Gran porcentaje de españoles come a diario fuera de casa, factor asociado a mayor riesgo de obesidad

Carla Nieto Martínez

17 de febrero de 2020 MADRID, ESP. La mayoría de españoles (77%) realiza a diario alguna de las tres comidas principales fuera de casa, siendo la más frecuente el desayuno, lo que constituye un factor importante para el desarrollo de la obesidad, señala la Encuesta sobre hábitos de vida y autopercepción de peso, presentada por la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad.[1]

Dicha encuesta, de ámbito nacional, se basó en 1.000 entrevistas telefónicas a población general mayor de 18 años y sometida a un cuestionario de 14 preguntas.

Un aspecto analizado fue el consumo de verduras y postres como elementos diferenciadores. Los resultados demostraron que 73,7% de los encuestados habitualmente no pide verdura o ensalada como plato principal, y 63% tampoco lo hace como acompañamiento. En cuanto al postre, solo 18% opta por la fruta, siendo los dulces la opción mayoritaria.

Población con obesidad: mínimo consumo de fruta y verdura
En análisis de los datos concretos correspondientes a las personas encuestadas que padecían obesidad demostró que este grupo es el que consume menos verdura como plato principal o acompañamiento cuando come fuera (60% no la pide "nunca" o "casi nunca" como plato principal, y 35% "nunca" o "casi nunca" como acompañamiento), y también es el que toma dulce como postre más habitualmente (40% frente a 22% de los normopeso).


La Dra. Susana Monereo, secretaria de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad, y una de las autoras de la encuesta, manifestó a Medscape en español que los datos obtenidos han resultado sorprendentes en muchos sentidos, especialmente en relación con los arrojados por estudios similares previos: "Por ejemplo, ha sido muy llamativo conocer el elevado porcentaje de personas que actualmente comen fuera de casa a diario, sobre todo el almuerzo, siendo mayoritariamente los restaurantes y los bares los sitios elegidos. También es sorprendente el dato referente al bajo consumo de verdura y el hecho que de casi 20% de las personas que no toman fruta cuando comen fuera de casa reconozca no hacerlo porque es una opción que no se encuentra en el menú".

La Dra. Monereo añadió que los hábitos reflejados en la encuesta son especialmente significativos, considerando que no ingerir fruta o verdura cuando se come fuera de casa incrementa el riesgo de obesidad en 43%, lo que indica que en la estrategia de prevención de la obesidad deberían participar bares y restaurantes, incorporando estas opciones, diseñando menús más saludables y con mayor oferta de fruta y verdura.

El problema de la autopercepción complaciente
Otro aspecto valorado en este estudio fue la autopercepción de la obesidad y la influencia del entorno social. Respecto al primero, los datos confirmaron que sigue existiendo baja autopercepción tanto de la obesidad como del sobrepeso: 54,6% de las personas con sobrepeso piensa que está en la media, mientras 7,3% considera que está delgado.

La Dra. Monereo comentó que esta baja autopercepción de la obesidad es un problema general en todos los países del entorno, e implica a 70% de la población con obesidad, añadiendo que la mayoría de las personas piensa que está bien, que solo tiene unos kilos de más. Sin embargo, se trata de una actitud claramente relacionada con la consideración general de que la obesidad no es una enfermedad, sino más bien un problema estético, al que solo se contempla como patológico cuando es grave o mórbida.Esta evidencia indica que es momento de tomar medidas para la lograr que la autopercepción de estas personas coincida con su peso real, ya que solo así se podrá comenzar a abordar el problema.

En cuanto a la estrategia para conseguir una concientización adecuada respecto a este problema, la especialista afirmó que esta debe apoyarse en la difusión de mensajes muy básicos y dirigidos a toda la población, de forma que la idea de padecer obesidad se equipare a la de estar enfermo. Este enfoque llevaría a desarrollar mayor interés, tanto personal como institucional, para prevenir y tratar adecuadamente esta enfermedad.


En relación a este tema, la Dra. Andrea Azcárate, jefa del Servicio de Endocrinología del Hospital Universitario Sanitas La Moraleja, de Madrid, comentó a Medscape en español lo complicado que resulta combatir esta baja percepción, ya que es muy difícil convencer a un paciente de que no está en su peso óptimo sin tener ninguna alteración analítica o algún síntoma derivado del exceso de peso.

