Fueron al hospital para recibir atención. Allí contrajeron COVID-19… y algunos nunca salieron

Christina Jewett/KHN

9 de noviembre de 2021 Encuentre las últimas noticias y orientación acerca de la vacunación contra la COVID-19 en el Centro de información sobre la vacuna contra el SARS-CoV-2.

Fueron al hospital para recibir atención médica por ictus, fallas renales o crisis psiquiátricas. De allí salieron con COVID-19... si es que salieron.

Más de 10.000 pacientes fueron diagnosticados con COVID-19 en hospitales de Estados Unidos el año pasado, después de ser admitidos por otra causa, según registros federales y estatales analizados exclusivamente por KHN.

Pero de hecho, el número es un recuento insuficiente, ya que incluye principalmente a pacientes de 65 años o más, además de pacientes de California y Florida de todas las edades.

Sin embargo, entre los posibles escenarios que pueden salir mal en un hospital, es una cifra catastrófica: alrededor de 21% de los pacientes que contrajeron COVID-19 en el hospital de abril a septiembre del año pasado falleció, según muestran los datos. En contraste, casi 8% de otros pacientes de Medicare falleció en el hospital en ese mismo tiempo.

Steven Johnson, de 66 años, esperaba recibir atención médica por una infección que tenía su cadera a carne viva en el Blake Medical Center, en Bradenton, Estados Unidos, en noviembre pasado. El farmacéutico jubilado había sobrevivido al cáncer de colon y fue meticuloso para evitar contraer COVID-19. No podía haber sabido que de abril a septiembre, 8% de los pacientes con COVID-19 de Medicare de ese hospital fue diagnosticado con el virus después de ser admitido por otra necesidad médica.

Johnson había dado negativo para la prueba de COVID-19 dos días antes de ser admitido. Su esposa, Cindy Johnson, también farmacéutica retirada, contó que después de 13 días en el hospital dio positivo.

En pocas horas estaba luchando por eliminar una flema parecida a pegamento de sus pulmones. Un equipo médico apenas pudo controlar su dolor. Le pidieron a Cindy que expresara sus últimos deseos. Ella le preguntó: "Cariño, ¿quieres que te intuben?". Él respondió con un enfático "no". Falleció tres días después.

Luego de que su esposo dio positivo, Cindy Johnson, entrenada en rastreo de contactos, rápidamente se hizo la prueba para COVID-19. Dio negativo. Pero no dejaba de pensar en la gran cantidad de personal del hospital que entraba y salía de la habitación de su esposo, los que a menudo le sacaban la mascarilla y sospechó que un miembro del personal lo había infectado. Que el hospital, parte de la cadena HCA Healthcare, todavía no haya ordenado las vacunas al personal, es "espantoso", opinó.

"Estoy furiosa", agregó.

"¿Cómo pueden decir en su sitio web: 'Las precauciones de seguridad que hemos implementado hacen que nuestras instalaciones estén entre los lugares más seguros posibles para recibir atención médica en este momento'?", se preguntó.Lisa Kirkland, vocera del Blake Medical Center, dijo que el hospital "está alentando firmemente la vacunación" y señaló que sigue las pautas federales de Centers for Disease Control and Prevention (CDC) de Estados Unidos y las normas estatales para proteger a los pacientes. El presidente Joe Biden ha pedido que todos los empleados de hospitales estén vacunados, pero el requisito podría enfrentar resistencia en una docena de estados, incluida Florida, que han prohibido los mandatos de vacunación.

En general la tasa de propagación intrahospitalaria entre Medicare y otros pacientes fue más baja que en otros países, incluido Reino Unido, que ha hecho público esos datos y los discute abiertamente.

En promedio, alrededor de 1,7% de los pacientes con COVID-19 hospitalizados en nosocomios de Estados Unidos fue diagnosticado con el virus en estas instalaciones, según un análisis de los registros de Medicare del 1 de abril al 30 de septiembre de 2020, proporcionado por el Dr. James Kennedy, fundador de CDIMD, una empresa de consultoría y análisis de datos con sede en Nashville.

Sin embargo, la tasa de infección fue mucho más alta en 38 hospitales donde 5% o más de los casos de COVID-19 de Medicare se documentó como adquirido en el hospital. Los datos provienen de un periodo desafiante del año pasado cuando los equipos de protección escaseaban y las pruebas eran escasas o lentas para producir resultados. Los datos de Medicare para el cuarto trimestre de 2020 y este año aún no están disponibles y los datos estatales reflejan del 1 de abril al 31 de diciembre de 2020.

