Problemas de sueño en niños pequeños se vinculan a menos calidad de vida en años posteriores

Jeff Craven

27 de agosto de 2020 Problemas de sueño en los niños desde el nacimiento hasta la infancia media pueden originar disminución del bienestar emocional y la calidad de vida para el tiempo en que un niño llega a los 10 - 11 años de edad, según reciente estudio longitudinal.[1]

Los efectos de estas alteraciones aumentaron con el tiempo y consistieron en problemas de interiorización y exteriorización, autocontrol y calidad de vida, pero al parecer no afectaron las habilidades cognitivas o académicas, de acuerdo con el Dr. Ariel A. Williamson, Ph. D., diplomado en Medicina del Sueño Conductual, del Childrens Hospital of Philadelphia, en Filadelfia, Estados Unidos, y sus colaboradores. Niños caucásicos con problemas constantes de sueño tuvieron los peores desenlaces; problemas de sueño leves también se asociaron con alteración, señalaron los investigadores.

"La variedad de alteraciones en los dominios académico y psicosocial en la infancia media indica que la detección sistemática de problemas de sueño constantemente durante el curso del desarrollo de un niño es importante, en especial para abordar aquellos que presentan problemas de sueño persistentes en el curso del tiempo", declaró el Dr. Williamson.

Los investigadores analizaron datos de 5.107 niños del Estudio Longitudinal de Niños Australianos-Cohorte de Nacimiento, en que los problemas de sueño y los desenlaces en el bienestar se midieron en múltiples momentos de evaluación. Conductas como dificultad para ir a dormir por la noche, insatisfacción en dormir solo, y caminar durante la noche, se definieron como problemas de sueño.

Los investigadores encontraron cinco dominios importantes de problemas del sueño: niños con problemas de sueño persistentes durante la infancia media (7,7%); problemas de sueño limitado durante la lactancia o la edad preescolar (9,0%); problemas de sueño leves en el curso del tiempo (14,4%) más problemas de sueño durante la infancia media (17,0%), y un grupo que no tenía problemas de sueño (51,9%).

Los cuidadores reportaron los problemas de sueño en la cohorte, mientras que los desenlaces en el bienestar fueron notificados por cuidadores y maestros, y las tareas fueron realizadas por niños de 10 - 11 años de edad. El Dr. Williamson y sus colaboradores analizaron el bienestar en lo que respecta a funcionamiento emocional y conductual, calidad de vida relacionada con la salud, habilidades cognitivas, y logros académicos.

Diferentes informes de maestros y cuidadores
Maestros y cuidadores notificaron diferentes efectos en los niños con problemas de sueño persistentes. Los maestros reportaron problemas de interiorización (magnitud de efecto: -0,65; intervalo de confianza de 95% [IC 95%]: -0,87 a -0,43; p < 0,001), y exteriorización (magnitud de efecto: -0,40; IC 95%: -0,58 a -0,21; p < 0,001) moderados, en comparación con niños que no tenían problemas de sueño, mientras que los cuidadores refirieron problemas de interiorización (magnitud de efecto: -0,75; IC 95%: -0,92 a -0,57; p < 0,001), y exteriorización (magnitud de efecto: -0,70; IC 95%: -0,86 a -0,53; p < 0,001) considerables.Niños con problemas de sueño persistentes tuvieron alteraciones moderadas del autocontrol, refirieron cuidadores, en comparación con niños sin problemas de sueño (magnitud de efecto: -0,37; IC 95%: -0,52 a -0,21; p < 0,001). La calidad de vida psicosocial y la relacionada con la salud que reportaron los cuidadores fue peor en niños con problemas de sueño persistentes que en quienes no tenían problemas de sueño (magnitud de efecto: -0,78 a -0,90; IC 95%: -1,06 a -0,56; p < 0,001).

Para los niños que mostraron aumento de los problemas de sueño a mediana edad, los cuidadores (magnitud de efecto para ambos: -0,61; IC 95%: -0,76 a -0,46; p < 0,001) y los maestros (intervalo de magnitud de efecto: -0,29 a -0,39; IC 95%: -0,53 a -0,15; p < 0,001) refirieron tasas más elevadas de síntomas de interiorización y exteriorización que para los que no tenían problemas de sueño.

Se observaron pequeñas alteraciones en síntomas de interiorización o exteriorización en niños que tenían escasos problemas de sueño durante la lactancia o la edad prescolar (magnitud de efecto: -0,12; IC 95%: -0,23 a -0,01; p < 0,05) según informaron maestros, y en niños con problemas de sueño leves en el curso del tiempo (magnitud de efecto: -0,19; IC 95%: -0,30 a -0,08; p < 0,001), según notificaron cuidadores. No hubo alteraciones significativas del autocontrol para los niños del grupo de lactantes o preescolares con alteración o en el grupo de niños con problemas de sueño leves.

En todos los grupos los problemas de sueño no alteraron significativamente el razonamiento no verbal, y la mayoría de los dominios de competencias académicas no se alteró significativamente en los grupos, excepto en cuanto a lenguaje y alfabetismo, y pensamiento matemático en el caso de niños con problemas de sueño persistente (magnitud de efecto: -0,41 para ambos; IC 95%: -0,60 a -0,23; p < 0,001). Los niños con más problemas de sueño durante la infancia media "tuvieron menos alteraciones académicas y cognitivas", y las alteraciones académicas en los niños con problemas de sueño leves no fueron significativas.

Opinión de expertos

El Dr. Brandon M. Seay, neumólogo pediatra y especialista en sueño en Children’s Health Care of Atlanta, en Atlanta, Estados Unidos, señaló que el estudio es uno de los primeros en ofrecer datos longitudinales sobre alteración en niños con problemas de sueño. Añadió que el artículo resalta la necesidad de reconocer cuándo los niños muestran problemas de sueño. "Simplemente demuestra que los problemas que no se abordan en etapa más temprana en forma definitiva tienen mayor repercusión sobre el sueño, y persisten durante toda la vida".

Aunque los médicos de atención primaria y los pediatras deberían hacer peguntas sobre el sueño durante la orientación preventiva, la intervención más temprana en problemas de sueño es importante. Señaló que los niños que muestran problemas de sueño en el curso del tiempo tienen más probabilidades de presentar dificultades en el control de sus emociones, y tarde o temprano desarrollan problemas cognitivos.

"Sabemos que si tales problemas continúan, este estudio nos está demostrando que tienen peores efectos posteriores".

Repercusión de la crisis de COVID-19
Estos problemas también pueden agravarse por la pandemia de COVID-19. El Dr. Seay señaló que dado que muchos padres trabajan desde su domicilio, los horarios de sueño pueden verse afectados, y es posible que los padres también duerman con sus hijos, lo cual puede causar insomnio crónico y despertar temprano. Para ayudar a abordar los problemas de sueño, en especial los que pueden surgir durante la COVID-19, los padres deben asegurarse de que sus niños acudan a las consultas de atención primaria para referir problemas, y los médicos deben hacer de la rutina del sueño un foco de conversaciones en torno a problemas de sueño.

"Antes de la pandemia ya estábamos abordando esto en la clínica del sueño, asegurándonos de que se apegaran al mismo horario todos los días. Para los padres con niños que tienen problemas de insomnio o de despertar durante la noche, implementar esa rutina ayuda a mitigar esto un poco, de manera que si no tienen establecida esa rutina, se pueden exacerbar los problemas", finalizó el Dr. Seay.