LA SEROTONINA

Sabemos que la serotonina es la hormona encargada de frenar y modular en las sinapsis nerviosas los impulsos que recibe nuestro cerebro y que, en ausencia de serotonina, estos impulsos nerviosos nos aturden y ahogan por su cantidad, intensidad y falta de discriminación, impidiendo una valoración serena y armonizada de las situaciones y circunstancias que nos acontecen.

Esta maravillosa hormona, la serotonina, la estamos produciendo para nuestro consumo todos los días de nuestra vida a partir de unos elementos tan sencillos como la comida y el sueño, que se resienten con excesiva frecuencia en las situaciones de estrés.

En concreto un aminoácido esencial, presente habitual entre las proteínas de nuestras comidas y conocido como “triptófano” es la materia prima, que necesita nuestro metabolismo para fabricar la hormona serotonina tan vital a la hora de alcanzar el equilibrio mental, pero curiosamente este proceso se lleva a cabo durante las fases más profundas del sueño.

Es fácil comprender que popularmente se les reconozca y se les atribuya, tanto a la alimentación como al sueño, su autentico papel de elementos reparadores. De la misma forma podemos entender la aparición o agravamiento de la depresión en las personas que, por alguna de las múltiples circunstancias adversas de la vida, han descuidado la ingesta de proteínas y, o, la cantidad o calidad de su sueño.

Con bastante frecuencia he tenido la satisfacción de ver como superaban varios de mis pacientes sus estados depresivos de años de tórpida evolución, cuando conseguían asegurar una ingesta equilibrada con las  proteínas suficientes y lograban dormir sus 8 horas diarias. En esas circunstancias quedaba garantizado el triptófano, precursor de la serotonina, más las condiciones de descanso suficiente para su correcta elaboración.