La intervención temprana en los niños con obesidad permite evitar problemas cardiovasculares más adelante

31/07/2023 “El aumento mundial de la obesidad infantil, en gran medida impulsado por una mayor inactividad física, se ha relacionado con una mayor prevalencia de hipertensión arterial, lípidos en sangre y glucosa en sangre en la infancia”.

La infancia es una ventana de oportunidad para atajar la obesidad antes de que los daños que causa sean irreversibles a nivel cardiovascular, según una declaración científica de expertos en cardiopatías y obesidad infantil publicada en el ´European Journal of Preventive Cardiology´, revista de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC).

El documento ha sido elaborado por el Grupo de Trabajo para la Salud Infantil de la Asociación Europea de Cardiología Preventiva (EAPC) de la ESC y el Grupo Europeo de Obesidad Infantil (ECOG).

"El aumento mundial de la obesidad infantil, en gran medida impulsado por una mayor inactividad física, se ha relacionado con una mayor prevalencia de hipertensión arterial, lípidos en sangre y glucosa en sangre en la infancia", ha afirmado el primer autor, el profesor Henner Hanssen, de la Universidad de Basilea (Suiza).

"Esta combinación de factores se relaciona a su vez con daños en las arterias y el corazón, que pueden revertirse con ejercicio en los niños, pero mucho menos en los adultos", ha añadido.

La obesidad infantil y los problemas asociados de hipertensión, lípidos y glucosa en sangre se prolongan hasta la edad adulta. Por ejemplo, los niños obesos tienen cinco veces más probabilidades de convertirse en adultos obesos que sus compañeros de peso saludable.

El documento subraya la necesidad de abordar conjuntamente la obesidad y los factores de riesgo que la acompañan, ya que tener más de un problema agrava la probabilidad de sufrir enfermedades cardiovasculares (ECV) en la edad adulta.

En comparación con los niños con un índice de masa corporal (IMC) bajo, los que tienen un IMC alto tienen un 40 por ciento más de probabilidades de sufrir una ECV en la mediana edad. Los niños con una combinación de factores de riesgo como el tabaquismo y un IMC, una presión arterial y unos lípidos sanguíneos elevados tienen un riesgo entre dos y nueve veces mayor de sufrir un infarto de miocardio o un ictus en la mediana edad.

Estos hábitos se trasladan también a la edad adulta, lo que refuerza el argumento de que hay que intervenir ahora. "La prevención de la cardiopatía coronaria en la edad adulta mediante intervenciones en la infancia se apoya en el hecho de que los hábitos dietéticos y las preferencias alimentarias se forman a una edad temprana y que el estilo de vida y los hábitos alimentarios relacionados con la familia tienden a mantenerse a lo largo de toda la vida", afirma el documento.

Los jóvenes en edad escolar deberían realizar al menos 60 minutos al día de actividad física aeróbica de moderada a fuerte. Además, deben llevar a cabo actividades de fortalecimiento muscular al menos tres veces por semana. Debe limitarse el tiempo sedentario, sobre todo el que se pasa frente a una pantalla.

DESAYUNAR ADECUADAMENTE Y EVITAR COMER ENTRE HORAS

En cuanto a la dieta, los niños deben desayunar adecuadamente, evitar comer entre horas, hacer tres comidas y no más de dos tentempiés al día, limitar el tamaño de las raciones, evitar los alimentos hipercalóricos y pobres en nutrientes como los zumos de frutas o la comida rápida, aumentar la ingesta de fruta no procesada, verduras y cereales ricos en fibra, y reducir la ingesta de grasas y azúcares.

Por ello, defienden la necesidad de adoptar una serie de políticas y medidas para frenar la obesidad y los problemas asociados a ella, y la actividad física y la nutrición ocupan un lugar central.

Según los investigadores, los responsables políticos deberían promover la actividad física y concienciar sobre la necesidad de reducir el sedentarismo; fomentar hábitos alimentarios saludables; proporcionar asesoramiento dietético y apoyo psicológico para el cambio de comportamiento; reducir la publicidad de alimentos poco saludables en los medios de comunicación y las redes sociales, y promover estilos de crianza que fomenten la actividad física y la alimentación sana.

También abogan por evitar la estigmatización; implicar a las escuelas, la familia y los amigos en los programas educativos; aumentar la disponibilidad y asequibilidad de alimentos sanos, y proporcionar zonas de juego y espacios verdes para realizar actividad física en entornos urbanos.

"Las políticas para frenar las enfermedades cardiovasculares en etapas posteriores de la vida deben ir más allá de decir a los jóvenes que hagan ejercicio y sigan una dieta sana", afirma el profesor Hanssen. "Si no hay espacios para disfrutar de la actividad física y no se dispone de alimentos nutritivos o éstos no son asequibles, es muy difícil cambiar de comportamiento", ha advertido.

Asimismo, ha señalado que algunos niños se beneficiarán del apoyo psicológico para comprender qué hábitos son problemáticos y cómo desarrollar otros nuevos. "Y en lugar de criticar a los niños por ser inactivos y comer comida basura, las escuelas y los padres pueden demostrar que hacer ejercicio físico y preparar comida sana es divertido", ha apuntado.

A su juicio, las escuelas deben tomar la iniciativa con comidas escolares sanas, clases de cocina, educación sobre nutrición y actividad física, y clubes deportivos. Debe invitarse a participar a la familia y los amigos, ya que ambos influyen en el estilo de vida y el peso del niño.

En palabras del profesor Hanssen, las dietas sanas y asequibles "deben empezar en el comedor escolar", y la actividad física puede fomentarse mediante pausas activas en los colegios. "La educación sobre estilos de vida saludables no tendrá mucho impacto si los padres no se implican", ha expresado.

Asimismo, el documento señala la influencia de los medios de comunicación en la dieta de los niños: "La mayoría de los niños están expuestos a la promoción y comercialización de productos como la comida rápida y las bebidas azucaradas hasta unas 200 veces por semana en las redes sociales", se señala.

El texto advierte de que la mayoría de los niños están expuestos a la promoción y comercialización de productos como la comida rápida y las bebidas azucaradas hasta unas 200 veces por semana en las redes sociales.

Por ello, los autores afirman que la comercialización de alimentos y bebidas poco saludables debe reducirse al mínimo o prohibirse, especialmente en las escuelas, ya que influye en el comportamiento de los niños. "En lugar de que el marketing se limite a decir a la gente que consuma productos sanos, puede ser más eficaz promover un estilo de vida sano como algo divertido y guay", ha apuntado el profesor Hanssen.

Así, el documento subraya la necesidad de evitar la estigmatización de los niños con sobrepeso y obesidad, ya que esto podría empujarlos hacia los trastornos alimentarios y la inactividad.

"Cómo identificar a los niños en situación de riesgo y ofrecerles un tratamiento individualizado evitando al mismo tiempo la estigmatización sigue siendo un reto que debe abordarse con sensibilidad", afirma el profesor Hanssen. "A nivel escolar, por ejemplo, todos los niños y familias pueden beneficiarse de estrategias de prevención, desde el comedor saludable hasta los recreos activos", ha añadido.

Finalmente, ha reiterado que "la prevención de las ECV debe empezar pronto". "En lugar de esperar a ver si los niños obesos de hoy se convierten o no en los infartos y derrames cerebrales de mañana, es necesario un plan de acción ahora para poner freno a los futuros problemas de salud. Ya sabemos que la obesidad perjudica la salud de los niños. ¿Qué más pruebas necesitamos?", ha finalizado.