Tipificar la obesidad como enfermedad crónica, clave para su correcto abordaje en Europa

Carla Nieto Martínez

24 de marzo de 2020 MADRID, ESP. Considerar, tipificar y abordar la obesidad como una enfermedad crónica más es una asignatura pendiente que impide tanto un tratamiento más óptimo como poner freno a un problema considerado como epidémico en Europa.

Esta reivindicación centró el mensaje emitido conjuntamente por la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición y la Asociación Europea para el Estudio de la Obesidad en el contexto del último Día Mundial de la Obesidad (celebrado el pasado 4 de marzo).

Para dar visibilidad a esta demanda, los especialistas han puesto en marcha la iniciativa Abordando la obesidad juntos en Europa (Addresing Obesity Together Across Europe), sobre la cual el Dr. Albert Lecube, jefe del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Arnau de Vilanova de Lérida, comentó a Medscape en español: "El objetivo principal de esta campaña es señalar la necesidad de que la obesidad sea reconocida como una enfermedad crónica tratable por parte de la Unión Europea y los gobiernos de todos los estados miembros y, al mismo tiempo, llamar la atención sobre los beneficios que esto traerá tanto a los pacientes como a la atención médica".

En el marco de esta campaña, sus responsables dirigen mensajes a todos los agentes comprometidos en el abordaje de esta patología (gobiernos, profesionales sanitarios, administración, farmacéuticos, medios de comunicación, pacientes y población en general) en los que se hace alusión a las preocupantes cifras que este problema arroja en el continente: entre 30% y 70% de los adultos de la Unión Europea presentan sobrepeso, y 10% - 30% padecen obesidad. Además, se prevé que en el año 2030 más de la mitad de la población europea presente la enfermedad.

España, en la media (mejorable) de la prevalencia europea
El Dr. Lecube explicó que los cuatro países con mayor prevalencia de obesidad en mayores de 18 años en Europa son Turquía, Malta, Letonia y Lituania, según datos arrojados Eurostat, aunque la tendencia al aumento de los casos es algo generalizada en todos los estados miembros de la Unión Europea.

Según datos del informe The heavy burden of obesity de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, España ocupa el séptimo lugar dentro de los países de la Unión Europea en cuanto a sobrepeso y obesidad en mayores de 15 años, pasando a la novena posición en lo que respecta exclusivamente a la obesidad.

"Esto nos sitúa por detrás de países como Inglaterra, Turquía, Malta, República Checa, Eslovenia, Eslovequia y Lituania", explicó a Medscape en español la Dra. Nuria Vilarrasa, coordinadora del Grupo de Obesidad de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición. "Las tasas de sobrepeso estimadas en la población adulta (25 - 64 años) son de 39,3%, y las de obesidad (índice de masa corporal [IMC] > 30 kg/m2) de 21,6% (22,8% entre los varones, y 20,5% entre mujeres)".

Entre los países que presentan mejores datos (tanto en el informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos como en otras estadísticas) se encuentra Italia, con cifras de prevalencia de obesidad de 46% en adultos (frente a 56% de la media europea), lo que coloca al país transalpino a la cabeza de los de menor obesidad. Sin embargo, este dato contrasta notablemente con las cifras arrojadas en el caso del sobrepeso infantil y que sitúan a Italia como el país con la segunda media más alta de Europa.

El Dr. Luca Busetto, profesor asociado del Departamento de Medicina Interna de la Universidad de Padua, en Italia, manifestó a Medscape en español: Precisamente Italia es uno de los tres únicos países de la Unión Europea (junto a Portugal y Países Bajos) que actualmente reconoce la obesidad como una enfermedad crónica, y que ha puesto en marcha estrategias para abordarla como tal.

Asimismo, el especialista indicó: "El 11 de noviembre de 2019 la Cámara de Diputados del Parlamento italiano votó y aprobó por unanimidad una moción en la que se solicitaba al gobierno del país la adopción de medidas para introducir una definición de la obesidad como una enfermedad crónica, caracterizada por sus elevados costos directos e indirectos, tanto económicos como sociales".

Luces y sombras del abordaje en la Unión Europea
La estrategia italiana marca claramente la línea a seguir sugerida por la Asociación Europea para el Estudio de la Obesidad, quien demanda que pese a la alta incidencia en la Unión Europea, hasta el momento las políticas adoptadas han resultado escasas e ineficaces, y recuerdan cómo en 2016 una encuesta reveló que 19 de los entonces 27 estados miembros afirmaban tener implementadas estrategias relacionadas con la obesidad, pero solo 10 de ellos pudieron explicar medidas concretas, consistiendo la mayoría en una "recopilación de objetivos poco precisos", según los investigadores.

“Hay que ser conscientes de que nos encontramos ante una de las enfermedades más prevalentes, más infravaloradas, menos diagnosticadas y menos tratadas de nuestra historia", comentó el Dr. Lecube. "Por lo tanto, dar el paso hacia su reconocimiento como patología crónica —no solo por parte de los profesionales sanitarios sino también de la sociedad— debe ayudar a promover tanto su prevención como su tratamiento, su diagnóstico y la investigación de su etiopatogenia, su tratamiento dietético conductual y la posibilidad cada vez más real de disponer y generalizar el tratamiento farmacológico y, también, que este tratamiento farmacológico sea financiado por el sistema de salud público".

