¿Por qué cuesta tanto implantar la nutrición de precisión en la práctica?

Carla Nieto Martínez

11 de abril de 2022 Aunque hay unanimidad respecto a que la nutrición de precisión es el camino a seguir para asegurar una salud cardiometabólica óptima, esta rama científica, que ha pasado en poco tiempo de ser la "cenicienta" a convertirse en la "reina del baile" en el contexto de la alimentación asociada al bienestar y la longevidad, se encuentra con obstáculos de todo tipo (de concepto, de abordaje, comportamentales) que le impiden llegar a ser una realidad en la práctica clínica diaria.

Así lo manifestó el Dr. José María Ordovás Muñoz, Ph. D., profesor de Nutrición y Genética y director del Laboratorio de Nutrición y Genómica en el Jean Mayer USDA Human Nutrition Research Center on Aging de la Tufts University, en Boston, Estados Unidos, durante su intervención en el VII Congreso Internacional de la Sociedad Española de Salud de Precisión (SESAP).

En su ponencia sobre Nutrición de Precisión en la Salud Cardiometabólica hizo un análisis del ambiente que se respira actualmente en este ámbito, partiendo de una evidencia:[1] la clasificación de alimentos buenos y no tan buenos ha sido y sigue siendo, un tópico controvertido en el ámbito científico y popular. "Constantemente se ofrecen y se publican datos sobre los efectos negativos de una alimentación inadecuada desde el punto de vista de la salud, por ejemplo, en términos de millones de fallecimientos. Sin embargo, algo que actualmente tendría que ser tan sencillo como determinar y concretar qué es la nutrición saludable, no está tan claro y esto es algo que ocurre a todos los niveles", señaló.

"Y esto es así en un contexto en el que a lo largo de las últimas décadas diferentes instituciones españolas e internacionales han publicado periódicamente guías nutricionales con la intención de proporcionar a la población y a los profesionales de la salud unas bases más sólidas para recomendar y practicar una nutrición saludable. Por ejemplo, es el caso de las Guías Dietéticas para Americanos, publicadas cada cinco años a instancias del Congreso de Estados Unidos", continuó el clínico.

En opinión del experto, la realidad pone de evidencia la escasa efectividad de este tipo de esfuerzos e iniciativas: "Es obvio que a pesar de estas actualizaciones, datos como la evolución de las cifras de obesidad o la incidencia creciente de las enfermedades crónicas en general reflejan que a pesar de las recomendaciones públicas, los patrones alimenticios de la población son cada vez peores, por lo que aún queda mucho por hacer".

El Dr. Ordovás aludió a uno de los estudios más reveladores en este sentido, que analizó la dieta de un total de 10.837 adultos norteamericanos mayores de 65 años entre 2001 y 2018, demostrando que a pesar del aumento de los niveles educacionales y del nivel de ingresos experimentado por la población durante ese periodo, la calidad general de la dieta ha disminuido significativamente en estos años.[2]

Tanto esta tendencia, que es generalizada en buena parte del mundo, como los resultados de algunos estudios recientes plantean la necesidad de reanalizar o reevaluar la relación entre determinados tipos de dieta y la salud en general y la cardiovascular, en particular, destacó el Dr. Ordovás.Las "bondades" de la dieta vegetal: ¿un "mito" a reevaluar?
"Por ejemplo, una investigación recientemente llevada a cabo en Canadá para determinar el impacto de un patrón de dieta basado en el consumo de vegetales sobre el riesgo cardiovascular no encontró ninguna relación entre ambos, es decir, no confirmó el carácter preventivo de este tipo de alimentación, lo que es preocupante, ya que en cierto modo desarma nuestra noción de lo que es la dieta saludable", continuó el especialista.

Asimismo, añadió: "En la misma línea, otra investigación de 12 años de duración se centró en las diferencias entre los vegetales crudos y los cocinados respecto al riesgo cardiovascular, demostrando que eran las ingestas de vegetales crudos y no cocinados las que se asociaban a una reducción de este riesgo. Por tanto, se necesitan estudios futuros a mayor escala que evalúen mejor el papel de la dieta vegetal en la prevención cardiovascular, así como analizar la relación vegetales-salud en más profundidad".

Algo similar ha pasado con otro "clásico" de las recomendaciones dietéticas: la carne. Como explicó el experto, hace más de tres años una serie de investigaciones hizo saltar las alertas al advertir que su consumo acortaba la vida. "Sin embargo, un estudio llevado a cabo en 170 países cuyos resultados se publicaron en febrero de este año apunta a todo lo contrario, relacionando la ingesta habitual de carne con una mayor esperanza de vida. Todo esto nos lleva a concluir que hasta ahora hemos estado practicando lo que se podría definir como una ʹnutrición de imprecisiónʹ y no sorprende que tanto los profesionales como los usuarios estén realmente desorientados y confundidos respecto a este tema".

