LA REGULACIÓN DE LA GLUCEMIA

Recordemos que en nuestro cuerpo hay unos 60 billones de células que necesitan alimentarse constantemente de glucosa y de oxígeno. Ambos nutrientes vehiculizados por la sangre deben mantener unos niveles suficientes, de forma que si caen por debajo de los límites vitales, las células pasan hambre, protestan y mueren.

De ahí que nuestro organismo disponga de mecanismos complementarios para garantizar su subsistencia de forma continuada.

Respecto a la glucosa, es el hambre y más concretamente el deseo de algo dulce el mecanismo que, a través de la comida, procura la ingesta de los hidratos para ser transformados rápidamente en glucosa. Si no se dispone de estos alimentos y la necesidad apremia, el sistema entra en fase moderada de estrés (Ver), aumenta ligeramente la producción de hidrocortisona que comienza a volcar al torrente sanguíneo los depósitos de glucosa, presentes en la masa muscular como solución provisional de emergencia. Mientras tanto esta señal de alerta estimula todos los sentidos para la búsqueda de alimentos, ricos en hidratos y de preferencia dulces, frutas, raíces y cereales.

Si este mecanismo no es suficiente para resolver el problema, se incrementa la situación de alarma y un nuevo incremento de la hidrocortisona actúa sobre las células del organismo haciéndoles producir la lipocortina, una proteína que va a reducir drásticamente el metabolismo general con el consiguiente ahorro de recursos y va a forzar una especie de autofagia, es decir la transformación de las propias estructuras musculares, generalmente las menos utilizadas y vitales, en el nutriente glucosa para intentar paliar el hambre celular. Sigue...

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FACTORES QUE INCREMENTAN LA INSULINA

La producción de insulina está directamente estimulada por la presencia de glucosa en la sangre, derivada esta de la ingesta de los hidratos de carbono.

La respuesta pancreática será tanto más rápida cuanto mayor sea la facilidad de absorción de los hidratos y su conversión en glucosa. Por ello se ha estudiado y comprobado que no todos los hidratos se comportan de la misma forma a la hora de transformarse en glucosa.  

Podemos clasificar los hidratos de carbono según su velocidad para ser absorbidos y transformados en glucosa en: hidratos simples o complejos y de absorción lenta, media o rápida. 

Como norma general podemos afirmar que tanto los hidratos de carbono que vayan acompañados de proteínas y fibras, como es el caso de algunas bayas silvestres, las verduras de hoja y los brotes tiernos, así como aquellos que además tienen grasas en su composición, como las semillas y los frutos secos, serán más lentamente absorbidos por el organismo y en consecuencia no elevarán de forma brusca la glucemia ni provocarán reacciones exageradas por excesiva producción insulínica. 

Cuanto más simple y elaborado sea el hidrato de carbono, más fácil y rápida será su absorción y más brusca la presencia de glucosa en la sangre. En consecuencia también será mayor la producción de insulina, como respuesta normal por parte del páncreas ante el exceso de glucosa en sangre (hiperglucemia).

Por el contrario, cuanto más complejos sean los hidratos en su estructura o cuanto más mezclados estén con las proteínas y las grasas, más difícil será desdoblarlos y hacerlos simples para poder convertirlos en glucosa, con la correspondiente respuesta moderada del páncreas en la producción de insulina. Sigue...

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EFECTOS DEL PREDOMINIO INSULÍNICO

Al no poder ser neutralizada la insulina por la acción compensadora de su hormona complementaria el glucagón, las células pasan hambre y no pueden utilizar los depósitos de glucógeno almacenados en el hígado y músculos, que se van transformando en grasa y acumulándose como consecuencia del constante dominio de la insulina,.

Paralelamente las células hambrientas sufren de estrés y provocan como respuesta la producción de adrenalina e hidrocortisona, que liberan los depósitos de glucosa, guardados para las emergencias en los músculos, hasta su agotamiento. Mientras se van incrementando las reservas de grasa, por transformación del glucógeno hepático en grasa, coexistiendo situaciones de auténtica hambre con incrementos sucesivos de peso por la acumulación de grasas.

También está impedida la utilización de las grasas almacenadas, porque el exceso de insulina frena la producción de la enzima lipasa, imprescindible para iniciar la descomposición de las grasas y su normal conversión en el combustible idóneo para la realización de múltiples funciones de orden físico-químico.   

En síntesis el exceso de insulina facilita la formación de grasa y su acumulación en la zona abdominal. Esta grasa incrementa en su propio seno el metabolismo de las hormonas sexuales femeninas, provocando por ejemplo, una notable feminización en los varones, al transformar los andrógenos en estrógenos, mientras en la mujer reduce la fertilidad y facilita la aparición de varios tipos de cáncer (Ver)Sigue.

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PROBLEMAS POR EXCESO DE INSULINA

Los niveles altos de insulina aumentan el metabolismo, incrementan el consumo de energía y oxígeno y en consecuencia la producción de radicales libres Diccionario*, causa principal del deterioro celular.

También provoca el hiperinsulinismo Diccionario* que aumenta el hambre, el deterioro general, acelera el envejecimiento y puede conducirnos a la acumulación de grasa, obesidad (Ver), a la intolerancia a la glucosa, a la resistencia a la insulina, a la diabetes (Ver) y a todas sus consecuencias.

A diferencia de lo que les ocurre en la mayoría de las hormonas,  la producción de insulina no se ve mermada por el envejecimiento, más bien al contrario parece que se retroalimenta, de forma que cada día se detectan más hiperinsulinémicos entre las personas mayores con sobrepeso u obesidad.

Si el exceso de insulina perdura, el organismo tratará de defenderse de una hormona tan agresiva y crea lo que conocemos como resistencia a la insulina Diccionario*, que parece estar en los orígenes de la diabetes tipo II, enfermedad metabólica por excelencia, que está incrementándose a un ritmo alarmante en el primer mundo. En los EE UU, hace 30 años, el 8% de la población adulta era diabética, en los 10 últimos años la prevalencia de diabetes ha llegado al 13,5% y se estima que para el 2030 puede alcanzar al 40 % de la población. Sigue...

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EL DÉFICIT INSULÍNICO Y LA DIABETES

Esta situación de déficit de insulina es manifiesta en los diabéticos del tipo I, quienes han perdido total o parcialmente la capacidad de fabricarla al tener atrofiadas las células “beta” del páncreas. Este tipo de diabetes se suele presentar en niños y jóvenes, debido a enfermedades autoinmunes que provocan la destrucción de las células encargadas de su producción.

En esas condiciones, ante la falta de insulina se produce un incremento exagerado de la glucosa en sangre (hiperglucemia), a la vez que las células del organismo se mueren de hambre al no tener quien les facilite la entrada a las mitocóndrias del nutriente básico la glucosa. Es como morirse de inanición por no poder alimentarse en un gran centro de restauración, repleto de alimentos.

El exceso de glucosa en sangre causa verdaderos estragos en la salud de la población diabética, acortando su vida significativamente al incrementar el riesgo de las Enfermedades vasculares (Ver) 

La medicina actual sabe resolver el problema puntualmente, aportando la insulina necesaria de forma sustitutoria o complementaria (si el déficit no es total), aunque para ello se deba analizar periódicamente la glucemia, calcular y administrar la cantidad de insulina que se necesita en cada momento. Sigue...

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