LOS NEUROTRANSMISORES

Se llaman neurotransmisores a las substancias u hormonas encargadas de transmitir los impulsos nerviosos, es decir las informaciones, desde un nervio a otro, actuando en las sinapsis o puentes de unión entre los nervios.

Los neurotransmisores más importantes son: la acetilcolina, la dopamina, la norepinefrina y la serotonina. El correcto funcionamiento del cerebro humano necesita de la presencia continua de neurotransmisores en las sinapsis nerviosas, que se van gastando a pesar de que se reciclan abundantemente.   

SEROTONINA Y DOPAMINA

La serotonina y la dopamina son dos hormonas contrapuestas que forman un eje hormonal, cuyo funcionamiento es esencial para el control de la transmisión de los impulsos nerviosos.

A la serotonina se le conoce como la hormona de la serenidad y del equilibrio mental.

Su defecto nos puede conducir tanto a la depresión como a la ansiedad, irritabilidad y, o a la violencia.

La serotonina es una hormona paracrina, que va de una célula nerviosa a la siguiente, actuando en las conexiones nerviosas (sinapsis). Su misión consiste en ordenar el “tráfico” de los impulsos nerviosos, que llegan al cerebro, para que estos mantengan un orden, respetando las prioridades establecidas.

La Melatonina es una hormona producida fundamentalmente por la glándula pineal, aunque también puede ser originada por otras glándulas y órganos, como el timo, las suprarrenales, el tiroides, los ovarios, el endometrio, el hígado, etc. , pero siempre a partir de la transformación de la hormona serotonina.

Se la conoce como la “hormona de la obscuridad”, puesto que aumenta con la falta de luz y disminuye con su presencia. Diríamos que actúa como un reloj biológico, que nos indica y nos prepara para el descanso y para la actividad de cada día e incluso para las variaciones estacionales.

Su producción está comprometida en las personas deprimidas, deterioradas y envejecidas, entre otras razones porque también en esas circunstancias la hormona serotonina (su precursora) está  reducida.

La melatonina influye positivamente en el sistema inmunitario, es un potente antioxidante, aumenta la fertilidad, disminuye el envejecimiento, ayuda a restablecer el ritmo del sueño y mejorar el descanso. En mi opinión esta última característica, que le permite al organismo restablecer su equilibrio físico y psíquico, ya es suficiente como para justificar las demás acciones que atribuidas a la melatonina.

Se utiliza fundamentalmente para regular el sueño en las personas que sufre el “jet lag”, tras los viajes interoceánicos y para los que no toleran bien los cambios de turnos laborables, además de para intentar frenar algunos síntomas y signos del temido envejecimiento.

En mi opinión la melatonina sigue siendo una neurohormona íntimamente relacionada con todo el sistema hormonal, cuya presencia o ausencia, exceso o defecto deben ser regulados por profesionales expertos y no distribuidos sin el suficiente control en razón a su fácil administración por vía oral, máxime cuando la producción natural de la melatonina puede ser absolutamente inocua y tan simple para el ser humano, como garantizar al organismo los nutrientes suficientes y el descanso adecuado, es decir comer y dormir tan bien como lo haría un bebé.