ESPECTATIVA DE VIDA

Los expertos en el estudio del envejecimiento humano se van poniendo de acuerdo tanto en la cantidad de años que podemos vivir como en las causas que reducen la cantidad y calidad de nuestra expectativa de vida.

No cabe duda de que cada vez hay un número mayor de personas centenarias y en España los estudios prospectivos calculan que para el año 2050 se superarán las 50.000, siempre que no se den cambios socioculturales que modifiquen la tendencia actual, pues sabemos que la calidad y los años de vida corren paralelos a los hábitos saludables y a los cuidados que nos proporcionamos.

Cada vez son más los científicos que consideran al envejecimiento como un proceso fisiológico natural, que debe cursar con salud plena y por lo tanto sin enfermedades, puesto que las patologías, que hoy asociamos a la edad no son propias de ella, aunque una observación superficial nos haga pensar lo contrario.

El objetivo de la Biomedicina es conseguir que podamos envejecer sin enfermedades, con plenitud de conocimiento y capacidad mental, sin necesidad de depender de los demás, de forma autónoma y saludable, durante un largo periodo de tiempo, que supere limpiamente los cien años.

Todos estos logros van a exigir un profundo cambio en los estilos de vida vigentes en la actualidad, que nos están llevando a un incremento constante de las enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes, el cáncer,las enf. Reumáticas, la HTA, las enf. vasculares, la ansiedad, la depresión, etc.

La mayoría de las enfermedades que padecemos son debidas a las agresiones del medioambiente y a la inconsciente persistencia de estilos de vida poco saludables, en definitiva, padecimientos atribuibles a una incorrecta interacción con el Ambioma.

La vejez según los expertos debe convertirse en un suave declinar de algunas de las funciones físico-psíquicas, sin padecimientos, ni dolores, ni pérdidas de memoria, ni de las capacidades de autogestión y debe ser compatible con una vida digna, activa, creativa y satisfactoria, durante al menos 120 años con una buena calidad de vida, debiendo buscar los factores aceleradores del envejecimiento en los malos tratos que nos proporcionamos.

En realidad no debería extrañarnos estas  conclusiones dado que somos descendientes de los supervivientes de nuestra especie, de quienes hemos heredado la capacidad para superar todas las circunstancias adversas, pudiendo salir airosos y reforzados en nuestra lucha por la vida, siempre que mantengamos activos nuestros sistemas de recuperación.

En todas las especies animales que consiguen la pervivencia ha habido millones y millones de individuos, que han perecido en el intento de poder adaptarse a las circunstancias ambientales.

El triunfo final solo ha acompañado a unos pocos individuos que lograron superar todas las dificultades en su relación con el medio, consiguiendo sobrevivir y transmitir a su descendencia las claves de su éxito, mediante la información genética.

Nosotros los actuales humanos somos hijos de los supervivientes y por lo tanto tenemos en nuestra carga genética heredada la capacidad de superar la mayor parte de las enfermedades comunes, siempre que nuestro sistema este bien nutrido y se mantenga en forma.

Concretando la reflexión debemos concluir que, si los seres humanos actuales llegáramos a disponer de todos los recursos necesarios, seriamos capaces de superar con éxito cualquier tipo de agresión, que nos pudiera acontecer, con las mismas armas que de manera inconsciente y natural ha venido utilizando el género humano a lo largo de su existencia.

La clave sería entonces conocer con precisión cuales son las reglas de juego que nos pueden  permitir superar, al igual que a nuestros antepasados en su momento, cualquier alteración, desequilibrio o enfermedad que nos sobrevenga.

Estos instrumentos por otro lado no deben ser muy sofisticados puesto que se fraguaron a lo largo de la historia de los homínidos, es decir, durante unos seis millones de años y han continuado igualmente en nuestra especie (homo sapiens), al menos durante los últimos doscientos cincuenta mil años de existencia en el planeta tierra.

Además sabemos que esta información nos ha sido transmitida genéticamente, como una característica de nuestra especie y no se ha modificado en los últimos 100.000 años. Por lo tanto, si queremos buscar las peculiaridades alimentarias  y ambientales que condicionaron nuestra actual genética, deberemos reinterpretar nuestro pasado biológico y buscarlas en la prehistoria, en el periodo neolítico o en el paleolítico, cuando los seres humanos eran recolectores y cazadores.

No sería tan adecuado centrarnos únicamente en la historia de los últimos 5.000-10.000 años, cuando nos hicimos agricultores y ganaderos, adaptándonos a una alimentación más concentrada, menos diversa y consiguientemente más limitada, basada en los cultivos de ciertos cereales y legumbres y en la disponibilidad de proteínas a partir de la ganadería.

Por supuesto que con menor rigor nos podremos basar en las condiciones alimentarias y socio-culturales derivadas de la revolución industrial y del trabajo sedentario que actualmente disfrutamos y padecemos, para cuya implementación no se han tenido en cuenta las exigencias y necesidades, que nuestro organismo siempre ha precisado para lograr su óptimo desarrollo.

Es necesario ajustar nuestros actuales estilos de vida, de manera coherente con los dictados de nuestros genes, que por el momento parece que siguen y seguirán, en la práctica, biológicamente anclados en su lento proceso evolutivo.

Existe otra forma de acercarnos a esas condiciones óptimas naturales y se trata simplemente de observar a las tribus primitivas que coexisten todavía en las selvas amazónicas y en otras partes del mundo. Tribus, cuyos miembros siguen siendo recolectores y cazadores, que viven prácticamente al día, sin almacenar alimentos, adaptándose a los ciclos biológicos y sirviéndose del medio ambiente, que les rodea.

También nos puede ayudar en la búsqueda de las condiciones primitivas y naturales del ser humano, el observar a los lactantes y tomar nota de los macro y micronutrientes que comen, cada cuanto tiempo lo hacen, cuando y con qué periodicidad duermen, con que estímulos se desarrollan física y psíquicamente, como se relacionan, comparten, aprenden, juegan, etc.

Lo interesante es llegar a descubrir para el ser humano, cuales son las condiciones óptimas para vivir en plenitud, para renovarnos día a día, para mantener nuestras defensas, capaces de superar cualquier tipo de agresión infecciosa y para que nuestro sistema hormonal consiga y mantenga el equilibrio dinámico, que nos permita disfrutar de ese bienestar físico, psíquico y social que llamamos Salud.

En mi opinión personal, una vez que ya tenemos controladas suficientemente las condiciones medioambientales, los pilares o fundamentos de la salud, que precisamos y anhelamos se pueden reducir a cuatro puntos: la Alimentación  completa y adecuada, el Descanso reparador, la Estimulación física y psíquica y el Apoyo mental o (Mentalización), que integrando en armonía el instinto y la razón nos van a permitir vivir en plenitud.

Todas y cada una de estas bases son necesarias e imprescindibles, todas interactúan y se complementan entre sí, garantizándonos equilibrio y salud, de forma continuada mientras todas ellas estén presentes.

Según lo expuesto podríamos avanzar un paso más y reconocer que si la salud es lo mismo que el bienestar, la no salud, es decir la enfermedad es lo mismo que el malestar.

Por otro lado si el bienestar es fruto de la armonía y del equilibrio de todos los procesos bioquímicos y estos, a su vez, dependen de la estabilidad de los ejes hormonales, que regulan todas las funciones vitales, concluiremos que los síntomas y signos que definen la enfermedad son únicamente manifestaciones del desequilibrio interno, derivado de algún déficit o de alguna inadecuada interacción con el ambioma.