"Solo consiguiendo que todas y cada una de las personas con obesidad sean correctamente diagnosticadas, evaluadas, aconsejadas y tratadas podemos situar a nuestro sistema sanitario en el lugar de excelencia que le corresponde", puntualizó el Dr. Lecube.
En el caso concreto de España, la consideración de la obesidad como enfermedad crónica se podría calificar como un hecho en la teoría, pero "no operativa" en la práctica. La Dra. Vilarrasa señaló: " Sí está reconocida como enfermedad crónica [la obesidad] por parte de las autoridades sanitarias, aunque existen inequidades respecto a otras patologías de las que la obesidad es causa o con las que está íntimamente relacionada. Y estas desigualdades son obvias en relación con las prestaciones farmacéuticas —ningún fármaco para la obesidad está financiado— y con las listas de espera quirúrgica —las de la cirugía de la obesidad son de las más largas, llegando incluso a los 5 años—".

Según la experta de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición, actualmente existen guías del abordaje y tratamiento de la obesidad realizadas por diferentes sociedades científicas que permiten afrontar esta patología de manera más eficaz, "pero hay grandes limitaciones. A nivel de profesionales de la salud, la figura de dietistas/nutricionistas en atención primaria está ausente. Tampoco existe acceso a psicólogos especializados en el tratamiento de esta patología ni especialistas en actividad física. Solo en los hospitales con unidades de obesidad, que son pocos en todo el país, se dispone de personal adecuado para tratar esta patología".

Llamarla por su nombre para acabar con el estigma
El reconocimiento como patología crónica permite la implantación de estrategias sólidas, con plazos y recursos bien definidos.

La Dra. Vilarrasa añadió: "También es necesario dejar de discriminar la obesidad y acabar con el estigma de las personas que la padecen. Se trata de una enfermedad crónica y no de una elección o de un estilo de vida. Solo reconociéndola y actuando con estrategias sólidas, aplicando programas de abordaje multidisciplinar que son los que tienen evidencia científica, facilitando el acceso a las terapias disponibles e invirtiendo en programas de prevención junto con una legislación adecuada y la implicación de la industria alimentaria, podremos enfrentarnos a esta pandemia".

En la misma línea, el Dr. Lecube comentó que es fundamental perder el temor a decir a una persona que tiene obesidad, y que debe tratarse de esta enfermedad: "El error radica en creer que identificar a un sujeto con obesidad lo estigmatiza; en considerar que decirle a alguien con índice de masa corporal superior a 30 kg/m2 que padece obesidad supone un insulto o un agravio a su dignidad. No hablamos de prediabetes, prehipertensión ni sobrepeso, sino de que la obesidad es una enfermedad importante".

Para el Dr. Busetto, la definición de la obesidad como enfermedad crónica implica abandonar el enfoque a corto plazo de la pérdida de peso y adoptar una visión a largo plazo dirigida al mantenimiento de la salud y la prevención de complicaciones derivadas de la ella: "El peso es solo uno de los aspectos del tratamiento de la obesidad, y la atención debe centrarse más en mantener un peso saludable a largo plazo que en la reducción ponderal en un periodo corto o puntual".
Cronicidad como puerta a un cambio de abordaje
Asimismo, indicó que "este tipo de enfoque requiere la definición de vías de tratamiento adecuadas, y el sistema de salud pública debe asumir la responsabilidad de la organización de estas estrategias y la aplicación de las mismas. Estas vías deben basarse en la atención primaria para los casos más sencillos y menos complicados, y en centros especializados y con manejo multidisciplinario para los más complejos".

Y los "centros especializados deben ser capaces de proporcionar todos los tipos de terapias aprobadas actualmente para el tratamiento de la obesidad".

El Dr. Busetto agregó que el abordaje de la obesidad por parte de la Unión Europea desde un enfoque de cronicidad debería seguir tres líneas principales de actuación: "En primer lugar deben adoptarse medidas preventivas lo antes posible, prestando especial atención a la edad pediátrica, diseñándolas con un enfoque sistémico y no basadas únicamente en las iniciativas individuales de los ciudadanos y de los padres. Es importante que el medio en el que viven los niños se vuelva menos obesogénico, con intervenciones que actúen sobre la disponibilidad y calidad de los alimentos, sobre la regulación y reducción del impulso comercial para el consumo de los productos alimenticios de alto contenido calórico, en particular para los niños, y sobre el diseño y creación de espacios urbanos que fomenten la actividad física".

La segunda línea estratégica consiste en conseguir que la obesidad llegue a ser una prioridad para los sistemas sanitarios nacionales europeos, "y por último, hay que combatir el tradicional concepto de esta patología como resultado de una elección personal. Las personas con obesidad no aumentan de peso porque sean perezosas o estén menos dispuestas que otras a cuidarse. Hay que tener claro que la obesidad es una enfermedad que nadie elige tener, así que sería necesario manifestar más respeto por estos pacientes, al igual que lo hacemos con todos los demás que padecen enfermedades crónicas".