ANTIOXIDANTES vs. RADICALES LIBRES

Frente al riesgo el organismo humano tiene desde siempre soluciones muy elementales, entre ellas la producción propia de enzimas antioxidantes, complementada con la aportación sistemática de otras moléculas antioxidantes, que son componentes habituales de la dieta básica del ser humano, tales como las verduras, bayas y frutas, abundantes en cualquier medio natural.

La producción propia de antioxidantes naturales con cierta frecuencia no resulta suficiente, sobre todo cuando el metabolismo está muy activo y se incrementa el consumo de oxígeno, principal productor de los radicales libres.

Estas son circunstancias de gran estrés físico y psíquico, relacionadas con esfuerzos de mayor intensidad de lo habitual, han sido y son necesarios para superar situaciones conflictivas del individuo en su lucha por la vida. 

Estas situaciones se ven compensadas con la aportación normal de micronutrientes tan abundantes en la naturaleza como la vitamina C y la vitamina E. Ellas consiguen frenar la reacción en cadena de los radicales libres, pereciendo en su misión antioxidante y esta es la razón por la que debemos reponerlas de forma continuada y sistemática a través de las comidas.

La dieta básica del “homo sapiens”, primitivamente recolector y eventualmente cazador, contempla una ingesta con abundante participación de verduras, frutas y semillas, fuentes muy ricas en vitaminas C y E, magníficos antioxidantes, que, complementando a las enzimas antioxidantes de producción propia, van a cubrir los incrementos de radicales libres, que son producidos por una mayor actividad física siempre asociada a un más alto consumo de oxígeno.

Cuanto más nos movemos, mayor consumo de oxígeno necesitamos, más radicales libres producimos y mayores son nuestras necesidades de alimentos con antioxidantes.

Parece ser que la facilidad para obtener estos antioxidantes naturales, ha condicionado a nuestra especie a no necesitar la fabricación propia de tantas enzimas antioxidantes y nos ha hecho depender de las verduras de hoja, brotes tiernos, bayas, frutas y semillas, ricas en dichas vitaminas antioxidantes. Sigue...

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MOLÉCULAS DIANA DE LOS RADICALES

Entre las moléculas más sensibles a la acción de los radicales libres se encuentran los ácidos grasos esenciales que constituyen el primer eslabón para la formación de las hormonas autocrinas y son, por su cualidad de ácidos poli-insaturados, muy fácilmente saturables o degradables por los radicales libres.

Si los ácidos grasos esenciales son atacados por los radicales libres, sufren un proceso de alteración celular (oxidación) que los inhabilita para la formación de las hormonas autocrinas y esta reducción hormonal puede incidir gravemente en el equilibrio interno y por ende en el estado de salud del individuo. 

Cuando el objetivo de los radicales son las moléculas de ADN, pueden llegar a producir mutaciones genéticas, que influirán en la fabricación de proteínas alteradas o defectuosas en las replicaciones subsiguientes, situación que conllevará muy serias e importantes consecuencias.

Si los radicales alteran las proteínas haciéndolas más reactivas y estas se unen a moléculas de glucosa, pueden provocar las reacciones descritas anteriormente.  

RESUMEN TECNICO

Entre los radicales libres derivados del Oxígeno destaca por su frecuencia e importancia el Anión superóxido, que es simplemente una molécula de Oxígeno a la que le falta un electrón, generalmente perdido en alguna reacción con moléculas de hierro. La enzima dismutasa superóxida  es la encargada natural de transformar los aniones superóxido en Peróxido de Hidrogeno para que enzimas como  la catalasa y el peróxido glutatión terminen reduciéndolos a agua, que será eliminada por vía renal. Sigue...

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RIESGO DE LOS RADICALES LIBRES

Una excesiva producción de radicales libres puede superar la capacidad del organismo para su estabilización, con la ayuda de los antioxidantes naturales, que el organismo fabrica o recibe a través de los alimentos.
Los antioxidantes que se encuentran naturalmente en muchas sustancias vegetales y que también forman parte de la leche materna son moléculas capaces de frenar la oxidación de otras moléculas, mediante reacciones químicas en las que transfieren electrones a los agentes oxidantes. 

Tanto las plantas como los animales disponen de varios tipos de antioxidantes, como el glutatión, las vitaminas A, C, E y enzimas como la catalasa, el superoxido dismutasa y las peroxidasas. Los déficits de antioxidantes o de las enzimas antioxidantes producen estrés oxidativo y este puede ser nocivo para las células.

Se calcula que hasta un 6% de los radicales formados para los procesos metabólicos escapan de las reacciones y deben ser anulados por el organismo, so pena de producir el llamado deterioro oxidativo.

