: 1,40 - 2,04) y 2,41 (IC 95%: 1,53 - 3,80).

NRI: 1,11 (IC 95%: 0,96 - 1,30) y 2,22 (IC 95%: 1,69 - 2,91).

PNI: 1,68 (IC 95%: 1,34 - 2,12) y 1,77 (IC 95%: 1,39 - 2,25).

Una posible explicación es que, el estado nutricional puede ser "indicador sustitutivo de inflamación y que los altos grados de desnutrición pueden traducirse en mayor carga ateroesclerótica y más riesgo de rotura de placas. Pero el nuestro es un estudio observacional, por lo que no podemos confirmarlo", expresó el Dr. Raposeiras Roubín."La conclusión práctica es que cuando se atienda a un paciente con síndrome coronario agudo se ha de pensar en el estado nutricional. Y si el paciente tiene desnutrición, será necesario mejorar el estado nutricional a fin de mejorar el pronóstico", añadió.

Basta de palabrería
Aunque el estudio no logró evaluar la ingesta dietética o la calidad de los alimentos, "creo que es formidable que resalte la conexión entre aspectos de nutrición y desenlaces cardiovasculares", comentó el Dr. Stephen Devries, director ejecutivo del Gaples Institute for Integrative Cardiology en Deerfield, Estados Unidos, quien no intervino en el estudio.

"Estamos tan enfrascados en la búsqueda de un nuevo fármaco o un mejor procedimiento que mejore el pronóstico de pacientes con síndrome coronario agudo y aquí contamos con una herramienta que podría utilizarse con tal potencia. Sin embargo, las intervenciones nutricionales sin duda no se utilizan suficientemente en la práctica", señaló el Dr. Devries, cardiólogo de la Northwestern University en Chicago, Estados Unidos.

Aunque las restricciones de tiempo suelen citarse como causa de la infrautilización, 90% de los cardiólogos encuestados en 2017 por el Dr. Devries y sus colaboradores informó recibir educación nula o mínima en nutrición.[3]

"Se presta muy poca atención a este campo, lo cual es lamentable, sobre todo ahora. Incluso en los tiempos de COVID-19, está volviendo a atormentarnos, indicó. Algunos trastornos concomitantes más importantes que aumentan el riesgo de que las personas contraigan COVID-19 y de que se vuelva más grave la enfermedad una vez que se desarrolla, son obesidad, cardiopatía e hipertensión, y todos están muy relacionados con la dieta y son variables".

Al Dr. Devries le sorprendió el hecho de que la prevalencia de desnutrición en pacientes con peso normal fuera equivalente a la de quienes tenían sobrepeso u obesidad (49,4% frente a 54,9% y 46,2% según el CONUT).

"No solo es una cuestión del número de calorías consumidas, sino de la calidad de las calorías que se consumen. En mi opinión, la mayoría de los profesionales clínicos, si atiende a una persona con peso normal, puede no estar al tanto del hecho de que esta persona puede tener una nutrición deficiente y se le ha de realizar una evaluación nutricional", destacó.

En un editorial relacionado, el Dr. Andrew M. Freeman, de National Jewish Health en Denver, y la Dra. Monica Aggarwal, de la University of Florida en Gainesville, ambos en Estados Unidos, también señalaron que los cardiólogos y los equipos de atención cardiológica están menos preparados para hablar sobre la nutrición y el estilo de vida a causa de falta de educación y conocimiento en torno a la nutrición.[4]

"La palabrería con las frases habituales: 'No deje de hacer ejercicio y comer bien', simplemente no resuelve el problema. Como profesionales nos corresponde garantizar la capacitación adecuada y la competencia en la prestación de cuidados en el ámbito del estilo de vida", escribieron.

Los hallazgos del estudio deberían alentar a los médicos a reconocer y evaluar la desnutrición, y luego garantizar que los pacientes reciban información adecuada y asesoramiento en conceptos de nutrición fundamentales para tratar de reducir su riesgo de mortalidad, señalaron el Dr. Freeman y la Dra. Aggarwal.

"Este estudio es otro más de un llamado urgente a la acción. Es tiempo de que los médicos que atienden las enfermedades cardiovasculares se armen de la herramienta más costo-efectiva y poderosa en la batalla contra las enfermedades cardiovasculares: nutrición y modificación del estilo de vida", concluyeron los editorialistas.