Como posibles causas de esta imprecisión de pautas y recomendaciones, el especialista apuntó a la "tiranía de la media" con la que se interpretan los resultados y que es uno de los factores implicados en que las evidencias de una misma línea de investigación sean, en apariencia, contradictorias. "Esto ocurre en los estudios médicos en general y en la investigación sobre nutrición en particular, pero habría que preguntarse cuántos de nuestros pacientes forman parte de esa media en la que se basan los resultados de dichos estudios. Es obvio que la clave está en la personalización. El problema es que tenemos datos que permiten hacer recomendaciones a la población general, pero no disponemos de estrategias para adaptar las evidencias de forma individualizada".

Variabilidad interindividual
El Dr. Ordovás señaló que ni las distintas guías oficiales ni las recomendaciones generales recogen todavía la gran variabilidad interindividual de respuesta a los alimentos ingeridos. "En el enfoque de nutrición de precisión hay que integrar muchos aspectos que lleven a una visión multidireccional, ya que si bien las bases moleculares de esta respuesta son complejas, parte de ella está definida en la individualidad de nuestro genoma. Hay que empezar a hacer estudios más sólidos que nos ofrezcan esa visión de 360 º que necesitamos".

El especialista destacó cómo los avances científicos de la nutrigenómica, sobre todo en el área de la salud cardiometabólica, han dado lugar a una proliferación de pruebas genéticas comerciales que tienen como objetivo proporcionar al individuo unas pautas nutricionales personalizadas basadas en su genoma. "Sin embargo, el genoma es solo un aspecto de los muchos que intervienen en la respuesta a la dieta. De ahí que el concepto de nutrigenómica haya evolucionado hacia la nutrición de precisión, una ciencia en auge, de la que forma parte la nutrigenética, pero que integra además la contribución de la microbiota y de otras tecnologías, como la epigenética y la metabolómica", destacó.El Dr. Ordovás señaló ejemplos de algunas aportaciones que estos enfoques han hecho al conocimiento de las causas implicadas en la variabilidad de la respuesta: "En el sistema lipídico, la genética parece tener poca importancia en términos de triglicéridos, mientras que la microbiota es relevante. Asimismo, en lo que se refiere a la glucosa, la genética ha demostrado ser más importante que otros factores".En relación con esto, el Dr. Ordovás puso el foco en otra evidencia científica muy importante para los especialistas y es que al margen de cuestiones genéticas o metabólicas, "estamos comprobando que cuando a las personas se les dice que su abordaje es personalizado, la adherencia a la dieta es mejor, lo que indica que hay que huir de las recomendaciones generales y transmitir un enfoque de personalización, ya que desde el punto de vista psicológico supone un apoyo muy importante".

Inteligencia artificial, "tallas nutricionales" y otras estrategias de personalización
"Usando la genómica y la metabolómica, la metagenómica y la información sobre el contexto de la ingesta alimentaria se puede predecir la respuesta metabólica individual a la comida con el objetivo de elaborar e implementar algoritmos", explicó el Dr. Ordovás, para quien también es importante desarrollar otras áreas de esa individualización y en este sentido, destacó la importancia de los llamados ensayos individuales, "que consisten en ir variando en un mismo individuo las condiciones y de una manera individualizada, utilizar distintas intervenciones y ver cómo responde a cada una de ellas, detectando así las diferencias intraindividuales".

Según el experto, el objetivo es crear "tallas nutricionales" que adjudicar a individuos con perfiles concretos, "pero para eso se necesitan grandes bases de datos, a lo que se une el fenómeno de la cuantificación que estamos viviendo hoy en día, esto es, la automedición de distintos parámetros de salud a través de wereables y que está evolucionando hacia una monitorización continua de lo que comemos y de cómo nos sienta lo que comemos. Este es el futuro a cinco años vista de lo que va a ser la nutrición de precisión".

"La integración de todo este conocimiento requiere el uso de la inteligencia artificial y del machine learning y su implementación a nivel general dependerá de la demostración de que la nutrición de precisión es más eficaz que las recomendaciones globales en la prevención de la enfermedad y el mantenimiento de la salud a lo largo de las diferentes etapas de la vida", apuntó el especialista.

El Dr. Ordovás comentó que esto será posible gracias a los grandes estudios que están en marcha como es el caso del PREDICT, fruto de una gran colaboración entre institutos académicos de Europa y Estados Unidos y empresas de biotecnología.[3] "Actualmente se encuentra en fase 3 y estamos centrándonos en analizar una serie de aspectos: cuánta variabilidad existe entre los sujetos; qué es lo que explica estas diferencias y si se pueden predecir las respuestas individuales a diferentes dietas y comportamientos usando el machine learning".


"Aunque todavía queda mucho camino por recorrer, la incorporación de todo ese conocimiento a la práctica diaria permitirá una prevención más eficaz de las enfermedades asociadas al envejecimiento, entre las cuales la obesidad y el síndrome metabólico juegan un papel importante", concluyó el Dr. Ordovás.