Una revisión de KHN de los registros de seguridad en el trabajo, la literatura médica y entrevistas con el personal de los hospitales de alta propagación indica por qué se afianzó el virus: los líderes de los hospitales tardaron en admitir que se transmitía por vía aérea, lo que hizo que los pacientes que tosían fueran peligrosos para los compañeros de habitación y los miembros del personal, que a menudo usaban mascarillas quirúrgicas menos protectoras en lugar de N95. Los hospitales no pudieron realizar pruebas a todos los pacientes admitidos, gracias a la guía de CDC que dejaba tales pruebas a "discreción de la instalación". La gerencia a menudo no informaba a los trabajadores cuando habían estado expuestos a COVID-19 y, por tanto, estaban en riesgo de propagarlo ellos mismos.

La propagación entre los pacientes y el personal parecían ir de la mano. En Beaumont Hospital, Taylor, en Michigan, Estados Unidos, se registraron 139 infecciones por COVID-19 en empleados entre el 6 de abril y el 20 de octubre del año pasado, según muestra un informe de inspección del hospital. Casi 7% de los pacientes de Medicare con COVID-19 dio positivo después de ser admitido en ese hospital por otra causa, según muestran los datos federales. Un vocero del hospital declaró que las pruebas no estaban disponibles para evaluar a todos los pacientes el año pasado, lo que resultó en algunos diagnósticos tardíos. Dijo que ahora todos los pacientes que ingresan son evaluados.

El seguimiento de COVID-19 dentro de las instalaciones de salud no es una tarea nueva para los funcionarios federales, quienes informan públicamente cada semana sobre nuevos casos en empleados y residentes en cada hogar de adultos mayores a lo largo del país. Sin embargo, el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) de Estados Unidos informa datos sobre la propagación de COVID-19 en los hospitales solo a nivel estatal, por lo que los pacientes no saben qué instalaciones presentan casos.

KHN encargó un análisis de los registros de facturación de los hospitales, que también se utilizan de manera más amplia para detectar diversas infecciones adquiridas en el hospital. Para COVID-19, los datos tienen limitaciones. Puede detectar algunos casos adquiridos en la comunidad que tardaron en aparecer, ya que pueden pasar de dos a 14 días desde la exposición al virus para que aparezcan los síntomas, con un promedio de cuatro a cinco días. Los registros no tienen en cuenta los casos recogidos en una sala de emergencias o diagnosticados después del alta de un paciente del hospital.Linda Moore, de 71 años, dio positivo al menos 15 días después de una estadía en el hospital para una cirugía de columna, según contó su hija Trisha Tavolazzi. Su madre estaba en el Havasu Regional Medical Center, en Arizona, Estados Unidos, que no tuvo una tasa de propagación interna superior al promedio el verano pasado.

El hospital implementó "protocolos rigurosos de salud y seguridad para proteger a todos nuestros pacientes" durante la pandemia, declaró Corey Santoriello, vocero del hospital, quien no quiso comentar sobre el caso de Moore, citando normas de privacidad.

Moore fue trasladada en avión a otro hospital, donde solo empeoró más, dijo su hija. Después de que le quitaron el ventilador se aferró a la vida de manera irregular durante cinco horas y media, mientras su hija oraba para que su madre encontrara el camino al cielo.

Tavolazzi añadió: "Le pedí a su mamá, a su papá y a su familia y oré a Dios: 'Por favor, ven a mostrarle el camino'. Vuelvo a vivir ese momento todos los días".

Cuando Tavolazzi buscó respuestas en el hospital sobre dónde contrajo el virus su madre, dijo que no obtuvo ninguna: "Nadie me devolvió la llamada".

De dos pruebas negativas para COVID-19 a ser el "paciente cero"
Cuando la segunda ola de COVID-19 disminuyó en septiembre pasado, los médicos del prestigioso Brigham and Women’s Hospital publicaron un estudio tranquilizador:[1] con un control cuidadoso de la infección, solo dos de 697 pacientes con COVID-19 adquirieron el virus en el hospital de Boston. Eso es aproximadamente 0,3% de los pacientes, casi seis veces más bajo que la tasa general de Medicare.

El Brigham and Women’s Hospital evaluó a todos los pacientes que admitió, superando las recomendaciones de CDC. Fue transparente y abierto sobre las preocupaciones de seguridad.

Pero el estudio, publicado en JAMA Network Open, transmitió un mensaje equivocado, según el Dr. Manoj Jain, médico de enfermedades infecciosas y profesor adjunto de Rollins School of Public Health at Emory University. COVID-19 se estaba extendiendo en los hospitales y el estudio enterró "el problema debajo de la alfombra".

