Disfunción eréctil: peor de lo que piensa

Jim Kling
21 de abril de 2020 La disfunción eréctil puede ser un signo de advertencia temprano de problemas de salud más generales. Este es el planteamiento de un nuevo análisis retrospectivo de hombres europeos que reveló que la disfunción eréctil y otros síntomas sexuales se asociaban a más riesgo de muerte, independientemente de los niveles de testosterona.[1]

Estudios similares han demostrado vínculos entre mortalidad y disfunción sexual o entre mortalidad y niveles de testosterona, pero el presente estudio es singular, señaló la Dra. Leen Antonio, Ph. D., profesora adjunta de endocrinología en la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica, en una presentación virtual durante el Congreso Anual de la Endocrine Society. El congreso real, programado del 28 al 31 de marzo en San Francisco, Estados Unidos, se canceló a causa de las inquietudes en torno a la COVID-19.

"Esta es la primera vez que hemos analizado ambos en el mismo grupo de personas, y podemos decir que son principalmente los síntomas sexuales los que predicen el riesgo de mortalidad, independientemente de los niveles de testosterona de estos hombres", declaró la Dra. Antonio.

"Podemos considerar los síntomas sexuales como indicadores de un estado de salud adverso en general. Es una especie de signo de advertencia de que se tiene riesgo de problemas más graves", añadió la especialista.

La Dra. Antonio recomendó a los médicos evaluar la tensión arterial y los niveles de colesterol en hombres que presentan disfunción sexual y aconsejar cambios en el modo de vida, como actividad física y control del peso. "Estos pueden ser útiles en caso de síntomas sexuales y para la salud en general, así como el riesgo de enfermedades cardiovasculares en el futuro".

Aunque el estudio no pudo identificar una causa de la relación entre la disfunción sexual y la mortalidad, la Dra. Antonio planteó la hipótesis de que la arteria peneana estrecha tal vez tenga más probabilidades de sufrir cambios notables en las primeras etapas de la aterosclerosis antes de que ocurran los efectos clínicos en las arterias coronarias.

El Dr. Michael Blaha, profesor de medicina y director de investigación clínica en el Ciccarone Preventive Cardiology Center de la Johns Hopkins University, en Baltimore, Estados Unidos, quien ha estudiado la disfunción eréctil y su relación con enfermedades cardiovasculares, señaló que el estudio representa prueba adicional de que la disfunción eréctil es un factor de riesgo importante e independiente para enfermedades cardiovasculares y otros riesgos para la salud. Le gustaría que se establecieran clínicas de salud para hombres, donde se puedan identificar y mitigar los factores de riesgo mediante cambios en el modo de vida y tratamientos.

"Debe hacerse todo un replanteamiento de la forma en que abordamos al grupo de pacientes que presentan disfunción eréctil y que acuden a diversos especialistas", declaró, señalando que los hombres de mediana edad suelen acudir a los especialistas en disfunción eréctil después de años de no tener ningún contacto con el sistema de salud. En ese grupo la disfunción eréctil puede ser un signo de advertencia temprano que podría dar lugar a intervenciones más amplias.

"Esto apunta a la necesidad de más clínicas de salud para hombres que se centren en la detección precoz de factores de riesgo y en el tratamiento de la disfunción eréctil y otros factores de riesgo de manera más exhaustiva", añadió el Dr. Blaha, quien no intervino en el estudio. 

La Dra. Antonio y sus colaboradores estudiaron 1.913 hombres de la población, que participaron en el European Male Ageing Study. Se obtuvo la información inicial sobre la función sexual y los niveles de testosterona entre 2003 y 2005. Los hombres tenían entre 40 y 79 años de edad al ingresar en el estudio, y "dado el amplio intervalo de edad al entrar en el estudio, se utilizó esta como una escala de tiempo, en vez de años a partir de la inclusión con ajuste respecto a la edad", explicaron los investigadores.

A una mediana de seguimiento de 12,4 años, 25,3% de los participantes falleció. El índice de masa corporal era más alto en los hombres que fallecieron (p = 0,002), pero no hubo diferencia significativa en el antecedente de tabaquismo. Los dos grupos tenían niveles similares de testosterona total, pero la testosterona libre fue más baja en la población que falleció (270 pmol/l frente a 312 pmol/l; p < 0,001), mientras que los niveles de hormona luteinizante fueron más altos (7,8 unidades/l frente a 5,7 unidades/l; p < 0,001).

El cuartil más bajo del nivel de testosterona libre se asoció a más riesgo de mortalidad (hazard ratio: 1,43; p = 0,021), mientras que el cuartil más alto de hormona folículoestimulante se asoció a más riesgo de mortalidad (HR: 1,38; p = 0,036). No hubo relación entre el riesgo de mortalidad y la testosterona total o estradiol.

Los hombres que reportaron tres síntomas sexuales al inicio tuvieron mayor riesgo de mortalidad que quienes no refirieron síntomas (HR: 1,77; p < 0,001). No hubo asociación entre riesgo de mortalidad y disfunción eréctil (HR: 1,40; p = 0,001), y erecciones matutinas deficientes (HR: 1,30; p = 0,012), pero no una escasa libido.

Las asociaciones no se vieron afectadas después del ajuste con respecto a testosterona total o testosterona libre. Entre los hombres con testosterona total normal (> 12 nmol/l), los síntomas sexuales se asociaron con aumento del riesgo de mortalidad (HR: 1,51; p = 0,003), y lo mismo ocurrió en hombres con niveles de testosterona total de menos de 8 nmol, en comparación con hombres con testosterona total normal que no refirieron síntomas sexuales (HR: 1,92; p = 0,035).