"Es lo mismo que decirle a un fumador asintomático que debe dejar el tabaco por tener mayor riesgo de desarrollar cáncer de pulmón. El objetivo en este sentido es llegar a un acuerdo con los pacientes para encontrar un equilibrio que les permita ser conscientes de que cuidando lo que comen y realizando actividad física rutinaria podrán mejorar su calidad de vida presente y futura. Y esto entronca directamente con el factor educacional y con la necesidad de promover hábitos saludables desde la infancia a través de campañas que fomenten la actividad física, limitando el consumo de azúcares refinados, etcétera".

La especialista consideró que este tipo de actuaciones favorece que las personas sean más conscientes del problema al que se enfrentan cuando están por encima de su peso, asumiendo que esta circunstancia empeora su calidad de vida y aumenta el riesgo de eventos cardiovasculares y determinados procesos oncológicos.

El importante papel del entorno obesógeno
En cuanto a la influencia del entorno social, los resultados demostraron que más de la mitad de la población encuestada tiene familiares con obesidad, y un elevado porcentaje asegura tener amigos con la enfermedad.


Cuestionada sobre la causa de esta relación entre peso y entorno, la Dra. Monereo explicó que actualmente se sabe que la obesidad se extiende con un patrón parecido al de una enfermedad contagiosa; 40% de las personas con obesidad tiene familiares con esta enfermedad, pero más llamativo aún es que 63% de las personas con obesidad tiene algún amigo con la misma condición frente a 26% de las personas en normopeso.

Por tanto, la presencia de familiares, y sobre todo, de amigos con obesidad, es un factor importante de riesgo para presentar la enfermedad; se trata de una circunstancia que no está relacionada con la genética, sino con el medioambiente obesógeno que se comparte.

Otra variable estadísticamente significativa valorada por los autores fue la relación entre la edad y el incremento del riesgo de obesidad, algo que, como señaló la Dra. Monereo, ha quedado reflejado tanto en la encuesta como en los estudios epidemiológicos (por cada año adicional, la probabilidad de padecer sobrepeso u obesidad se incrementa por término medio en 0,57%).

La obesidad a partir de los 65 años es casi el doble que en la población adulta más joven. Los factores implicados se relacionan con reducción de la actividad física y el deporte, y con aumento del sedentarismo asociado de forma natural al envejecimiento, lo que implica a su vez pérdida progresiva de la masa muscular y aumento en el porcentaje de grasa corporal.

En opinión de la Dra. Monereo, las medidas más efectivas para combatir esta tendencia pasan por adoptar un patrón de dieta sensato y equilibrado, vigilando la ingesta de proteínas, reduciendo el alcohol y los dulces, y sobre todo, aumentando la actividad física combinando ejercicios aeróbicos tradicionales, como caminar con ejercicios de fuerza realizados dos o tres veces por semana.

La Dra. Azcárate destacó el papel de los principales factores implicados en esta relación, mencionando que con el paso de los años el gasto energético basal va disminuyendo, ya que solemos movernos menos, y en general, la ingesta calórica suele ser igual o incluso mayor. A esto hay que añadir que existe un declive de las hormonas anabólicas. Todo esto conlleva una modificación en la relación ingesta-gasto, favoreciendo el aumento en la proporción de masa grasa.

La especialista señaló que en las mujeres la llegada de la menopausia supone la caída de estrógenos, un añadido más a la dificultad para perder peso, ya que como consecuencia de este descenso el tejido adiposo tiende a acumularse alrededor de los órganos, igualando en ese momento el riesgo vascular entre hombres y mujeres.

Asimismo, la Dra. Azcárate incidió en la importancia de mentalizar a la población sobre la evidencia de que estos cambios son inevitables, así como en la necesidad de adquirir pautas saludables a lo largo de toda la vida, "sin olvidar que la actividad física, aunada a una dieta equilibrada e hipocalórica, es la mejor manera de prevenir la obesidad, modificando de esta manera el balance energético".