Poco después de la publicación, el virus comenzó una racha sigilosa a través del hospital de élite. Entró con un paciente que dio negativo dos veces, pero resultó ser positivo. Fue la "paciente cero" en un brote que afectó a 38 empleados y 14 pacientes, según un estudio publicado inicialmente en Annals of Internal Medicine el 9 de febrero.[2]

Los autores de ese estudio secuenciaron el genoma del virus para confirmar qué casos estaban relacionados y exactamente cómo se diseminó por el hospital.[2]

A medida que los pacientes fueron trasladados de una habitación a otra en los primeros días del brote, COVID-19 se propagó entre los compañeros de habitación 8 de cada 9 veces, probablemente a través de la transmisión por aerosol, según el estudio. Una encuesta a los miembros del personal reveló que quienes cuidaban a los pacientes que tosían tenían más probabilidades de enfermar.

El virus también pareció haber traspasado el equipo de protección apoyado por CDC. Dos miembros del personal que tuvieron contactos cercanos con pacientes mientras usaban una mascarilla quirúrgica y un protector facial también se infectaron. Los hallazgos sugirieron que los respiradores N95, más seguros, podrían ayudar a proteger al personal.Ahora, el Brigham and Women’s Hospital hace la prueba a todos los pacientes al momento de la admisión y nuevamente poco después. Se anima a las enfermeras a que vuelvan a realizar la prueba si ven un signo sutil de COVID-19, señaló la Dra. Erica Shenoy, jefa asociada del Departamento de Control de Infecciones del Massachusetts General Hospital, quien ayudó a elaborar las normas en el Brigham and Women’s Hospital.

La Dra. Shenoy informó que las enfermeras y los trabajadores de los servicios ambientales están sentados a la mesa para la formulación de políticas: "Yo personalmente me aseguro de decir: 'Dime lo que estás pensando. No habrá consecuencias porque necesitamos saber'", señaló Shenoy.

Las pautas de CDC, sin embargo, dejaron un amplio margen en el equipo de protección y las pruebas. Hasta el día de hoy los hospitales emplean una amplia diversidad de políticas, añadió. En un comunicado, CDC indicó que sus pautas "proporcionan un enfoque integral y en capas para prevenir la transmisión del SARS-CoV-2 en entornos de atención médica" e incluyen la prueba de pacientes que tienen "incluso síntomas leves" o exposición reciente a alguien con COVID-19.

Las políticas de control de infecciones rara vez son evidentes para los pacientes o visitantes, más allá de que se les pida que usen mascarilla. Pero las revisiones de los registros públicos y las entrevistas con más de una docena de personas muestran que en los hospitales con altas tasas de propagación de COVID-19, los miembros del personal a menudo se alarmaban por la falta de prácticas de seguridad.

Enfermeras hacen sonar la alarma sobre la propagación de COVID-19
Cuando COVID-19 llegó a Florida en la primavera de 2020, la enfermera Victoria Holland se enfrentó a los gerentes del Blake Medical Center, en Bradenton, Estados Unidos, donde falleció Steven Johnson.

Dijo que la suspendieron temprano en la pandemia después de participar en una protesta y "tener un ataque de enojo" cuando se le negó un nuevo respirador N95 antes de un procedimiento que involucraba la generación de partículas aéreas. CDC advierte que estos procedimientos pueden propagar el virus por el aire. Antes de la pandemia se capacitó a las enfermeras para desechar una mascarilla N95 después de cada encuentro con un paciente.

Holland comentó que cuando terminó la suspensión, sintió inseguridad. "No nos dijeron nada. Todo fue un rumor entre los médicos. Si tenías potenciales pacientes con COVID-19 obtendrías una pequeña mascarilla quirúrgica porque ellos no querían desperdiciar una mascarilla N95 a menos que supieran que el paciente era positivo".

Holland dijo que renunció a mediados de abril. Sus colegas de enfermería presentaron una queja ante la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional a fines de junio alegando que al personal que "trabajaba en torno a posibles casos positivos de COVID-19" se le había negado el equipo de protección personal. Los miembros del personal protestaron frente al hospital en julio y presentaron otra queja de Administración de Seguridad y Salud Ocupacional que decía que el hospital estaba permitiendo que los empleados expuestos a COVID-19 siguieran trabajando.[3]

Kirkland, el vocero del Blake Medical Center, dijo que el hospital respondió a Administración de Seguridad y Salud Ocupacional y "no se identificaron deficiencias".

El análisis de Medicare muestra que 22 de 273 pacientes (8%) con COVID-19, fueron diagnosticados con el virus después de ser admitidos en Blake Medical Center. Eso es aproximadamente cinco veces más alto que el promedio nacional.

Añadió que "no existe una forma estándar para medir las transmisiones de COVID-19-19 asociadas al hospital y que no hay evidencia que sugiera que el riesgo de transmisión en el Blake Medical Center sea diferente al que se encontraría en otros hospitales".