Recordemos que este proceso consiste en que los radicales libres intentan robar electrones a otras moléculas para obtener su equilibrio y provocan una reacción oxidativa en cadena, hasta que son reducidos por algún elemento antioxidante, que se inmolará en esa función. La propia naturaleza, a través de la evolución nos permite adaptarnos a las condiciones del medio ambiente, pero a su vez nos hace dependientes de las soluciones adaptativas, que hayamos implementado a lo largo de los siglos en nuestro esfuerzo por la supervivencia. Sigue...

 

 

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¿QUÉ SON LOS RADICALES LIBRES?

Los radicales libres son simples moléculas, que han perdido un electrón y por tanto tienen capacidad para reaccionar con otras moléculas a las que intentarán quitarles ese electrón y restablecer su equilibrio eléctrico perdido.

Nuestro organismo necesita de los radicales libres, es decir de esas moléculas inestables y en consecuencia activadas, que están dispuestas a reaccionar con otras y así aportar energía a las células, destruir a los microorganismos invasores, efectuar procesos metabólicos, favorecer el desarrollo y la revitalización. 

Los radicales libres son imprescindibles, por lo tanto, para la vida en unas proporciones adecuadas, pero, como en la mayor parte de las ocasiones, cualquier exceso se puede volver en contra nuestra y acabar destruyéndonos. Por ejemplo la necesidad del oxígeno para el ser humano está fuera de toda duda, pero su utilización lleva implícita la formación de radicales libres.

La molécula del oxígeno estable que respiramos es prácticamente inactiva, necesita perder un electrón para convertirse en radical libre, poder así combinarse con la glucosa y, merced a esa reacción, las células de nuestro organismo van a poder obtener su energía vital.

Las reacciones con el oxígeno son imprescindibles para la vida, igualmente la producción de radicales libres también es indispensable y debe ser constantemente mantenida dentro de unos límites saludables, puesto que tanto los defectos como los excesos afectan negativamente al equilibrio de la vida.

Las reacciones que se inician con los radicales libres se van sucediendo en cascada. Una molécula le roba un electrón a otra y esta a la molécula vecina, la vecina hace lo propio con la de al lado y así sucesivamente, siguiendo una cadena de robos continuados, hasta que algún antioxidante* paraliza el proceso y restablece el equilibrio inicial.

 RESUMEN TECNICO

Nuestras células utilizan la glucosa proveniente de la ingesta de los hidratos de carbono, junto con el oxígeno, obtenido del aire respirado y aportado hasta cada una de las células por los glóbulos rojos presentes en nuestra sangre.

De ahí las mitocóndrias de cada célula extraen la energía que necesitan en forma de Trifosfato de Adenosina (ATP) y eliminan el anhídrido carbónico (CO2) más el agua sobrante, según la clásica reacción: (Glucosa + Oxigeno = Energía) (ATP + CO2 + H2O).

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¿QUÉ ES LA HORMONA MELATONINA?

La Melatonina es una hormona producida fundamentalmente por la glándula pineal, aunque también puede ser originada por otras glándulas y órganos, como el timo, las suprarrenales, el tiroides, los ovarios, el endometrio, el hígado, etc., pero siempre a partir de una transformación de la hormona serotonina.

Se la conoce como la “hormona de la obscuridad”, puesto que aumenta con la falta de luz y disminuye con su presencia. Diríamos que actúa como un reloj biológico, que nos indica y nos prepara para el descanso y para la actividad de cada día e incluso para las variaciones estacionales.

Su producción está comprometida en las personas deprimidas, deterioradas y envejecidas, entre otras razones porque también en esas circunstancias la hormona serotonina (su precursora) está  reducida.

La melatonina ayuda al sistema inmunitario, es un potente antioxidante, aumenta la fertilidad, disminuye el envejecimiento, restablece el ritmo del sueño y mejora el descanso, así que le permite al organismo restablecer su equilibrio físico y psíquico.

Se utiliza como medicamento fundamentalmente para regular el sueño en las personas que sufren el “jet lag”, tras los viajes interoceánicos, también para los que no toleran correctamente los cambios de turnos laborables y además para intentar frenar algunos síntomas y signos del envejecimiento.

La melatonina sigue siendo una neurohormona íntimamente relacionada con todo el sistema hormonal, cuya presencia o ausencia, exceso o defecto deben ser regulados por profesionales expertos y no distribuidos sin el suficiente control, en razón a su fácil administración por vía oral, máxime cuando la producción natural de la melatonina puede ser absolutamente inocua y tan simple para el ser humano, como garantizar al organismo una alimentación (Ver) suficiente y un descanso (Ver) adecuado, es decir, lo que todo ser humano necesita: comer y dormir tan bien como lo haría de bebé.

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