"La obesidad no nos asusta tanto como el coronavirus, pero es mucho más mortal"

MERCEDES BORJA

10.2020 El epidemiólogo acaba de publicar '¿Qué comes?', un libro de divulgación sobre alimentación y salud. "A más exceso de peso, más probabilidad de requerir cuidados intensivos por Covid, incluso en pacientes jóvenes". Este viernes 16 de octubre es el Día Mundial de la Alimentación.

¿Qué comes?, es el segundo libro del Dr. Miguel Ángel Martínez-González después de Salud a ciencia cierta.¿Qué comes?, es el segundo libro del Dr. Miguel Ángel Martínez-González después de Salud a ciencia cierta.Planeta
El Dr. Miguel Ángel Martínez-González tienen un currículum admirable. Es epidemiólogo, experto en Salud Publica, en dieta mediterránea, está al frente del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Navarra y es catedrático visitante en la Universidad de Harvard.

En su haber, más de 800 artículos científicos, un background que quiere compartir con el gran público en ¿Qué comes?, un libro escrito junto a la periodista Marisol Guisasola en el que nos da herramientas para comer mejor y ganar en salud desmintiendo bulos y ayudándonos a luchar contra pseudociencias e intereses comerciales. Algo indispensable en tiempos de coronavirus.

Acaba de publicar, junto a la periodista Marisol Guisasola, "¿Qué comes?". ¿Qué distingue este libro de nutrición y alimentación de otros?

Es diferente porque cuenta con el aval de 30 años que llevo investigando la relación entre nutrición y salud, que es un mundo en el que hay muchos mitos, bulos pseudociencia. El mejor antídoto frente a la pseudociencia es la epidemiología, que es el estudio científico y riguroso de los distintos factores causales y el riesgo de enfermedad. Además, también está avalado por el departamento de medicina preventiva y salud pública de la Universidad de Navarra, el departamento que más publica sobre nutrición y salud del país y por Predimed, y con los más de 20 años que llevo como catedrático en el departamento de nutrición de Harvard, donde se han desarrollado los estudios más importantes de nutrición y salud de Estados Unidos. El resultado de todo este trabajo se ve reflejado en el libro, gracias a Marisol Guisasola, de un modo asequible y ameno, para que todo el mundo lo entienda, es un libro de divulgación. Es una forma de darle información rigurosa y científica al gran público.

La obesidad, la diabetes o la hipertensión… se relacionan con un mayor riesgo de complicaciones por coronavirus, y todas ellas se podrían evitar con una buena alimentación. Si comiéramos mejor, ¿estaríamos hablando de muchos menos muertos?

Sin duda. La obesidad, por ejemplo, está muy demostrado que es un factor de riesgo clarísimo para que la enfermedad evolucione peor. Cuanto más exceso de peso, más probabilidad de que se requiera cuidados intensivos, incluso en pacientes jóvenes. Y lo mismo ocurre con la diabetes, la hipertensión y la enfermedad cardiovascular. La buena noticia es que todo esto sería controlable con un patrón dietético de alta calidad. A la mayoría de la población española le vendría bien, en este contexto, en el que es fácil que alguien se puede infectar, quitarse esos kilos que le sobran. Ese es un consejo que hay que dar ahora mismo y que es superimportante.

Desde el inicio de la epidemia ha ido surgiendo distintos mitos sobre alimentos que ayudan a o no contra los virus, o este virus. ¿Qué hay de verdad en que la vitamina D ayuda a no contagiarse, por ejemplo?

En España, a pesar del sol que tenemos, hay un déficit bastante generalizado de vitamina D, y se ha demostrado que tener la vitamina D baja es un factor de riesgo para que la infección se adquiera más fácilmente y de que esta sea más grave.

¿Recomendaría un suplemento para prevenir el coronavirus?

Yo no soy mucho de recomendar suplementos. Es preferible, además de tomar el sol 15 minutos en la cara y los antebrazos todos los días, tomar alimentos ricos en esta vitamina, como pescados grasos, hongos, setas, alimentos enriquecidos… La mejor adecuación nutricional se da cuando se sigue la dieta mediterránea básica, la de nuestros abuelos.