En Washington D.C., 34 pacientes de Medicare con COVID-19 contrajeron el virus en el MedStar Washington Hospital Center, o casi 6% del total, muestra el análisis.Insatisfechos con las prácticas de seguridad, que incluían la esterilización con gas y la reutilización de las mascarillas N95, miembros de National Nurses United protestaron en el jardín del hospital en julio de 2020. En la protesta, la enfermera Zoe Bendixen dijo que una compañera había fallecido a causa del virus y 50 habían enfermado: "Las enfermeras pueden convertirse en una fuente de transmisión de la enfermedad a otros pacientes, compañeros de trabajo y familiares".

La enfermera Yuhana Gidey dijo que contrajo COVID-19 después de tratar a un paciente que resultó estar infectado. Otra enfermera, no el personal que realiza el rastreo de contactos, le dijo que había estado expuesta, destacó.

La enfermera Kimberly Walsh contó en una entrevista que en septiembre de 2020 hubo un brote en una unidad geriátrica donde trabajaba. Dijo que la gerencia culpó a las enfermeras por llevar el virus a la unidad. Pero Walsh señaló otro problema: el hospital no estaba sometiendo a pruebas para COVID-19 a pacientes que venían de hogares de adultos mayores, donde la propagación fue desenfrenada el año pasado.

MedStar rechazó una solicitud de entrevista sobre sus prácticas de control de infecciones y no respondió a preguntas específicas.

Si bien los hospitales deben rastrear e informar públicamente las tasas de infecciones persistentes como Clostridioides difficile, estafilococos resistentes a los antibióticos e infecciones del sitio quirúrgico, no se informan sobre tasas similares de COVID-19 adquiridas en el hospital.

KHN examinó una fuente diferente de datos que el Congreso requirió que los hospitales documentaran sobre las "afecciones adquiridas en el hospital". Los datos de Medicare, que indican si cada caso de COVID-19 estaba "presente en la admisión" o no, están disponibles meses después de una hospitalización en archivos oscuros que requieren un acuerdo de uso de datos que generalmente se otorga a los investigadores. KHN contó los casos, como lo hacen los funcionarios federales, en algunos casos en los que la documentación se considera insuficiente para categorizar un caso.

Para estos datos, considerar un caso de COVID-19 adquirido en el hospital recae en codificadores médicos que revisan las notas de los médicos y los resúmenes de alta y les hacen preguntas a los médicos si el estado no está claro, dijo Sue Bowman, directora sénior de política de codificación y cumplimiento de la American Health Information Management Association.

Agregó que los codificadores médicos son conscientes de que los datos se utilizan para medidas de calidad hospitalaria y tendrían cuidado de revisar el rastreo de contactos u otra información en el registro médico.

Si un caso estaba en los datos que utilizó KHN, "eso significaría que fue adquirido durante la estadía en el hospital, ya sea de un trabajador de la salud u otro paciente o tal vez si un hospital permitiera visitas, de un visitante. Esa sería una interpretación justa de los datos", destacó Bowman.

La alta tasa de fallecimiento para los diagnosticados con COVID-19 durante una estadía en el hospital, alrededor de 21%, refleja la tasa de muerte de otros pacientes con COVID-19 de Medicare el año pasado, cuando los médicos tenían pocos métodos probados para ayudar a los pacientes. También destacó el peligro que representa el personal no vacunado para los pacientes, dijo el Dr. Jain, médico de enfermedades infecciosas. La American Hospital Association estima que alrededor de 42% de los hospitales del país ha exigido que todos los miembros del personal estén vacunados.

"No necesitamos que el personal no vacunado sea una amenaza para los pacientes. La administración del hospital tiene demasiado miedo de presionar al personal de enfermería y el público en general no tiene ni idea de la amenaza que representa una persona no vacunada para una población vulnerable", puntualizó el Dr. Jain.

Cindy Johnson dijo que el hospital donde cree que su esposo contrajo COVID-19 enfrentó un escrutinio mínimo en una inspección estatal, incluso después de que ella misma informara que su esposo había contraído COVID-19 en la instalación. Johnson exploró la posibilidad de demandar, pero un abogado le dijo que sería casi imposible ganar un caso así. Una ley estatal de 2021 requiere que la prueba de "al menos negligencia grave" prevalezca en la corte.

Johnson pidió a un médico que atiende pacientes en el hospital: Por favor, quite el gran letrero que dice ABIERTO Y SEGURO.

En cuestión de días el cartel desapareció.

La corresponsal de KHN del Medio Oeste Lauren Weber, contribuyó con este informe.

KHN (Kaiser Health News) es la redacción de KFF (Kaiser Family Foundation), que produce periodismo en profundidad sobre temas de salud. Junto con Análisis de Políticas y Encuestas, KHN es uno de los tres principales programas de KFF. KFF es una organización sin fines de lucro que brinda información sobre temas de salud a la nación.