¿TENGO ANSIEDAD O TENGO HAMBRE?

Algunas personas que están en hipoglucemia y en pura lógica sienten hambre, interpretan erróneamente que esta sensación se la debe producir algún proceso relacionado con la ansiedad.

Esta falsa impresión es reforzada por la experiencia de que sienten hambre cuando casi no han terminado de hacer la digestión de la última comida. Esta ingesta necesariamente habrá sido desequilibrada con un exceso de hidratos y escasez de proteínas, se habrá producido el predominio de la insulina frente al del glucagón, se habrá roto el equilibrio de este eje hormonal y habrá quedado secuestrada la glucosa en el hígado, hasta su almacenamiento en forma de grasa, si no es utilizada para el ejercicio físico en un plazo corto.

Bien es cierto que la ansiedad autentica de origen mental es capaz también de incrementar la producción de hidrocortisona y a veces nos puede engañar en el diagnostico.

Por ello un buen consejo puede ser que: nunca se pase hambre y en caso de duda (hambre o ansiedad) coman y disfruten de algún alimento que mantenga el equilibrio alimentario (Ver) ideal entre los hidratos y las proteínas (H. = 4 y P. = 3), como leche, yogur, cuajada, etc.

En el tubo digestivo, además de los billones de microbios que viven en simbiosis dinámica con nosotros la "microbiota", hay más de 100 millones de células nerviosas, que controlan la digestión, aportan al organismo agua, electrolitos y elementos nutritivos, transportan la comida mediante unos movimientos peristálticos, secretan jugos digestivos, digieren los alimentos, absorben los nutrientes, los electrolitos y el agua; transportándolos al sistema circulatorio y expulsando los productos de desecho.

Además el aparato digestivo produce sustancias psicoactivas que influyen directamente en el estado anímico, como los neurotrasmisores: serotonina, dopamina y otros opiáceos, que modulan el dolor y tienen un gran efecto tranquilizante. Sigue...

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EL ESTRES Y EL EXCESO DE CORTISONA

En nuestra sociedad actual, que consideramos “civilizada” son muy escasas las ocasiones, bien de origen físico o psíquico, en las que sería necesaria y justificable una alta producción de cortisona en respuesta a una situación de alarma extrema, pero con demasiada frecuencia convivimos, día a día, con un elevado estrés crónico (Ver), sin ser conscientes del tremendo deterioro que le aportamos a nuestro organismo.

El estrés puede ser provocado por una sensación continuada de hambre (Ver), con frecuencia aceptada como mal menor para no engordar o para conseguir adelgazar en base a una dieta de relativa inanición. Este hecho es muy frecuente en nuestro entorno, que ha vertido la falsa idea de que “engordamos por comer demasiado”.

Otra causa de estrés es la derivada de una excesiva actividad física, máxime cuando conlleva tintes competitivos, sean o no reconocidos públicamente, que también se basa en la falaz idea de que la única manera de controlar la acumulación de grasa es quemarla con un extenuante ejercicio físico.

Cada vez que estamos en hipoglucemia sea por ayuno voluntario o por desorden en la planificación del horario de las comidas, estamos entrando en situación de estrés físico y produciendo en consecuencia un exceso de hidrocortisona. Sigue...

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LA FORMACIÓN DE LOS CORTICOIDES

Las capsulas suprarrenales son las principales glándulas productoras de corticoides, que responden a la demanda enviada por la hipófisis, mediante la hormona ACTH, quien a su vez ha recibido la orden de actuación desde el hipotálamo, que es el verdadero centro rector y regulador del sistema, capaz de percibir cualquier situación de estrés, bien sea de causa física o mental. El organismo reacciona frente al estrés de forma instintiva produciendo grandes cantidades de hidrocortisona, de manera totalmente primitiva, pues en realidad la respuesta de nuestro sistema ante el estrés no ha variado desde el paleolítico y sigue el mismo protocolo animal, que les sirvió a nuestros antepasados para superar todo tipo de emergencias.