"¿Por qué vamos a seguir dietas basura si una dieta perfecta y deliciosa como la mediterránea nos ayuda a prevenir tantas enfermedades?"
Si comemos mejor, enfermamos menos…

Sí, está demostrado que, si en un país hay menos obesidad y un patrón dietético de mayor calidad, hay menos muertes, por coronavirus y por otras enfermedades. Y antes de esta epidemia ya había estudios muy rigurosos, por ejemplo, sobre que la vitamina D baja es un factor de riesgo para infectarse por varios virus, no solo por este coronavirus. Es apasionante ver como con millones de datos se puede demostrar cómo una buena dieta es indispensable para prevenir la mortalidad prematura por múltiples causas, desde las típicas cardiovasculares, diabetes, infarto… hasta por depresiones. ¿Por qué vamos a seguir dietas basura si una dieta perfecta y deliciosa como la mediterránea nos ayuda a prevenir tantas enfermedades?

¿Es la mejor, entonces, la que recomendaría para enfermar lo menos posible, o ser menos susceptible a infecciones, virus…?

Sin duda. La mediterránea clásica, la de nuestros abuelos, pero no por la recomiendo por nostalgia, sino porque la ciencia actual lo tiene muy claro. No hay ningún patrón alimentario que esté tan bien fundamentado con evidencias científicas. Con la dieta mediterránea se pueden reducir un 30% los infartos, ictus, muertes cardiovaculares, un 60% cáncer de mama…. y eso es salvar la vida a mucha gente. Lo tenemos en nuestra mano, no hace falta una pastilla.

¿Y qué otros mitos, no solo los relacionados con la COVID, habría que desterrar?

Hay muchos, pero uno muy importante es quitarle de la cabeza a la gente que no pasa nada por tomar carnes procesadas como hamburguesas, salchichas comerciales... El daño que hacen los ultraprocesados, sobre todo las carnes (incluido el jamón y el pavo cocido), ya es algo reconocido por la OMS como carcinógeno, y se ha demostrado en numerosos estudios. Otra falsa creencia es pensar que la pasta, el arroz o las patatas son el buque insignia de la dieta mediterránea, cuando no es así, porque contribuyen a la ganancia de peso. Hay que pasarse a estos alimentos, pero integrales y evitar a toda costa las patatas fritas. La dieta mediterránea es tomar al menos tres frutas al día, dos de verdura -una de ellas en ensalada-, legumbres tres a la semana, mucho pescado, que las carnes sean de ave o de conejo…

Muchos nutricionistas critican que se recomiende una copa de vino como saludable dentro de la dieta mediterránea. ¿La tomamos o no?

Aquí lo que hay que mirar es la evidencia científica, y esta dice que, en España, entre los menores de 45 años, las principales causas de muerte son, por orden, los suicidios, los accidentes de tráfico y el cáncer de mama en la mujer. El alcohol es un factor de riesgo en los tres, por lo tanto, lo recomendable antes de los 45 años es no tomar nada de alcohol. Después de los 45 años en varones y 50 en mujeres, la principal causa de muerte es el infarto de miocardio y las enfermedades cardio y cerebro vasculares. A partir de esa edad es muy consistente la evidencia y se demuestra que si se toma una cantidad pequeña de vino tinto se reduce el riesgo de mortalidad prematura, pero tiene que ser con las comidas y repartido a lo largo de semana. Pero claro, y no voy a recomendar a nadie que beba alcohol si no lo ha bebido nunca. Entonces, hay que diversificar el mensaje. A la gente joven el alcohol le hace daño, sobre todo si es en botellón, mientras que a las personas con riesgo cardiovascular, una determinada cantidad de vino le puede beneficiar.

"El suicidio entre los jóvenes es otra epidemia silenciada. Ha superado a los los accidentes de tráfico como causa principal y las cifras oficiales son muy inferiores a las reales"
Cuando se habla de epidemia, y más ahora, lo asociamos con virus o enfermedades que se contagian, se expanden… ¿Por qué no pensamos en otras como la obesidad, mucho más mortal?

