Como los síntomas aparecen durante el sueño, suelen ser los convivientes quienes detectan el problema, alarmados por los fuertes ronquidos, ahogos, despertares bruscos y sobre todo por las pausas respiratorias.
En los casos más graves se dan crisis de apnea incluso de día, llegando a interferir en el rendimiento y hasta en la prevención de la seguridad laboral.
La apnea la sufren al menos un 4% de la población general y va en constante aumento en relación con el continuo incremento de la obesidad.
Sus efectos negativos están justificados por la falta de sueño profundo de los pacientes, que tienden a quedarse dormidos en los momentos más delicados e improcedentes, como en el trabajo o durante la conducción de vehículos.
Otros síntomas relacionados son las cefaleas, el sueño, el cansancio diurno, el descenso en la actividad mental y hasta la insuficiencia cardiopulmonar por incapacidad de eliminar el anhídrido carbónico y de oxigenar la sangre.
La apnea del sueño se diagnostica habitualmente apoyándose en las descripciones realizadas por los convivientes, en concordancia con los síntomas del paciente, pero la confirmación del diagnóstico y la mejor evaluación de los casos se llevan a cabo en los laboratorios para el estudio del sueño, donde se diferenciará la apnea obstructiva del sueño, de la apnea de origen central. Sigue...