RESUMEN TÉCNICO

La Cortisona y la Dehidroepiandrosterona (DHEA), son hormonas derivadas del colesterol, producidas fundamentalmente por la parte cortical de las cápsulas suprarrenales en respuesta a la hormona ACTH, que llega a través del torrente sanguíneo enviada desde la hipófisis, siguiendo el proceso: Colesterol ester + AMP cíclico – Colesterol – Pregnenolona – Cortisona o (DHEA).

Ambas hormonas forman un eje hormonal compensatorio, de manera que los excesos de Cortisona son en parte contrarrestados por la (DHEA), que inhibe la  actividad de la Cortisona al bloquearle los receptores celulares (feedback 1º) y viceversa.

El hipotálamo, autentico centro regulador,  recoge y responde a las señales biológicas  del cuerpo derivadas de cualquier situación de estrés, emitiendo la hormona paracrina CRH, que llegará a la  glándula hipófisis y esta responderá con la orden de fabricar ACTH.

Cuando el hipotálamo detecta un exceso de Cortisona libre, frena la producción de CRH para que la hipófisis reduzca la emisión de ACTH y las capsulas suprarrenales  la de Cortisona (feedback 2º). Sigue...

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HABLEMOS DE LOS CORTICOIDES

La hidrocortisona, cortisona o cortisol es la hormona que se considera representante del grupo de los corticoides o corticosteroides. Estas hormonas son producidas básicamente por la corteza de las glándulas suprarrenales, a petición de la hipófisis, mediante un estimulador hormonal llamado ACTH.

La cantidad de cortisona, como la de la mayoría de las hormonas, ha de mantenerse dentro de unos límites precisos, puesto que nuestro organismo se resiente si persisten niveles anormales de cualquier hormona, tanto por defecto como por exceso.

La presencia de la cortisona es imprescindible para la vida, sin ella la tensión arterial se desploma, las células mueren de hambre al no recibir los niveles de glucosa necesarios, se altera el equilibrio de los electrolitos en la sangre (aumenta el potasio y disminuye el sodio), persiste una sensación de fatiga continua y en general se pierde cualquier capacidad de adaptación al medio. A este déficit de hidrocortisona se le conoce como enfermedad de Addison.

Cuando hay cortisona en exceso los síntomas son diferentes y en parte contrapuestos a los referidos anteriormente: se eleva la tensión arterial por encima de los valores normales por el predominio de las hormonas vasoconstrictoras, aumentan exageradamente los niveles de glucosa en sangre, se retienen líquidos por aumento del sodio y la pérdida de potasio, se pone el metabolismo a la defensiva, frenando cualquier proceso constructivo y renovador de las células.

Esta situación conduce inexorablemente a la “no renovación celular” y en consecuencia a la pérdida de la masa muscular, adelgazamiento de la piel, retraso en la restauración de las lesiones, incremento de la perdida de calcio (osteoporosis), disminución de las defensas y consecuentemente al aumento de las infecciones, además de aumentar las reservas con la formación y almacenamiento de la grasa a nivel abdominal. A este conjunto de síntomas y signos lo conocemos como: Síndrome de Cushing. Sigue...

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OTROS EFECTOS POR DÉFICIT DE GLUCOSA

Si persiste la falta de glucosa en sangre, se incrementa el hambre y el organismo sigue autodestruyéndose para conseguir glucosa y poder alimentar los órganos más vitales.

En consecuencia se va deteriorando también el sistema inmunitario, reduciéndose las defensas de tal forma que puede ser invadido con mayor facilidad por microorganismos oportunistas capaces de provocar infecciones y llegar hasta la muerte por déficit o por agotamiento de las células defensoras.

Así el organismo puede sobrevivir temporalmente, alimentando prioritariamente a los órganos vitales, aun a costa de la destrucción de otros elementos menos importantes en pro de la supervivencia del individuo. De hecho en la naturaleza impera la ley de la demanda y del servicio al más fuerte, de forma que el órgano que no reclama no recibe, el que no llora no mama, el que no se mueve se atrofia y viceversa. 

En nuestro medio afortunadamente no se dan las hambrunas totales aunque si parciales o intermitentes, como ayunos descontrolados, dietas de inanición, situaciones de anorexia nerviosa, etc., que pueden provocar auténticos problemas de  salud más relacionados con desordenes y desequilibrios en la aportación de los macronutrientes que por carencias absolutas de los mismos. Sigue...

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