La información más rigurosa apunta a cuatro millones de muertes al año por obesidad, pero esta enfermedad no nos asusta tanto porque ha ido creciendo muy sibilinamente y no de una manera repentina como el coronavirus. El problema con la obesidad es que parece que ha llegado para quedarse y, aunque se ha estabilizado, lo ha hecho en unas cifras alarmantes. En Estados Unidos más del 40% de la gente tiene obesidad y el 10% de las mujeres tiene obesidad mórbida… Y en España, si sumamos sobrepeso y obesidad, son muchos más frecuentes que tener un peso normal. La obesidad, por ejemplo, multiplica el riesgo de morir por coronavirus incluso en personas muy jóvenes, y por 30 la posibilidad de tener diabetes tipo 2, produce más cáncer, insuficiencia renal… y esto puede suponer una crisis global para los sistemas sanitarios. Y aun más triste es ver algunos -no todos, por suerte- grandes sectores de la big pharma que ven una oportunidad de mercado impresionante. Vas a congresos y en lugar de buscar aspectos psicológicos, sociales que hay detrás de la obesidad… te hablan de buscar una pastilla para comer lo que quieras y estar delgado. Cuando lo que hay que hacer es tener un mayor control sobre las apetencias inmediatas, atajar los problemas de conducta y hablarle claro a la gente de los ataques que sufrimos de una parte de la industria alimentaria.

Después de años de campañas, parece que la gente en general está más interesada en temas de alimentación, en cuidarse… ¿por qué no descienden las cifras de obesidad entonces?

Yo creo que esto es una batalla a largo plazo y, aunque las cifras no descienden como deberían, la población tiene más interés por estos temas, se divulga más… pero enfrente tenemos ciertos sectores de la industria alimentaria que ganan muchísimo dinero, y los de salud pública frente a ellos somos pobres, no tenemos los recursos para cambiar los hábitos de la población, y ellos sí los tienen. Pero nosotros tenemos algo que ellos no tienen, que es que tenemos razón, así que vamos a seguir erre que erre hasta que lo consigamos.

¿Es partidario de sistemas como nutriscore, subir impuesto a determinados procesados…?

Desde luego yo soy partidario de un etiquetado frontal y claro, y un sistema como el de nutriscore o el de sellos de Chile hay investigaciones que los avalan. En cuanto a los impuestos, como afirmamos en el libro en ‘las recetas del estado niñera’, creo que está muy bien subir impuestos a comidas y bebidas ultraprocesadas, pero no con un afán recaudatorio, sino que sirviera para bajar los impuestos de los sanos, como la frutas, la verdura, los frutos secos, el AOVE… y hacer más baratas las opciones más sanas… Y es que, se calcula que comer más sano puede costar un euro más al día por persona, y eso para muchas familias es mucho.

¿Qué otras epidemias hay silenciadas, o a las que les hagamos menos caso del que deberíamos?

Por ejemplo, el del suicidio entre los jóvenes, que ha superado el de los accidentes de tráfico. Las cifras oficiales son muy inferiores a las reales… Esto esconde una gran epidemia de depresiones que tiene que ver con el desarraigo y desestructuración familiar, con los estilos de vida de los adolescentes, como el consumo de alcohol y al cannabis. Se suicidan más de 10 personas al día en nuestro país, y muchos son jóvenes.

Otra epidemia es la de la diabetes (casi el 15% de los adultos), que va pareja a la obesidad. Las personas diabéticas tienen mucho riesgo, entre ellos, de patología ocular, de insuficiencia renal, amputaciones…

Uno de los apartados de tu libro es ‘moraleja: rodéate de los que saben’. La gente de a pie, ¿cómo distinguimos los que realmente saben de lo que fingen saber o, según sus palabras ‘se dejan untar’?

El mundo científico se ha movido para que en todas las publicaciones científicas se declaren los conflictos de interés, y en el libro damos sitios, webs… de gente totalmente independiente para que la gente sepa dónde buscar y sepan de qué se pueden fiar y de qué no. Para que quede claro que yo no tengo ningún conflicto de interés, yo no cobraré derechos de autor del libro, sino que el dinero lo destinaré a investigaciones en salud pública y nutrición. Me parecía indispensable que alguien con background científico estuviera detrás de este libro, por esa abundancia de pseudociencia que hay por todas partes, los conflictos de interés… frente a todo esto, hacía falta un libro riguroso. Pero para que llegue al gran público, hay que hacerlo ameno e inteligible, y por eso he invitado a Marisol Guisasola a escribir el libro conmigo, y ha hecho una grandísima labor.